Leganés, Zaragoza, Mallorca, Osasuna y Racing. Cinco victorias seguidas, quién lo iba a decir. El Alavés ha encontrado la solidez en Mendizorrotza, de eso no hay duda y gracias a ella se aleja del descenso, de los fantasmas. Con apuros por momentos, con solvencia en varios de ellos y con menos brillo y a balón parado en este último. Y es que el Racing se jugaba la vida y los locales la tranquilidad. Esa diferencia a estas alturas de Segunda División da y quita puntos.

Toda la semana llevaba Alberto dándole vuelta al centro del campo. Manu García, Juanma, Toribio, Llamas y Beobide. Cinco jugadores para tres puestos y dos perfiles diferentes. Manu, Toribio y Beobide cortados por el mismo patrón: pitbulls sin concesiones, ni al contrario ni a la elaboración. Juanma y Llamas con más gusto por tenerla, por domarla, por generar. La lesión o molestias del de Don Benito parecían trastocar los planes pero su titularidad acompañando a Toribio y Manu dejaba entrever los temores en el banquillo albiazul. Dos pitbulls y un jugón, tiempo habrá para cambiar el rumbo.

Gol de Barreiro, empate de Mariano

El rumbo pareció quedar marcado por el gol de Barreiro, uno más. Aprovechó Toti un grave error de los santanderinos para robar el balón en el centro del campo y asistir a Barreiro. Cabalgada y toque por encima de Mario para poner el 1-0 y celebración con la grada con signos de corazón y de dinero. El primero para su pareja, el segundo quizás para Zubillaga. Y es que el de Santiago se ha ganado el puesto y se está haciendo nombre en la categoría, bueno para él, bueno para el Alavés.

El gol local además de allanar el camino pareció desorientar a los cántabros. Pudo llegar el segundo con una nueva internada de Toti con centro al área, remate de Barreiro y buena parada de Mario. Pero viró el viento y lo aprovechó Mariano en una jugada aislada pero bien elaborada para empatar el partido. Cinco partidos después recibía el Alavés un gol en Mendizorrotza, desde Jonathan Vieira a Mariano, algo no iba bien.

Dos jugones para ganar el partido, pero el Racing domina

El Racing se hizo con la pelota. El Alavés perseguía sombras. Andaba Alberto buscando la excusa para meter a Sergio Llamas y el árbitro se la dio en la amonestación a Toribio. Protestó el aficionado albiazul durante todo el encuentro las extrañas decisiones del árbitro castellano manchego, pero quizás con aquella rigurosa amarilla allanó la victoria babazorra. Minuto 36 y el canterano a escena. Manu García como pivote defensivo, dos interiores peloteros y a jugar, al menos sobre el papel.

Y es que el Racing no estaba por la labor. Son los cántabros este año un equipo sufridor. Los despachos echan humo, la liquidación es más que una amenaza y en el campo la cosa no pinta mucho mejor. Desde las primeras jornadas en puestos de descenso, faltaba Koné, el goleador. Su regreso les permitió tomar varios respiros, como aquellos tres puntos en Anduva o aquellas victorias en casa ante el Sabadell o Albacete. Pero la rodilla del costamarfileño se rompió y con ella buena parte de las esperanzas racinguistas. 

Quizás por ello, porque se jugaban la vida y tenían poco ya que perder, acabaron la primera parte y comenzaron la segunda dominando. Pocas armas mas mostraron que darlo todo en el campo, que no es poco. Pero no suficiente. Porque las fuerzas, como todo, se acaban.

Gol a balón parado para acariciar la permanencia

Necesitaba el Alavés un revulsivo y lo acabó encontrando en el colegiado. Dos, tres decisiones dudosas y muy protestadas en contra acabaron metiéndole en el partido. Manu García, el capitán, contrariado con las decisiones afila los dientes, aumenta la presión, roba un balón, otro. Un pase demasiado largo pero peleado que acaba en corner. Y en ese saque de esquina, o quizás en otro, pelota sacada en corto y puesta al punto de penalti donde aparece Sergio Llamas, el bajito, que remata de cabeza al palo. Mala suerte. O no. Porque el rechace lo caza Jarosik, el gigante, que patea a puerta y se encuentra de nuevo con el poste y con la cabeza de Mario en el rebote. Gol.

La suerte. Lo es todo en el fútbol. La suerte de que el balón rebote en la cabeza del portero y acabe dentro. Pero también la suerte de tener a un delantero inmenso, que hace jugables balonazos que iban a ninguna parte, un delantero que está en racha, que todo va para adentro, Manu Barreiro. O la suerte de tener por central a un gigante de 37 años, con la vida encarrilada pero que lo da todo por el Alavés, ese equipo que confió en él cuando rondaba ya la retirada, Jiri Jarosik.

La tranquilidad y la vida

Y así, herido de muerte, encaró el Racing los últimos minutos del partido. Algunas jugadas a balón parado que llevaron la inquietud a las gradas albiazules y la esperanza al millar de hinchas llegados desde Santander. Minutos que dieron para poco más que para la vuelta de Beobide una vez superada su lesión y para ver que Sergio Llamas sigue creciendo. No le ha quemado nunca el balón al canterado y ahora ya tampoco se achica en el choque. Sonríe él en el campo y sonríe el aficionado alavesista. Presente y futuro.

Tres puntos más que permiten al Alavés sumar 41 y ver ya a más de diez de distancia los puestos de descenso. A poco que mejoren los resultados fuera de casa la recta final de la liga puede ser animada. De momento visitará al Alcorcón la siguiente jornada.

Muy diferente se ven las cosas desde el Sardinero. Los de Pinillos, Munitis y Colsa seguirán una jornada más en descenso, a dos puntos de la salvación a la espera de que Osasuna dispute su encuentro. La imagen en Mendizorroza ha sido correcta, pero a falta de 11 jornadas la imagen deja de ser importante y  sumar puntos empieza a ser imprescindible. Les va la vida en ello.

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