Ninguna victoria es fácil, y menos en Segunda. Eso está claro, y lo vivió en sus propias carnes ayer el Alavés, que sudó sangre para vencer por mínima al Girona. Y no especialmente por la magnitud o juego del rival, sino por una serie de circunstancias que estuvieron cerca de costarle la victoria.

Pero los albiazules aguantaron, y gracias a un gol de Juli tras una notable jugada de Toquero pudieron sumar los tres puntos. Tres puntos para volver a la senda de la victoria. Tres puntos para volver a soñar.

Gol y expulsión

Ninguno de los dos entrenadores sorprendió con un once innovador, y decidieron recurrir a la premisa de "si algo funciona no lo toques". Machín mantuvo el once la pasada jornada, salvo la presencia de Granell por Rubén Alcaraz, que se quedaba en Girona.

Borda o Einar, esa era la única duda que tenía Bordalás en el acompañante de Pelegrín en el eje de la zaga. Eligió al canterano, aunque éste no duró mucho sobre el verde. Los otros diez, los mismos que acostumbra a sacar semana tras semana.

El partido empezó con idas y venidas en ambas porterías. Primero Granell, cuyo disparo de falta se fue fuera por poco, y después Manu García, rematando fuera un córner, aunque con falta sobre el defensor. Poco antes del cuarto de hora de partido Femenía avisaba con una jugada "a lo Messi" a la que Juli no llegó a rematar.

A la siguiente, sin embargo, sí llegó el mediapunta. Toquero se deshace de Llonch con un buen recurso técnico, y su centro teledirigido no lo desaprovecha Juli, que bate con el pie a Isaac. 1-0, pintaba bien la tarde para la parroquia local.

No duró mucho la alegría. Einar veía la primera amarilla en el minuto 24 tras una falta. Su falta de galones le costó la amonestación, tal vez demasiado rigurosa. Más clara fue la segunda que vio, tres minutos más tarde, que dejaba a su equipo con 10. Comenzaba a ganar excesivo protagonismo la labor del colegiado.

Einar vio la una doble amonestación demasiado rigurosa (Fotografía: Jon Izarra / Deportivo Alavés)

​​Insuficiente Girona en superioridad

Parecía una bendición para los visitantes una expulsión tan tempranaa, especialmente yendo por detrás en el marcador. Pese a ello, no consiguieron valerse de ello, y no alteraron a Fernando Pacheco, con poco trabajo en la primera mitad.

El Alavés, lógicamente más replegado, lo intentó de las botas de Juli, pero su buen disparo se fue desviado por poco. Entre tanto, seguía el carrusel de amonestaciones. Por el Alavés, los dos Pachecos veían dos discutibles amarillas, la del portero por protestar. En el Girona Mata también veía la amonestación, demasiado rigurosa.

Así llegó el descanso, con los ánimos de todos demasiado calientes. No en vano, en un partido en el que no se había producido ninguna falta dura ya se habían mostrado seis tarjetas amarillas y una roja.

Machín introdujo más pólvora, consciente de que jugaba con uno más, y Javi Álamo sustituyó a Pol Llonch, dejando una defensa de cinco por una de cuatro jugadores. Quería la victoria el técnico visitante, la cual les auparía en la tabla, alejando de un plumazo las dudas.

Con menos ritmo comenzó la segunda mitad en la que ambos intercambiaban tiros sin demasiado peligro, aunque sí alguna jugada de nivel, especialmente por los costados, con buenas incorporaciones de los laterales locales. Bordalás realizó el primer cambio, dando entrada a Dani Estrada por Kiko Femenía, aumentando el blindaje de su portería.

Con la entrada de Jairo por un desaparecido Felipe Sanchón, el Girona mejoró, y la defensa babazorra tuvo que esforzarse al máximo para alejar las internadas de los extremos visitantes, eso sí, con más esfuerzo que peligro real.

Carrusel de expulsiones

Parecían haberse calmado las revoluciones del duelo, donde sólo Toquero había visto la amarilla en la segunda mitad. Pero a veinte minutos del final se volvió a acelerar todo. Dani Pacheco encara a la defensa rival en el borde del área, y poco cuando parecía haber driblado a su defensor cae al suelo. Pedía falta la afición, pero el árbitro consideró que el andaluz se había dejado caer, mostrándole la segunda amarilla y la consiguiente expulsión. Demasiado rigurosa, especialmente porque dejaba al Alavés con dos jugadores menos.

Esa doble inferioridad no duró mucho, porque al minuto siguiente Mata se encaraba con un pillo Manu García, y veía su segunda amonestación. Tercera expulsión en poco más de cuarenta minutos. El capitán babazorro, que también vio la amarilla por la jugada, actuó de central durante más de una hora, y fue una de las piezas claves del cuadro vitoriano en la victoria.

Seguía volcado el Girona, pero sin suponer un peligro real. Jairo marcaba el gol del empate a quince minutos del final, pero era anulado por fuera de juego.

Aguantó el partido así hasta el final, con el Girona atacando con más corazón que cabeza y el Alavés defendiendo con uñas y dientes su ventaja. Tuvo éxito esa defensa, tirando de oficio, y los de Bordalás consiguieron sumar unos tres puntos vitales para sus aspiraciones, en un duelo marcado por las adversidades. Más oscura es la interpretación del Girona, que pese a la superioridad numérica no dio muestras de poder empatar el partido, y rompe una racha de dos partidos seguidos puntuando a domicilio.

A la espera estará el Alavés de un posible recurso de apelación para viajar el fin de semana que viene a Elche, una de las grandes plazas de la categoría, frente a un rival recién descendido. También lo eran Almería y Córdoba, y ante ambos los albiazules lograron la victoria. La confianza en ellos mismos, por lo tanto, es absoluta. Como siempre lo ha sido.

Manu García fue uno de los mejores babazorros de ayer (Fotografía: Jon Izarra / Deportivo Alavés)