Hace unos días, ya con la temporada terminada, Juli, todo un asiduo a las redes sociales, mantenía vía Twitter una conversación con una aficionada del Deportivo Alavés. En ella, ésta comentaba que se había encontrado al babazorro cantando el himno del Alavés por la calle junto a su familia. Él respondía que era cierto, que se había aprendido el himno gracias a su hijo. "Al final es precioso que me la sepa", añadía.

Esto no es más que una mera anécdota, pero que describe a la perfección quién es Juli. Porque Juli, en las dos temporadas que lleva en Vitoria, ha conseguido algo difícil. Que su ya excelente rendimiento dentro del campo haya sido superado por su actitud fuera de él. En una época en la que los futbolistas viven cada vez más aislados, no es habitual encontrar a alguien como el alcoyano, tan amable y cercano con todo el mundo. Juli es uno de esos jugadores que todo entrenador querría en su vestuario. Trabajador, luchador... y buen compañero. Nunca un mal gesto con nadie.

Después de varias temporadas en Alcorcón, en la que ya se ganó el cariño de la gente, en el verano del 2014 llegó a Vitoria. Llegaba después de jugar casi 40 partidos en el cuadro alfarero en su última temporada. En Vitoria se le esperaba como uno de los jugadores que sirvieran para dar el salto y salvarse sin problemas. Y cumplió en su primera temporada, donde jugó 32 partidos, y sumó seis goles y cuatro asistencias. Dejó además, destellos de que iba a ser un jugador especial. Desde el comienzo se puso a los pies de la afición, y ésta le correspondió convirtiéndose en uno de sus favoritos.

Este verano, con el primer objetivo cumplido, comenzó su segunda temporada en Vitoria. Ya como uno de los veteranos, cogió los galones, y se convirtió un líder en el campo y fuera de él. Sus cifras son buena prueba de ello: 40 partidos y más de 3000 minutos de juego. Sólo se perdió un partido por sanción y otro por decisión técnica. Ha sumado además cuatro goles y ha dado once pases de gol, su mejor cifra en Vitoria. No cabe duda de que el ascenso es en gran medida mérito suyo.

Ahora con el ascenso a Primera aun se desconoce si va a poder debutar en la élite a sus 35 años. Poca gente duda de sus méritos, dentro y fuera del campo. Si de la afición dependiera, el pequeño alcoyano se retiraría en el Deportivo Alavés. Siga o no, ya ha dejado huella, y la parroquia babazorra ya entona sin dudarlo eso de "es uno de los nuestros".