La trayectoria deportiva de Óliver Torres se desarrollaba con total normalidad jugando en el Juvenil del Atlético de Madrid, a las órdenes del exfutbolista rojiblanco Óscar Mena. Entre partido y partido, levantaba los “olés” de la grada y abría las bocas de aficionados atónitos ante tanta magia en las piernas de un futbolista enclenque y físicamente muy frágil. En apenas unos meses, una convocatoria con el primer equipo, una gira y un contexto difícil de encajar, la de encontrar un futbolista que ejerciera de Diego Ribas, sembraron un año completo de dificultades para un jugador al que la fama y el reconocimiento le llegó sin apenas tiempo para digerirlo.

Sin estar del todo formado, a Óliver Torres lo tiraron a los leones. Sin paciencia pero exigiendo que el chico no tuviera margen de error. Señalado como un salvador del primero equipo a sus 18 años por la mala planificación y la falta de recursos económicos que evitaron encontrar un ‘10’ en el mercado de fichajes, no tuvo un camino gradual que le sirviera para aprender. Entrenaba con el primer equipo y lo convocaban dominicalmente con el filial, sin oportunidad de jugar de titular, algo lógico cuando Santaelena no podía preparar los partidos con él. Por momentos, Óliver perdía la sonrisa que luce cada vez que ve el balón en sus pies.

A Óliver Torres lo tiraron a los leones, sin tener paciencia ni planificación. No hizo un camino gradual pero ha sabido doctorarse en un año

La situación no le pudo. Los esfuerzos de su madre y su familia cuando era pequeño para triunfar en el mundo del fútbol motivaban que no falleciera en el empeño. Porque Óliver Torres es muy bueno. Y aquellos que lo hayan visto jugar no tienen duda de ellos. Esta temporada no tiene porque ser su año, a pesar de tener ya ficha del primer equipo y haberse quedado en la disciplina que dirige Diego Pablo Simeone en lugar de irse cedido, como su gran amigo Saúl Ñíguez. Sabe que es una temporada para adquirir experiencia. Ya ha debutado en la Champions League y es el premio a la paciencia que ha tenido un futbolista que solo piensa en jugar al fútbol, en ser un complemento al magnífico grupo que ha construido a base de esfuerzo, trabajo y dedicación Diego Pablo Simeone.

Óliver Torres es el jugador de la historia del Atlético de Madrid que más rápido ha marcado un gol en su debut como titular. Ha necesitado, únicamente, catorce segundos. Un saque desde el centro del campo, dos jugadores corren hasta el área rival y los futbolistas de segunda línea se suman al ataque. Allí merodeaba Óliver Torres que, como buen pillo, esperó en el segundo palo una asistencia del pasador por antonomasia, Koke Resurrección.

Óliver Torres aprovechó la oportunidad. Tuvo su momento como titular en detrimento de un Arda Turan que pedía a gritos un descanso para sus fatigadas piernas. No fue su mejor partido, pero su encuentro fue lo suficientemente aceptable para presentarse ante su afición como la joya del futuro, por si alguien aún lo desconocía. Sabe que tiene que mejorar muchos aspectos aún, como recalcó su entrenador. “Si me das 10 minutos buenos, mañana tienes 20, pero si me das 20 malos, mañana no los tienes”, advirtió en una entrevista a MARCA. Su ratito contra el Barcelona contra el Barça, donde estuvo fallón, sentenció momentáneamente al extremeño. Con su gol, Óliver se doctora en el Calderón y presenta su tesis a jugador de futuro a un entrenador que sonríe cada vez que baila por el césped.

Óliver Torres solo erró en aquellos pases donde tuvo que arriesgar