Urge con necesidad someter a Diego Pablo Simeone a un test biológico para comprender y buscar respuesta a qué relación sentimental guarda con las rayas de color rojo y blanco. Tiene un nexo especial con las franjas verticales de esta tonalidad, pues cada vez que las orquesta en el campo hace nacer milagros. La pureza del blanco con la sangre del rojo. Un cóctel explosivo. Solo se puede encontrar una explicación de esta manera, pues ni con Racing, equipo de su corazón de donde salió tarifando, ni con Catania en su primera aventura europea, logró los éxitos y milagros que sí ha conseguido, primero, con Estudiantes de la Plata y, después, con el Atlético de Madrid.

Lo cierto es que no hay ninguna fórmula secreta. Porque Simeone se encargó desde el primer momento en dar a conocer su recetario. Claves como que “el esfuerzo no se negocia”, sentir lo colectivo por encima de lo individual como si de una familia se tratara y entender “el partido a partido” como camino que augura los éxitos. El Atlético de Madrid ha ido semana a semana hasta alcanzar la final de la Champions League y a estar liderando la tabla de la clasificación, con cuatro puntos más que el segundo clasificado (FC Barcelona) a falta de tres jornadas para el término del campeonato.

Simeone ha instalado la cultura del esfuerzo en el vestuario del Atlético de Madrid. Sigue el ejemplo que propugnó el jugador de baloncesto Larry Bird, que decía con ironía que cuánto más entrenaba, más suerte tenía. Ha cambiado el chip a los jugadores. Ha desterrado la leyenda del “Pupas” y la de “la mujer barbuda” en torno a la disciplina del ‘Cholismo’, atendiendo a factores externos a la cancha como lo es la  mentalidad.

Ha convertido un equipo abatido en un conjunto ganador, sin límites y cuyo techo es infinito. Agarró una plantilla sin aspiraciones tras caer eliminados en la Copa del Rey contra el Albacete, un Segunda División B, con Gregorio Manzano en el banquillo. La realidad es que ‘el Cholo’ es el principal causante de esta bonanza que vive el Atlético de Madrid y su hinchada, pues maneja en la actualidad hasta a 15 jugadores que pertenecían a la plantilla que tenía a Manzano como entrenador y hasta a ocho jugadores que disputaron aquel trágico partido copero que supuso su despido.

Trabaja el aspecto mental, la unión del equipo y cede el testigo a su cuerpo técnico para que también participe en mejorar cualidades como el físico, la táctica y la técnica. Confía la metodología de entrenamiento a Germán ‘Mono’ Burgos y la preparación física a Óscar ‘El Profe’ Ortega, artífice del increíble rendimiento que demuestran ‘Los Guerreros del Cholo’ en el césped. Ya piensa en el Levante y tiene Lisboa en el horizonte, mientras el aficionado rojiblanco se acuesta recordando la verdadera esencia de su equipo, la de un conjunto histórico y ganador, conocido en Europa y que tuvo su periodo de esplendor en la década de los 70.