Si quiso el Deportivo Alavés emular al realizador de Canal Sur en la retrasmisión de fin de año ciertamente lo consiguió. La empanada, monumental. Igor Martinez en el minuto siete y Urko Vera en el 20 dieron dos campanadas con el equipo todavía de vacaciones. Cuando volvieron de publicidad se encontraron ya con un 0-2 y con el partido ya cuesta arriba. Demasiado cuesta arriba.

En todo ello ayudó el planteamiento inicial de Alberto López. La entrada de Sangalli fue la única novedad respecto al once de Girona. Desde hace varios partidos el Alavés pierde muy fácil el control del centro del campo. Contra el Mirandés no fue menos. Beobide y Toribio no son capaces de cerrar los huecos que deja a su espalda la terna de mediapuntas-extremos. No pareció ser tampoco una decision acertada salir ante la defensa de menor estatura de la Liga Adelante con Vélez como único punta y con el trío de "bajitos" por detrás. Por ello sorprendió sobremanera la presencia de nuevo de Manu Barreiro en el banquillo.

Despiste generalizado y 0-2

Desde el comienzo dominó el Mirandés el partido, las segundas jugadas y el equilibrio. El partido porque salieron más despiertos, con más hambre, con los dientes afilados. Las segundas jugadas porque saben a qué juegan y lo aprovechan. Y el equilibrio porque supieron elegir los tacos adecuados para el helado terreno de juego.

Se vio desde inicio a jugadores como Einar, Toti o Toribio tratando de mantener el equilibrio y en ocasiones no consiguiendolo. Se vio también a un Vélez aislado arriba. Y se volvieron a no ver las ayudas defensivas el trío Juli-Toti-Sangalli. Era la pareja Beobide-Toribio la que acudía a cerrar sus huecos y fue Igor Martinez el que cazó un balón suelto en la posición de mediopunta para poner el 0-1 con un gran lanzamiento desde fuera del área. Igor, canterano y alavesista, marcó pero no lo celebró.

No sirvió el tanto para cambiar el guión. Los visitantes siguieron controlando el choque y en un nuevo error defensivo, uno más por la banda izquierda de Galán, Urko Vera desde el suelo hacía el 0-2.

Alberto recompone el equipo y el Alavés despierta

Con Urko Vera todavía celebrando el gol con su hinchada llegada desde Miranda, mandó Alberto a calentar a Manu Barreiro. El sacrificado fue Galán. Señalado o no, lo cierto es que no viene estando acertado el madrileño a lo largo de la temporada. Tampoco lo estaba hoy, como el resto del equipo. Sangalli ocupó su lugar en el lateral derecho, dibujando el Alavés un 4-4-2 con la pareja de delanteros compuesta por Manu Barreiro y Vélez. Quizás el dibujo más apropiado para este encuentro.

Coincidió la sustitución con el cambió en el guión del partido. Despertaron los locales y en un par de entradas por banda metieron atrás al Mirandés. Los balones aéreos encontraban ahora la cabeza del gallego y se acumulaban las segundas jugadas ya cerca del área de un gran Razak Brimah.

Oportunidades, tantos anulados y el gol que no llega

El Alavés había encontrado el camino. Barreiro bajando balones y buscando las entradas por banda de Juli y Toti. Llegaron las oportunidades. Y también dos goles. Anulados. El primero por un inexistente fuera de juego de Manu Barreiro. Esperó el linea a que el balón hubiese entrado mansamente en la portería para levantar la bandera quizás influido por las protestas mirandillas. El segundo tras un ligero choque de Einar con Razak a la salida de un córner. Dudoso.

Casi a continuación la tuvo de nuevo Manu con un testarazo al palo. Entre las decisiones arbitrales, el poste y Razak consiguieron evitar que el Alavés se metiese en el partido. Y cuando lo hizo parecía ya tarde.

Goles a última hora y desaprobación de la grada

En el 89' lo consiguió Manu Barreiro. Un nuevo balón cazado dentro del área esta vez si lo cruzó fuera del alcance del internacional ganés. Quedaba la heróica, buscar el empate en los escasos 3 minutos de descuento que quedaban. Pero en la primera contra que tuvo el Mirandés mató el partido. Otro exalavesista, Barahona, que tampoco lo celebró.

Agonizó el encuentro y con él llegaron las muestras de descontento desde la grada. Descontento porque entiende el respetable que este equipo puede estar más arriba de lo que está. Pero sobre todo descontento porque el aficionado sintió que su equipo se había dejado comer las uvas. Por falta de hambre. Y eso en Mendizorrotza nunca se ha permitido ni se permitirá.