Dice el refranero español, sabio, aquello de que no hay dos sin tres. Máxima esta que deberá grabarse a fuego el 'cholo' Simeone de cara a la finalísima de este sábado frente al Real Madrid, pues será la oportunidad de firmar el triplete tras haberse proclamado campeón en las dos disputadas con anterioridad como entrenador del Atlético de Madrid.

Todo empezó en Bucarest

Diego Pablo llegó al banquillo del Atlético de Madrid tras un sonoro batacazo en Copa del Rey ante el Albacete que precipitó la destitución de Gregorio Manzano. Desde el mismo día en que aterrizó en Madrid se planteó el objetivo de devolver la alegría al club. Sabedor de que para ello hacía falta levantar títulos, centró la temporada en conseguir rápido la calma en Liga para abordar la Europa League, donde llegó el resultado esperado.

En Bucarest aparecía enfrente el peor rival posible: un Athletic de Bilbao que, de la mano del 'loco' Bielsa, sorprendía a propios y extraños con resultados y un fútbol divino. Nada que detuviera a los colchoneros, que con una lección táctica de repliegue y contragolpe se adelantaban a los siete minutos, merced una individualidad maestra de Falcao que desnudó las carencias de Amorebieta y puso un zurdazo en la misma escuadra.

Apenas media hora despues, mismo goleador y distinta víctima. La terrible presión rojiblanca propició un robo casi en el área rival que terminó con un pase al colombiano de Arda para que el por aquel entonces mejor '9' del planeta hiciese el ovillo a Aurtenetxe. Diego sería el encargado de poner la puntilla a cinco minutos del final, yéndose hasta de su sombra para batir, cruzado y con la zurda, a un impotente Iraizoz.

La segunda muesca, en territorio enemigo

Los del técnico bonaerense alcanzaron, en la misma competición que el año previo les puso a los caballos, la final. La Copa del Rey quería ser testigo de una hazaña y así fue. Tras casi dos décadas de infaustas e infructuosas visitas al eterno rival, el Atlético de Madrid le quitó a su vecino el trofeo en su propia casa.

El encuentro no comenzó bien: el Real Madrid era muy superior, y pronto plasmó tal superioridad en el marcador. De la forma más inesperada, a balón parado, el Atleti encajaba un tanto tras un inapelable cabezazo de Cristiano Ronaldo. Respondió antes del descanso Diego Costa tras un jugadón de Falcao, pero la tónica era de dominio merengue con los visitantes entregados a su suerte y confiando en una jugada aislada.

Pero con el paso del tiempo al Madrid le fue abandonando el físico... y la suerte. Entre cansancio y disparos a la madera, los locales fueron cayendo en picado hasta que en la prórroga sufrieron el poderío aéreo del Atlético, que se llevó el triunfo con un cabezazo tras segunda jugada de Miranda, con el que el brasileño entraba en la historia del cuadro del Manzanares. Dos de dos para Simeone.

Miranda corre a celebrar su gol. (Foto: Jaime del Campo - VAVEL).

Buenas cifras en las analogías

Otras tres 'finales' ha disputado también Simeone como entrenador indio, si bien no lo eran en la estricta teoría. La primera la Supercopa de Europa, que no tiene consideración de final, entendida esta como el último encuentro de un torneo, sino de torneo definido a un partido. Como campeones de la Europa League, los rojiblancos se plantaban disfrazados de Cenicienta en Mónaco, papel que apenas les duró seis minutios, los que tardó Falcao en cazar un pase al espacio para definir con sutileza, y con la zurda como en Bucarest, evitando la media salida de Cech.

No se detuvo el colombiano ahí, y trató de superar su actuación ante el Athletic. Dicho y hecho: gol en el 19 idéntico al que abrió el marcador ante los leones, zurda, palo largo y adiós telarañas. Y antes del descanso se aseguró llevarse el balón definiendo tras una conducción kilométrica de Arda, que le vio entrar como un toro y se la dejó mansa para que entrase con ella hasta la cocina. Miranda redondeó la fiesta en un rechace para que el posterior maquillaje de Cahill no fuese más que eso.

Otra Supercopa supuso el único lunar de Simeone buscando alzarse con un trofeo. Fue la de España este mismo año, cuando de la mano de un gran David Villa los suyos se quedaron con la miel en los labios tras el empate a un tanto en casa ante el FC Barcelona, sin que el marcador se moviese para ningún lado en el encuentro de vuelta disputado en el Camp Nou.

No tardó en llegar el resarcimiento, el pasado sábado en el mismo escenario. en la última jornada de Liga, FC Barcelona y Atlético de Madrid llegaban como si de una final se tratase. La victoria local les daba la liga, el empate y la derrota supondrían teñirla de rojiblanco, por lo cual pese a la teoría la práctica vestía este encuentro de final. Y esta cayó del lado de los de Simeone, merced al empate a un gol que firmó Godín en la segunda mitad.

Así pues, el expediente del preparador argentino es casi impoluto. Cuatro victorias en cinco 'finales', dos de dos tirando de literalidad. Momento único para ganar, en la competición de las competiciones, la tercera para el especialista en finales.