Como suele decirse, "el éxito no consiste en no caer nunca, sino en levantarse después de cada caída". Y Gabi Fernández sabe lo que es eso. Poner corazón, trabajo y sacrificio en todo lo que hace le ha servido para ganarse el reconocimiento del panorama futbolístico nacional, pese a no ser uno de los futbolistas que acaban siendo la cara visible de los grandes triunfos.

Gabi es mucho más que eso. Su papel dentro del equipo consiste en llevar a cabo esa labor que catalogan como 'silenciosa', pero el capitán rojiblanco ha dejado a un lado ese silencio y lleva años dando mucho que hablar. Ahora, el Calderón reconoce su entrega en cada partido, corea su nombre, aplaude su sacrificio y entiende que el rojiblanco es la extensión de la afición sobre el verde.

Duros comienzos que merecieron la pena

Sin embargo, el reconocimiento nunca llega sin esfuerzo, y el madrileño tuvo que luchar muy duro desde los inicios. Debutó en el 2003 con el equipo colchonero en la derrota frente al Sevilla FC (4-0), y por aquel entonces, sus entrenadores actuales, Simeone y el 'Mono' Burgos, también formaban parte del equipo.

Tras un año y medio sin apenas jugar en el cuadro rojiblanco, salió cedido en 2004 al Getafe CF, equipo en el que sus buenos números le permitieron volver a las orillas del Manzanares, donde permaneció hasta el verano de 2007, cuando apareció el Real Zaragoza y se hizo con sus servicios.

En Zaragoza permaneció cuatro temporadas y creció en cada una de ellas. Llegó a un proyecto ilusionante, que terminó convirtiéndose en un inesperado y doloroso descenso de categoría, pero el centrocampista no quiso abandonar el barco aragonés y se quedó para devolver al Real Zaragoza a Primera. Durante la campaña en Segunda División, Gabi empezó a liderar a los blanquillos. Su capacidad de creación, su habilidad para controlar el juego y su gran despliegue en cada choque, fueron algunas de las causas por las que los maños ascendieron ese mismo año.

Ya de vuelta a la máxima categoría del fútbol español, el madrileño estrenó el brazalete de capitán zaragocista. Brazalete que siempre defendió con orgullo y casta, siendo el pulmón de un equipo que tiraba de él cuando las piernas flojeaban. Así, en su último curso (2010-2011) en la capital del Ebro, se erigió como auténtico ídolo de La Romareda y cuajó una campaña brillante, cuyo broche de oro ponía al conseguir los dos tantos que darían la salvación al Real Zaragoza en el campo del Levante en la última jornada liguera.

Vuelta a casa por la puerta grande

Cuatro años inmejorables fuera de Madrid hicieron que el Atlético volviera a por él. Fue entonces, en el verano de 2011, cuando Gabi volvió a la que es su casa, para defender el escudo que lleva en el corazón. Años atrás, se había marchado del Vicente Calderón como uno más, sin hacer ruido, y volvía por la puerta grande, con la estela de jugador importante.

En su primera temporada de vuelta, se convirtió en el segundo capitán, solo por detrás de Antonio López. Nadie mejor que él. Y pese a que su llegada no causó mucha expectación en un verano en el que multitud de ventas importantes mermaron al equipo de la capital, poco tardó Gabi en ganarse el respeto de la hinchada colchonera y demostrar que nada tenía que ver con el futbolista que cuatro años atrás había tenido que marcharse para seguir creciendo.

Tanto fue así, que tan solo unos meses después fue Campeón de la Europa League, tras imponerse por tres goles a cero al Athletic de Bilbao, y, ese mismo verano, consiguió alzarse con el segundo título consecutivo en sus dos primeras finales, la Supercopa de Europa que le ganó al Chelsea tras el 0-2 final. Fue en esta segunda ocasión, cuando Gabi, como capitán, se subió por primera vez a Neptuno para enfundarle la bufanda y bandera rojiblancas, y coronarlo como 'rey de Madrid'.

2013, un año lleno de éxitos

Campeón de la Copa de SM El Rey

Tras unas temporadas en las que la carrera de Gabi Fernández ha sido el fiel reflejo de que la constancia, unida al talento, todo lo pueden, el 2013 ha sido un año inmejorable para él.

El capitán colchonero ha vuelto a ganar otro título con el Atlético de Madrid, en esta ocasión la Copa de S.M. El Rey. Fue el 27 de Mayo, cuando los rojiblancos vencieron 1-2 al todopoderoso Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Los 'indios' tocaron el cielo, demostraron que la mentalidad ganadora de Simeone se traspasó a todos y cada uno de sus futbolistas durante todo el encuentro. Madrid fue rojiblanca, y el Atlético cerró una temporada de ensueño, en la que terminó también clasificándose para jugar la Champions League.

La sangre en la nariz con la que Gabi subió a recoger la Copa entregada por S.M. El Rey Juan Carlos, su grito de furia, su energía para levantar el trofeo, su sonrisa... Todo fue el fiel reflejo de lo que, hoy por hoy, es el Atlético de Madrid. Ese equipo que ha vuelto para quedarse, que piensa en ir partido a partido para coronarse como uno de los grandes. Y Gabi, su capitán, es pieza clave de este proyecto, el alma de un equipo que ha vuelto a encontrar el camino hacia la gloria.

Lesión por la que todos temieron

El 6 de octubre, en el partido correspondiente a la jornada 8 de Liga, que enfrentó al Atlético con el Celta de Vigo, el corazón del Vicente Calderón se encogió cuando vió caer a su capitán, retorcido de dolor, sobre el césped, mientras se echaba la mano a la rodilla izquierda. Gabi tuvo que ser sustituido, y al finalizar el encuentro, cuando todavía no se sabía el alcance exacto de la lesión, el vestuario quedó tocado, sabedor de que perder al '14' rojiblanco era perder parte de la fuerza de este equipo.

Parecía algo más serio, pero finalmente no fue así. El madrileño sufría un esguince de grado II del ligamento lateral externo de la rodilla izquierda, que le iba a mantener retirado de los terrenos de juego, en principio, tres semanas. Contra todo pronóstico, Gabi volvió a jugar a los 15 días de sufrir la lesión y no se perdió ningún encuentro al haber parón por selecciones.

Capitán de un Atlético colíder

Tan fuerte ha vuelto a pisar el equipo madrileño, que esta temporada, cuando tan solo quedan dos jornadas para terminar la primera vuelta, el Atlético de Madrid marcha colíder de Primera División, con los mismos puntos (46), que el FC Barcelona. Pese a ello, Simeone sigue manteniendo la calma y concienciando a sus pupilos, día a día, de que no pueden pensar más allá del próximo partido. La clave del éxito, hasta el momento.

Su concentración y su espíritu de capitán no pasan desapercibidos en cada choque. Prueba de ello fue la situación que se vivió en el último partido de competición domésica frente al Levante. Los rojiblancos perdían 0-1, cuando Godín puso el empate en el marcador y se fue a celebrar el tanto con los compañeros. Una vez más, allí estaba Gabi para poner la concentración entre los suyos, y recordarles que no valían celebraciones, que había que ir a por el partido porque el punto no servía. Actitud irrepochable. Actitud de capitán.

Simeone, orgulloso de su '14'

El 19 de octubre, tan solo 13 días después de su lesión, Gabi igualó a Simeone en partidos oficiales jugados con la camiseta del Atlético de Madrid. Dos meses después, esa cifra ha aumentado considerablemente y ha dejado patente la importancia que el madrileño tiene en el equipo del entrenador argentino, leyenda del club colchonero.

En multitud de ocasiones, Diego Pablo Simeone ha elogiado públicamente al pilar de su escuadra. Siempre ha defendido que en Gabi ha encontrado un hombre que le sorprendió, y que se siente tremendamente orgulloso de que él sea el portador del '14' que un día hizo grande el argentino.

El 'Cholo' se ve reflejado en el actual capitán, y ha manifestado constatemente que Gabi es el pulmón de este Atlético de Madrid que camina imparable en todas las competiciones (Liga, Champions League y Copa del Rey). Sin duda, el centrocampista es la extensión del argentino sobre el césped, el fiel reflejo de lo que Simeone quiere que sea el Atlético: garra, constancia, lucha, actitud y pundonor. El hombre que siempre sale concentrado y empuja al equipo cuando las fuerzas empiezan a flaquear.

Gabi Fernández. El capitán atlético. El alma del grupo. El triunfo de un sueño. La firme demostración de que, muchas veces, el corazón supera al presupuesto.