Se acerca el verano de 2013. Tiago Mendes se decide entre renovar con el Atlético de Madrid, donde encontró la felicidad tras una aciaga experiencia en el Calcio -menos de 50 partidos con un papel poco más que residual en dos campañas y media con la Juventus-, o escrutar a sus 32 años otras ligas y culturas, a la par que engordar su bolsillo. Simeone, más paternalista que entrenador para con según qué futbolistas, convence al centrocampista de la preponderancia del alma, donde aún le queda hueco para vivir nuevas experiencias antes de asomarse al retiro dorado a contar billetes.

Al Cholo le cuesta pero, como casi siempre, se sale con la suya. Le lleva semanas y hasta meses, pero vence en la porfía a Tiago. Mendes renueva y le da a 'su' Simeone la mano, el brazo y el corazón. Es consciente de que Gabi y Mario, Mario y Gabi, dúo indisoluto y cerebro de un proyecto que se agiganta partido a partido, ocupan el sitio que él quisiera tener. Pero el entrenador bonaerense, prestidigitador no solo de pizarra sino tanto o más de mentes, logra que vea su aparente papel de 'segundón' como toda una oportunidad.

Su titularidad dio la razón, como tantas veces, a quien fue el principal valedor de su continuidad: Simeone

Así, Tiago empieza una campaña en la que tiene que luchar hasta por entrar en las convocatorias. Su experiencia es un grado de vital importancia en el vestuario, en cada entrenamiento, en cada charla, pero no en el verde. Allí, vuelven a ser Mario y Gabi, incluso Koke retrasando su posición desde la que regala goles con la facilidad de los elegidos, quienes marcan el ritmo del Atleti. Hasta que es el primero de los nombrados quien se rompe. La rodilla de Suárez dice basta, le relega a la soledad del gimnasio y la mera compañía de fisioterapeutas y médicos y precipita la titularidad del de Viana do Castelo.

Esto sucede en noviembre, fecha hasta la cual las apariciones de Tiago son tan irregulares -siete partidos de titular de catorce posibles- como brillantes -siete victorias de siete, con dos tantos-. Su repentino paso del partido por semana a estar los siete días en el disparadero no le amedrenta. El Atleti no se resiente un ápice, sigue su magnífica racha sin hincar la rodilla y el portugués, unas veces más adelantado y algunas otras vestido de guardaespaldas de la zaga, cumple a las mil maravillas para alegría de todos los atléticos por igual pero de uno sobremanera: ese que tardó meses en convencerle para renovar y que ahora sonríe con la calma del que, una vez más, tiene la razón.

Tras el parón navideño Mario vuelve, y con ello el ostracismo para Tiago. Tras el empate en casa ante el FC Barcelona en liga y la clasificación ante el Valencia para los cuartos de final de la Copa del Rey, desaparece de las alineaciones. No juega un solo minuto en los siguientes cinco compromisos de los colchoneros por problemas musculares y, cuando regresa ante el Almería, se rompe la muñeca en una mala caída tras una dura entrada en una noche aciaga de todo el equipo. No está mucho más que unos días de baja, pero la vorágine de partidos que se sucede impide que vuelva a entrar en una rueda que gira a velocidad de vértigo cuando las tres competiciones llegan a las rondas decisivas.

En esta sucesión de encuentros sin red, donde el error condena sin remisión, Tiago empieza jugando el papel que no le gustaba y al que temía verse relegado: el de espectador, pero sin levantar la voz, consciente de la importancia del bloque. En silencio, tira de dos cosas para alimentar sus esperanzas: la experiencia y la fe. Experiencia, la que acumula quien ha jugado en clubes de la entidad de Chelsea, Olympique de Lyon o Juventus, un futbolista cuyo palmarés supera la decena de títulos, nacionales e internacionales, y que sabe lo que es formar parte de una selección que jugó unas semifinales de Mundial. Y fe, la que tiene en Simeone, quien le prometió que si seguía en el Atleti llegaría su momento. Y vaya si llega. Cuartos de final de Champions League, los suyos buscan sus primeras semifinales en 40 años, y es él quien se calza las botas.

La Champions, territorio del mejor Mendes

Así, disputa la ida en Barcelona, donde el equipo va de más a menos y sufre, pero saca un más que valioso empate. Y el fin de semana, ante el Villarreal, juega casi una hora, lo justo para mantener el ritmo y que el cansancio no amenace. Tiago está listo para ser titular en la vuelta, en el partido más importante del Atleti en muchísimo tiempo, frase cada vez más recurrente desde que Simeone comanda la nave colchonera, pero también cada vez más cierta.

Y es precisamente cuando el escenario es mayor y la exigencia casi infinita cuando el luso más brilla. 90 minutos excelsos del bloque, donde el veterano centrocampista que cumplirá en un mes los 33 años comanda la nave con la inestimable colaboración de Gabi, a quien no le preocupa tener a su lado a Mario o a Tiago, imprescindibles ambos en la rotación y con un rendimiento bestial e idéntico.

Brilla, rutilante, un Koke que apunta a motor rojiblanco y de la 'Roja' por muchos años; se reivindica Adrián, a quien el Cholo adora como si fuera un hijo más; tapa bocas y gana revanchas Villa; Courtois se sale del mapa y Gabi, aunque falle un disparo a placer por golpear sin oxígeno, se gana la ovación de un Calderón entregado a la causa al borde del éxtasis. Pero, tras todos ellos, y en silencio, Tiago marcha al vestuario con una sonrisa de oreja a oreja. Multiplicado en defensa, su labor oscura no consistió solo en correr -el tercero que más de los suyos con 11,3 kilómetros- y robar, sino también en crear. La calma y el sieso de los años, y lo innato de su elegancia y su calidad con el cuero le llevan a ser el mejor ladrón posible. Acierta en el 79% de los pases que da -el mejor del Atlético en este aspecto-, otorgando a los suyos el pase necesario en los momentos donde los nervios paralizan las piernas, siendo el lanzador de las múltiples contras con las que el Atlético pudo matar el partido muchísimo antes de lo que lo hizo.

Ahora, Tiago posiblemente verá reducidos sus minutos en Liga, tarea donde Mario gana enteros. Sin embargo, nadie duda que cuando regrese la Champions, Tiago estará. Podría jugar un minuto, 90, 180 o hasta 300 si el 24 de mayo los de la ribera del Manzanares se asoman en Lisboa a la tanda de penaltis bajo su batuta, pero cuando lo haga volverá a dar una clase magistral. No fallará, como sabe que Simeone no le falló, y tampoco lo hará cuando llegue el momento de volver a conversar, toda vez que su contrato expira nuevamente este próximo 30 de junio.