El acierto de Víctor Valdés y el gol de Neymar en el partido de ida impidieron que el Atlético de Madrid levantase un nuevo trofeo en el Camp Nou, tras empatar a ceros en un loco partido en el que cualquiera de los dos equipos pudo ganar y que terminó con el Barcelona como campeón de la Supercopa sin conseguir derrotar al equipo colchonero. 
 
La primera parte comenzó con un Atlético situado unos metros más atrás que en el partido del Vicente Calderón, renunciando a la presión que tan famoso ha hecho al equipo de Simeone. Otro cambio significativo respecto a la ida fue el de Messi, que dejó de ser el borracho inerte tirado en el fondo de la discoteca para intentar ser el rey de la pista, el 'guaperas' con posibilidades de triunfarse a la más agraciada del lugar. Sin embargo, la belleza no asegura siempre despertarse acompañado la mañana siguiente, y mucho menos si enfrente está una mujer tan exigente como es el Atlético de Madrid, y así, el primer acercamiento fue desbaratado por un rapidísimo Filipe Luis, después de que Busquets imaginase un pase que dejaba al argentino prácticamente solo ante Courtois. 
 
Tras el susto de los minutos iniciales, el partido se llevó al terreno ideado por el Cholo, con un Barcelona que disfrutaba de la posesión del esférico pero que no era capaz de encontrar el hueco por donde hincarle el diente al conjunto colchonero. 
 
El primer amago del Atlético no llegó hasta pasados veinte minutos, en una jugada ensayada en la que Arda -cosa extraña- dio demasiada fuerza a un pase cuyo destino, Diego Costa, se había deshecho de su marca y se encontraba en una posición muy peligrosa para los intereses culés. 
 
El partido discurría los pases estériles del Barça y falta de empuje visitante cuando Koke tuvo en sus botas una oportunidad inmejorable para abrir el marcador: Villa se asoció con Diego Costa, que dejó el balón donde le gusta al '6' colchonero, muerta y al borde del área, una pelota en la que podía optar por pegarla a colocar y a romper e hizo justamente lo contrario, mandar un pase blandito a las manos de Valdés. 
 
Magia turca
 
La ocasión más clara de la primera mitad fue tejida entre los tres alfareros de la orilla del Manzanares, Arda, Koke y Villa, con toques precisos, milimétricos, cada uno acercando un poco más la jugada a la sede de la Unesco, sobre todo cuando el turco sentó a Piqué y sacó el recurso de los grandes, la puntera. Sin embargo, se topó con una reacción todavía más espectacular que su remate, y el vuelo de Valdés evitó que los de Simeone se fuesen al descanso con ventaja en el electrónico. 
 
En la segunda parte, el Atlético cambió su argumento futbolístico y decidió intentar ganar al Barcelona jugando mejor que él al fútbol en su estadio. Los diez primeros minutos fueron un vendaval rojiblanco, y de nuevo Víctor Valdés se tuvo que emplear a fondo para evitar que el balón terminase dentro de su portería, esta vez desviando un tiro de Villa tremendamente ajustado.
 
Sin embargo, el fuelle del Atlético no duró mucho más y los locales se hicieron dueños, esta vez de verdad, del partido. La ofensiva blaugrana empezaba a hallar grietas en el armazón madrileño: primero Neymar llegó a un centro desde la banda derecha y decidió dejarla de primeras hacia el centro, no encontrando ningún rematador por fortuna para los intereses atléticos; después, Filipe volvía a resultar providencial al detener nuevamente a Messi cuando lo tenía todo para marcar. 
 
Expulsión 
 
Filipe Luis dejó a su equipo con un hombre menos a falta de diez minutos para el final tras un forcejeo con Dani Alves, en el que quizás los dos debieron resultar expulsados, quizás ninguno, pero que el resultado final se saldó con una roja para Filipe y ningún castigo para el jugador barcelonista.
 
A partir de ahí, el Camp Nou se disfrazó de hospital psiquiátrico y el partido entró en una espiral de locura, con el Atlético renunciando hasta a contragolpear, con Miranda cometiendo un penalti evitable sobre Pedro y con Leo Messi mostrando definitivamente sus ganas de dormir solo errando la pena máxima.
 
Al final, empate a ceros con polémica arbitral (Arda también fue expulsado, ya en el banquillo) y otro título más para el Barça, aunque la sensación después de la Supercopa es que ya hay un rival más que pueda pelear los siguientes trofeos al equipo culé.