La paciencia tiene un límite. Eso es algo inequívoco y fácilmente verificable en nuestra vida cotidiana y en la de quienes nos rodean. Unos tienen más, otros tienen menos, pero cuando el cántaro se aproxima demasiado a la fuente al final termina rompiéndose.

Ayer Simeone, capataz de la nave atlética, estalló al ser preguntado en su país acerca de la situación de los fichajes en el club que dirige. La realidad es muy sencilla: el Atlético de Madrid se ha ganado por méritos propios una plaza en la Liga de Campeones y para poder competir al máximo nivel necesita reforzarse, más aun cuando su buque insignia, Radamel Falcao, ha abandonado el club camino de Mónaco. Sin embargo, el club comienza la pretemporada en apenas unos días sin ninguna cara nueva amén del  exdeportivista Pizzi, del que hablaremos más tarde, de Leo Baptistao, y del joven uruguayo Giménez.

El recambio de Falcao

La salida del colombiano ha sido durante los últimos meses un secreto a voces apenas disimulable a orillas del Manzanares. Las ventas de Fernando Torres y Agüero llevaron consigo una evidente mejora de la plantilla gracias al buen ojo de la secretaría técnica en la búsqueda de un sustituto. Con Falcao se ha vendido lo mismo, que vendrá otro mejor y que se cumplirá la dulce costumbre de los últimos años. Pero a 3 de julio sigue sin venir nadie. Del Nido ha reconocido que el Atlético tiene escasas opciones de fichar a Álvaro Negredo, objetivo número 1, y todos y cada uno de los nombres que han ido sonando en los medios de comunicación se han venido abajo. Ni Luis Suárez, ni Cavani, ni Jackson Martínez, ni Mario Gómez, ni Benteke.