Dice el himno del Alavés que el equipo resurge potente otra vez, y estos jugadores parecen haber llevado esa máxima a la práctica al pie de la letra. Después de dos duras derrotas en tierras catalanas, el equipo volvió a Mendizorrotza con el objetivo de reeditar la victoria conseguida hace unas semanas frente al Zaragoza. Y objetivo conseguido: clara victoria frente a un rival con nombre, y a punto de reeditar la goleada.

La moral del equipo no estaba en un buen momento. Dos difíciles derrotas contra dos rivales de nivel similar minaron sobremanera la moral del equipo vitoriano. Pero el equipo vitoriano pudo contrarrestar eso como mejor sabe, con esfuerzo y garra, esa que pudimos ver en esa victoria 4-0 frente al Zaragoza. Tres puntos de oro que pueden ser aún más valiosos en caso de derrotar a Osasuna el próximo miércoles, también en Mendi. El reto está presente.

Comienzo vertiginoso y primer gol

Salía el Alavés con alguna modificación respecto al partido en Palamós. Volvía Laguardia al centro de la zaga en sustitución de Migue. También se caían Juli y Toribio, este último por sanción. Juanma y Manu García salieron en su lugar, y no pudieron hacerlo mejor. Pero el cambio más importante llegaba en la meta. Manu Fernández se sentaba en el banquillo por primera vez en esta temporada y Goitia ocupaba su puesto bajo palos. Y no lo hizo mal el portero, que resolvió con solvencia sus contadas apariciones.

Y empezaba el partido como un rayo el Alavés. A las primeras de cambio, doble ocasión para los babazorros. Primero lo intentaba Barreiro desde fuera del área, pero su disparo se fue alto. Tras él, un tiro de Juanma fue a las manos del portero tras un rechace del defensa, que el colegiado interpretó como cesión. No pudo aprovechar el Alavés ese regalo a tres metros de la portería, pero sí que estuvo a punto de batir a Cabrero en la jugaba posterior, en la que Raúl García remataba un centro de Medina.

Lo intentaba tímidamente el Mallorca, como si aún no se hubiera repuesto del arreón vitoriano. En una de esas, Jarosik cortaba bien un peligroso centro de Joselu, y Goitia atrapaba bien el balón haciendo gala de unos notables reflejos.

Y en la siguiente llegaba el merecido gol. En el minuto 26, Manu García, siempre luchando, siempre ahí, recupera un balón que muchos hubieran dado por perdido. Pero él no, él es el capi, él siente los colores como pocos. Lo lucha, lo recupera, se lo da a Barreiro, este lo cede con clase a Juanma, que lo mete dentro de la portería de Cabrero. Segundo gol de Juanma en dos partidos, y primero del Alavés en menos de media hora.

Poco después llegaba la única nota negativa de la primera mitad. Rafa tenía que dejar el campo aquejado de una elongación en la parte posterior del muslo. Lo sustituía Sergio Llamas, que a la postre sería importante. También vieron la amarilla en los minutos posteriores al gol tanto Manu, como Toti y Juanma. También fue amonestado Arana al filo del descanso. Lo seguían intentando los de Alberto, pero llegaron al descanso con la ventaja mínima. 45 minutos más que notables, en la que todos los jugadores lo dieron todo y en los que la ventaja pudo ser mayor.

Un lance del juego en el partido (Fotografía: Rafa Gutierrez / El Correo)

Segunda parte, mismo guion, mismo desarrollo

El equipo no se achantó en la segunda parte, y salió decidido a aumentar la merecida ventaja de la que disfrutaba. Pero la primera ocasión no fue albiazul, sino bermellona. Asensio mandaba alto un buen disparo. No estuvo fino durante el partido el joven mallorquín, para felicidad de los albiazules. Pero el Alavés quería demostrar que esa ocasión no era más que un espejismo, y bien que lo hizo. Primero Lanza con un soberbio disparo tras un no peor centro de Toti, y el propio Toti en el rechace, estuvieron a punto de marcar el segundo. Fueron las manos de Cabrero las que impidieron el tanto, y a buen seguro, la goleada.

Y entonces, el niño se hizo hombre. Sergio Llamas demostró que debe ser tenido mucho más en cuenta de que lo ha sido hasta ahora. Corría el minuto 55, y con un soberbio pase, el vitoriano asistía a Lanza, que rompía magistralmente la línea mallorquina y batía con claridad a Cabrero, ponía el 2-0 en el marcador. Llamas demostró tener eso de lo que carece en muchas ocasiones el equipo, un jugador con las ideas claras y capacidad de dar ese último pase decisivo. ¿Por qué no Llamas?

Llamas, en un lance del juego (Fotografía: Rafa Gutierrez / El Correo)

Tranquilidad y trabajo

A partir de ese gol que sentenciaba el partido, el espectador pudo perfectamente haber abandonado el campo para ir al bar más cercano a entrar en calor. La sustitución de un ovacionado Juanma por Migue dejaba claro que el trabajo iba a ser la nota dominante en los 20 minutos restantes de encuentro. Lógico, por otra parte, tras el tremendo desgaste de todos los jugadores albiazules. El Mallorca también movió piezas, y primero João Victor y después Arana fueron sustituidos por Riera y Fofo. El exjugador del Liverpool volvía al Mallorca 12 años después.

En los últimos minutos, Despotovic sustituía a un colosal Barreiro, pero poco tuvo que hacer el serbio en un partido que ya estaba más que sentenciado. Pese a eso, Lanza la tuvo al final, pero su disparo fue mandado a córner por Cabrero. Otra brillante exhibición de Lanza, que ha demostrado ser un fichaje más que acertado.

Ya decía Alberto que ganado a Mallorca y Osasuna el equipo iba a afrontar mucho más tranquilo el tramo final de la temporada. Mallorca ya ha sido derrotado, ahora sólo queda Osasuna, este miércoles. Y si el equipo juega como lo hizo ayer, no habrá ninguna duda de que conseguirlo es más que posible. Bravo equipo albiazul, que resurges potente otra vez.