Fútbol: competición, lucha, entrega, un balón por medio, tres puntos en juego. Pelotazos en largo y pelear la caída, o balones a la banda buscando desequilibrar, toqueteo en el centro del campo, también poner el autobús, dejar pasar en tiempo, que no se juegue a nada, o lo que sea, pero competir, sobre todo competir. Con calidad, con entrega pero siempre con alma.

Quizás no ayudaron las tres ausencias en defensa, ni tampoco la lesión de Toti en el minuto 15, diciendo seguramente adiós a la temporada. Pero sobre todo, nunca ayudará que cada partido cambien los tres del centro del campo, esos tres que tienen que compenetrarse, cerrar espacios, hacer jugar al equipo y no dejarselo al contrario. Que en la jornada cuarenta se sigan haciendo probaturas no es un buen augurio y menos contra un equipo como el mirandilla que tiene bien aprendida la lección de lo que debe hacer y lo que no.

El afán de algunos entrenadores de querer ganar partidos con las alineaciones, con tácticas que sorprendan, innovando, que se reconozca su ingenio. Ese afán.

Goles a balón parado

Saltó el Alavés al campo con posibilidades de acercarse al playoff, había que ganar, dormir a solo un punto, soñar. Tribotazo en el centro del campo, Beobide, Manu García y Rafa. Que no se juegue, ni unos ni otros. La defensa, de circunstancias, con un Xabi Castillo que disfrutó de nuevo de minutos contra el Girona por la lesión de Raúl García tras muchos meses en el ostracismo. Con un Migue que perdió la titularidad por una lesión y ya no la recuperó. Y con un Ernesto Galán que hace ya tiempo perdió la confianza de Alberto y de la grada.

Aún así, equipo de altura, quizás más bien de estatura. Que el Mirandés solo marca a balón parado, que hay que defender bien estas jugadas, se autoconvencería Alberto al decidir el once inicial. Minuto 11, falta en dos tercios de campo, balón que llega con nieve al segundo palo, yo por ti, tu por mi y Alex Ortiz que remata con el exterior del pie para poner el 1-0. El sevillano, repescado por Terrazas con el que ya coincidió en Guadalajara, se vengaba del olvido vivido en Mendizorrotza la temporada anterior. Meter altura para que te marquen por bajo. Empezaba aquí el via crucis albiazul.

Siendo el Alavés uno de los peores equipos cerrando las bandas de la segunda división, el gambeteo de Igor Martinez, su pared dentro del área y el remate posterior al palo sorprendió a muy pocos. Como la cesión de Galán en la que Goitia se lanza a por la pelota para que no se marche a corner. Mejor un libre indirecto en la frontal del área pequeña que un saque de esquina, por supuesto, debió pensar. Ruper no desaprovechó la ocasión regalada con un buen lanzamiento al palo largo, mientras que Goitia decidió cubrir la zona que ya cubría la barrera bajo palos. Gol, 2-0.

Segunda parte para olvidar

Comenzó la segunda parte de forma similar. Unos, los rojillos, que saben a lo que juegan. Otros, los albiazules, que se dejaban llevar. Una buena jugada de Juli por banda, su pase de la muerte al punto de penalti donde esperaba Manu Barreiro, el remate de éste, suave pero colocado, y la estirada de Razak para sacar el balón a córner. Ahí se acabó el partido y el sueño babazorro.

Con la entrada de Juanma por Manu García quedó el trabajo en el centro del campo para un Beobide omnipresente y un Rafa García omniausente. Mirandillas que campaban a su aire en el centro, autopistas por las bandas, peligro en cada saque de esquina o balón colgado. Como ese corner bien botado pero que iba a las manos de un Iñaki Goitia que decidió hacer su particular actuación en Eurovisión con una buena cantada para acabar observando a Pedro rematar de cabeza a un metro de la linea de gol. Reincidente.

Y no hubo más, al menos por parte del Alavés. Alberto decidió que era importante guardar el tercer cambio hasta que quedasen diez minutos, no sea que se lesione alguien y se viese comprometido el resultado, que un tres a cero no era tan malo. También decidió que era importante seguir dejando a Barreiro solo arriba, peleando aislado contra la defensa, para que vaya cogiendo experiencia, a ver si baja un balón, se regatea a tres y la mete por la escuadra, así aparece el Alavés en Estudio Estadio. O que Rafa García continuara omniausente, cabeza baja, brazos caídos, sin meter la pierna, sin cortar los contraataques, no siendo que viese una amarilla que estropee las estadísticas. Otros, directamente esperando que acabe la temporada, como Lanzarote.

Mala imagen, mal resultado, gran afición

El millar de alavesistas que viajaron con el equipo seguramente merecieron al menos ver un partido de fútbol, algo de intensidad, algo de competición. Pero se encontraron con un Alavés sin alma, que se dejó no ya solo los tres puntos si no el sueño del playoff, sin ni siquiera haberlo perseguido. El haber hecho los deberes con anterioridad dulcifica el mal sabor de boca de partidos como el de Miranda, la salvación hace tiempo que se aseguró.

Valladolid y Las Palmas medirán en las dos últimas jornadas la motivación de los vitorianos. La temporada es muy larga, las piernas pesan, pero los ánimos de los hinchas, verdaderos protagonistas de todo esto, deberían pesar mas. Se verá.