Volvía la liga, y lo hacía con un partido entre dos equipos que se han ido turnando en épocas gloriosas en la última década. Primero fue el Sevilla, con la conquista de dos Copas de la UEFA, dos Copas del Rey, una Supercopa de España y otra Supercopa de Europa entre 2006 y 2010.  Ahora es el Atlético, con dos Europa League, dos Supercopas de Europa y una Copa del Rey, el que se alza como el tercer poder en una liga que tiene visos de volver a vestir su traje de bicefalia en el poder, la que representan Real Madrid y FC Barcelona.

Pero más allá de ese aspecto de liga entre dos, el Atlético se mueve como pez en el agua en muchos partidos  y muchos instantes. Tras ocupar una de las dos primeras plazas durante buena parte del campeonato pasado, el equipo de Simeone comparecía con la notable ausencia de Radamel Falcao, su goleador las dos últimas campañas, y las llegadas de Villa y Baptistao como las más significativas a una plantilla que mantiene su espíritu aguerrido y competitivo. Y esa  es la principal fuente de energía de este equipo, apoyado en la potencia desmedida de Diego Costa, el argumento de mayor peso de este Atlético.

En frente, el Sevilla, renovado, sin los que han sido los mejores futbolistas hispalenses en las últimas temporadas. Jesús Navas, Álvaro Negredo y Andrés Palop, entre otros, ya no visten la elástica hispalense. A cambio, Bacca, Gameiro, Marko Marin, Cristóforo, o Iborra han llegado para formar un equipo ilusionante para la parroquia de Nervión. Unai Emery al mando. La fórmula tiene visos de ser exitosa, aunque hoy no tuviera el inicio deseado.

Un inicio igualado

El partido, a pesar de estar a mediados de agosto, fue un duelo de poder a poder. Bonito, eléctrico, disputado. Tuvo todo lo que un buen aficionado le exige al fútbol, y también mostró todo lo que las dos aficiones pueden esperar de los suyos a lo largo de la liga. Mucho. Créanme. Porque el partido nació vivo y con ritmo. Tanto sevillistas como madrileños eran conscientes de que en este partido no se daba ningún golpe en la mesa, pero sí por el importante refuerzo moral que suponía el triunfo ante lo que les viene a ambos, con la Europa League en sus albores para unos, y la Supercopa ante el Barcelona para los otros son dos objetivos fundamentales en estos primeros compases del año.

Hubo reparto de ocasiones, viveza en el juego y alternativa en el dominio del choque, con la tónica dominante para el Atlético, por aquello de tener al bloque compacto y estable, algo que se ha reclamado durante muchísimos años en el Calderón, y que salvo la salida de Falcao, Simeone ha terminado por insistir y remarcarlo como fundamental para mantener los éxitos cosechados hasta ahora. Diego Costa ponía las gotas de peligro y tensión en las gradas del Pizjuan, mientras Koke y Gabi filtraban balones y Villa se movía por doquier, creando serias dificultades.

En el otro área, el Sevilla se hacía fuerte con Bacca. Un futbolista, el colombiano, que dará mucho que hablar en la liga. Fuerte, corpulento, ágil. Depredador del área como pocos, fue un quebradero de cabeza para Miranda toda la noche, pendiente de su marca. Y así, con Bacca rodeado de Vitolo, Marko Marín y Perotti, el Sevilla tenía movilidad y dinamita en las inmediaciones del marco de Courtois.

Las ocasiones iban, venían, el choque era disputado, chispeante. Un duelo por todo lo alto para abrir boca de una apasionante temporada. Primero, Bacca puso el ¡uy! en la grada, con un testarazo de cabeza al larguero, luego Villa daba el sobresalto al público local. Era el preludio de la aparición del hombre de la noche, Diego Costa.

Costa, un seguro de gol. Perotti responde de inmediato

El brasileño volvió a ser determinante, y demostró que es un valor en alza en este Atlético de Madrid de Diego Simeone. Costa agarró su papel de líder con las dos manos y lo interpretó a la perfección. Trabajador nato por y para el equipo, ha añadido a su potencia en la zancada y su corpulencia el instinto asesino que tanto se le ha reclamado en el Calderón para ser el ídolo en que se ha convertido. Al 35’, un balón desde la esquina de Koke peinado por Miranda lo aprovechó el de Lagarto para anotar el primer gol rojiblanco de la temporada oficial. No podía ser otro.

Pero poco le duró la ventaja al Atlético. Un mal pase de Koke en la recuperación del esférico le permitió al Sevilla coger descolocado al conjunto colchonero. Perotti recibió en 35 metros, condujo hasta los 30 y allí pensó que era el momento de demostrar a la liga española que, sin lesiones, es uno de los mejores futbolistas de este campeonato.  Su derechazo, que se fue abriendo durante su trayectoria al gol, fue un gol a enmarcar en el álbum de recuerdos de este campeonato. Courtois voló para tocar la pelota, pero no lo suficiente como para salvar el tanto sevillista.

Costa vuelve a golpear

Con el empate, el Atlético sufrió. El Sevilla mejoró, se hizo el dueño de la situación y tuvo sus oportunidades para haber dado un serio sobresalto a los colchoneros. Gabi pudo cambiar el paso al partido antes de que Vitolo y Marko Marin rozaran el tanto sevillista. Eran los mejores momentos hispalenses del duelo, pero los cambios fueron la vitamina revitalizante que necesitaron los hombres de Simeone para volver a engancharse al partido.

Filipe avisó seriamente, aunque la jugada no hubiera valido de nada por fuera de juego. La escuadra de Emery se iba cayendo físicamente, ante el calor, el desgaste y la pretemporada, mientras que el Atlético reguló mejor sus energías, entendiendo que el partido estaba al contraataque. La entrada de Óliver por un cabreado Arda, y la de Baptistao por Villa renovaron la cara rojiblanca, que esta vez sí logró encontrar la senda al triunfo. En especial, la actuación del extremeño, que empieza a disfrutar de "los minutos de calidad" que le demanda el argentino, y que el joven internacional en categorías inferiores por España comienza a tener sobre el césped. Óliver sacó de su repertorio pases, creatividad, y una jugada que cerca estuvo de convertirse en el gol, si no fuera por un pase de la muerte que no encontró rematador. Gameiro también lo probó con mucha intención y peligro, pero no acertó a batir a Courtois. La senda al triunfo se complicaba.

Pero Diego Costa andaba por medio, y se convirtió en el faro que guió a buen puerto la empresa colchonera, que hacía muchos años que no lograba dos victorias consecutivas en el Pizjuan. El brasileño volvió a ser la pieza fundamental a la que se agarra el Atlético en momento complicados, como ya hiciera en varios encuentros de la temporada pasada. Un balón de Koke al espacio fue el preludio de la potencia de Costa, que con un remate cruzado hacía el segundo de su cuenta, en una arrancada que recordó al 'Ronaldo One' (el auténtico, según Mourinho). Potencia, conducción y disparo cruzado para superar al portugués Beto, un 3 en 1 que en el Manzanares agradecen haber renovado hasta 2018 con actuaciones así.

Por si fuera poco, el Sevilla, con pocas fuerzas y escasas ideas para lograr sacar un punto en el estreno liguero, se abrió en busca del 2-2. Pero al final, el que terminaría encontrando el premio a la constancia y al esfuerzo sería el Cebolla Rodríguez. Entrado escasos minutos antes, el uruguayo recogió una pelota en la cal derecha del ataque rojiblanco, sorteó a un rival, encaró a Fazio, se marchó ante la pasividad del argentino, y con su zurda batió a Beto por el primer palo con poco ángulo para definir. Era la sentencia a un duelo en el que el Atlético fue mejor a los puntos y supo gestionar sus momentos en un complicado encuentro liguero, mientras el Sevilla fue un digno aspirante, en el que la mano de Emery puede ser el remedio que lleve a los de Nervión de nuevo a la Champions League. Le queda trabajo por delante, pero la pinta de los del Pizjuan es ilusionante.