Hablar del Chelsea es hablar de Terry y de Lampard, de Mourinho o de jugadores que ya no están en el club como Didier Drogba, pero indudablemente, mencionar al equipo inglés es sinónimo también de Roman Abramovich. El millonario ruso se hizo con la propiedad del Chelsea allá por el año 2003, y a pesar de que es complicado conocer el dato exacto, se calcula que ha podido gastarse en estos 11 años alrededor de 1.500 millones de euros en la entidad deportiva londinense. El dato que sí es exacto es que en este período de tiempo, los ‘blues’ han disputado 7 semifinales de la Champions League, así que sus aficionados quizás no estén del todo de acuerdo con eso de que el dinero…

El impacto de Abramovich en Londres fue inmediato. Aquel tipo no iba de farol, y aquel equipo que había sido tercero en la Premier en el año anterior, se encontró de golpe con las incorporaciones de Glen Johnson, Smertin, Geremi, Verón, Duff, Bridge, Joe Cole, Mutu, Hernán Crespo, Makelele y Parker. 170 millones de euros de sopetón y un objetivo claro: llenar la vitrina de títulos nacionales e internacionales.

La subida de nivel fue evidente, y a pesar de que la Liga de Campeones se le resistió a Roman más de lo que le hubiese gustado, en su primera temporada al frente del club alcanzó un lugar al que nunca antes había llegado el conjunto londinense: las semifinales de Champions. En el año del ‘milanazo’ del Dépor y el Oporto de Mourinho, el Chelsea se coló entre los cuatro mejores equipos del continente, aunque cayó en la penúltima eliminatoria contra el AS Mónaco de Morientes, Prso y Rothen.

Llegada de ‘Mou’ y Drogba

Abramovich quedó prendido de aquel técnico portugués que había conquistado el continente el año anterior con el Oporto, y no quiso esperar más tiempo para contratarlo. Mourinho se unió al proyecto del Chelsea en el segundo año del ruso, y con el llegaron Carvalho y Paulo Ferreira, aunque otro nombre todavía más importante para la historia del club iba a llegar a Londres aquel año: el costamarfileño Didier Drogba, quizás el jugador más importante –con permiso de los dos hombres que abren este texto- de la historia del club. En otra Champions para la historia, esta vez por la increíble remontada del Liverpool en la final ante el Milan, el nuevo ‘gallito’ del fútbol europeo también alcanzó las semfinales, aunque cayó ante el futuro campeón tras derrotar al Barcelona y al Bayern de Munich en octavos y cuartos respectivamente.

Tras caer en octavos en la 2005-2006, el Chelsea volvió un año después a ser uno de los cuatro mejores equipos de Europa, aunque nuevamente el Liverpool, su último verdugo en ‘semis’, lo apeó del sueño de Abramovich, un sueño que comenzaba a convertirse en pesadilla para el ruso y que no se convertiría en realidad hasta el año 2012, pero que viviría uno de sus momentos más crueles para el equipo ‘blue’ 365 días después.

La final de Moscú

Parecía que Abramovich por fin lo había conseguido. En uno de los veranos más ‘tranquilos’ en el despacho de Stamford Bridge (únicamente se habían gastado unos 50 millones de euros en jugadores como Ivanovic, Belletti, Malouda o Anelka), el Chelsea alcanzaba la final del trofeo deseado. Tras la fase de grupos, Olympiacos, Fenerbahçe y Liverpool habían sido derrotados por el equipo inglés, que viviría un duelo regional precisamente en el país de origen del dueño del club, Rusia. Moscú era el escenario donde Manchester United y Chelsea se veían las caras para levantar la ‘orejona’, y todo hacía indicar que serían los londinenses los que se alzarían con el título.

Avram Grant alineó aquella noche nada más y nada menos que a Cech, Essien, Carvalho, Terry, Cole, Makelele, Ballack, Lampard, Joe Cole, Malouda y Drogba. Enfrente estaba el United de Rooney y Cristiano, y sería precisamente el portugués el encargado de abrir el marcador aquel 21 de mayo, aunque su tanto inicial sería neutralizado por Lampard en el minuto 45.

El electrónico no se movió y el destino parecía reservar un paraje épico para la primera Copa de Europa de Roman Abramovich, aquella que había ansiado durante tanto tiempo y por la cual no había escatimado en gastos. Ronaldo falló su penalti y los ‘blues’ acariciaban el título con las manos. Pero Terry, primero, y Anelka, después, decidieron de forma involuntaria que el momento aún no había llegado.

Iniestazo

El Chelsea estaba, un año después, a las puertas de una nueva final. El árbitro estaba a punto de decretar el final del partido cuando ocurrió una sucesión de hechos recordada por todos los aficionados del fútbol en España, especialmente por los hinchas del Fútbol Club Barcelona: Balón a la olla desde la derecha, la zaga local mete la cabeza, Essien no acierta a despejar y Messi termina habilitando al Dios del fútbol, que al parecer había decidido bajar a Stamford Bridge aquella noche para convertir al paganismo a un Roman Abramovich que ya no sabía qué tenía que hacer para lograr ganar la competición de clubes más prestigiosa del mundo.

Tras aquel varapalo, el Chelsea de Abramovich estuvo por primera vez dos años consecutivos sin llegar a semifinales de Liga de Campeones, aunque la espera tuvo sus frutos, y el ruso pudo, en el año 2012, inscribir su nombre con letras de oro en el balompié internacional.

Once años, siete semifinales y un título después, los ‘blues’ tienen ante sí la oportunidad de continuar haciendo historia, aunque para ello tendrán que derribar ahora a un rival que ya se sabe, mientras los otros duermen, prefiere seguir soñando más fuerte.