Tal día como hoy de 2013, Luis César Sampedro aterrizó en Albacete para hacerse cargo de la primera plantilla del Albacete Balompié. Por aquel entonces, la directiva de Aurelio Milla le encomendó la misión de revertir la situación de un equipo que había salido de los cuatro primeros puestos del grupo IV de Segunda División B que dan el privilegio de jugar las eliminatorias del play-off de ascenso a Segunda División habiendo caído hasta la octava plaza de la clasificación.
Situación revertida
Todo ocurrió cuando, tres días antes, en una tarde de sábado, el conjunto entrenado por Antonio Gómez por aquellas fechas había caído derrotado frente al UCAM Murcia por la mínima (1-0) a domicilio. El cuadro manchego tan sólo había sumado cinco puntos de los últimos 15 posibles. Los números dictaron sentencia sobre Gómez y el banquillo iba a cambiar de inquilino.
Sampedro fue presentado el martes siguiente y su debut tendría lugar en el partido que le enfrentó a su nuevo equipo con el Cacereño en el Belmonte esa semana. El encuentro se saldó con victoria local y Sampedro hizo bueno el dicho de "a entrenador nuevo victoria segura". El desenlace final de ese segundo tramo de la temporada 2012/2013 para el Albacete es de sobra conocido por sus afición para mal: equipo clasificado para el play-off como tercero de grupo en la última jornada y eliminado posteriormente en primera ronda por el Real Oviedo (1-0 en el Tartiere para los asturianos y 2-1 para los manchegos en el Belmonte).
Regreso a Segunda
En la siguiente temporada, tras un verano en el que el futuro del club estaba en el aire y parecía incierto por la marcha de jugadores talentosos, la mala situación económica de la entidad y la entrada de una nueva directiva, Sampedro consiguió el ansiado ascenso a la categoría de plata del fútbol español con el Alba tras una excelente temporada: campeón del grupo IV y superó después al Sestao River en la eliminatoria de ascenso directo entre campeones de grupo (3-3 en tierras vascas y 2-2 en Albacete) y al Racing de Santander en la de la lucha por el título de campeón de Segunda B (1-1 en el Sardinero y 3-2 en el Belmonte).
Llegó el verano y con él, numerosos fichajes para apuntalar una plantilla que había practicado un fútbol vistoso y alegre en su camino hacia el regreso a Segunda División. La afición, como muestra el incremento del número de abonados, estaba muy ilusionada tras ver cómo había funcionado el equipo en los partidos de pretemporada disputados ante equipos de Primera como Granada, Levante, Elche o Almería. No obstante, el camino no empezó bien: derrota en el debut liguero frente al Alcorcón en casa (2-3) y el equipo llegó a las vacaciones de Navidad como colista con 15 puntos y a cinco de la salvación.
Comienzo complicado superado
Sampedro recibió multitud de críticas acerca de la forma de jugar del equipo y por prescindir de jugadores que, el año anterior, eran imprescindibles, para recurrir a nuevos fichajes que no rendían al nivel esperado. El caso más sonado fue el de Indiano, indispensable en la consecución del ascenso y un centrocampista de gran calidad muy querido por la afición. Muchos pedían su dimisión pero el tiempo ha ido demostrando que él no era el problema: Paredes llegó en el mercado de invierno uniéndose a Pulido para apuntalar una defensa que recibía una sangría de goles. Desde entonces, el equipo ha ido hacia arriba saliendo del descenso situándose dos puntos por encima de dicha zona jugando a lo mismo pero con distintas herramientas: Diego Benito se ha hecho un líder en el medio tras comenzar la temporada de suplente, Pulido y Paredes han lavado la cara a la defensa, Keko desborda por la derecha y Rubén Cruz está recuperando su mejor versión.
Dicho todo esto, el técnico ha recuperado un crédito que puede volver a perder si el final de temporada se asemeja al comienzo de la misma