El Atlético de Madrid saltará esta noche (20:45 horas, Canal + Liga de Campeones, TVE) al impecable césped del Estadio Da Luz sin haber perdido un solo encuentro en toda la competición desde que echara a rodar en el mes de septiembre. 12 partidos: nueve victorias y tres empates, ante Barcelona en el Camp Nou, ante el Chelsea en el Vicente Calderón y ante el Zenit en la fría Rusia, en noviembre. Sin embargo, el llegar invicto a la disputa de la final no es sinónimo de éxito. Ni mucho menos. 

La historia reciente de la competición nos lo ha mostrado y los precedentes al respecto son cuantiosos. Equipos que firmaron una Copa de Europa sobresaliente sin perder ningún partido, pero que al plantarse en la gran final cayeron derrotados y el ansiado trofeo fue a parar a las vitrinas de la escuadra contrincante. Ergo: no importa lo que hayas logrado antes, lo bien que lo hayas hecho o lo mucho que te hayan elogiado; si pierdes la final se borrará lo anterior y caerás en el olvido. 

El Manchester acudió a cuatro finales sin perder ningún encuentro: ganó dos

Hace ya tres lustros que Bayern Munich y Manchester United midieron sus fuerzas en el Camp Nou en una final de Champions. Corría el año 1999. El conjunto inglés, dirigido por Sir Alex Ferguson, había firmado un buen torneo, que no espectacular, pues en la fase de grupos habían sido segundos, quedando por detrás de, precisamente, el Bayern Munich. El conjunto británico llegó a la cita del Camp Nou invicto y logró vencer a los alemanes (2-1) en unos últimos segundos agónicos, quedando esos instantes para la historia de la competición. El United lo había logrado, habían levantado el trofeo sin perder un combate. 

Desde aquel apoteósico final de siglo, y hasta ahora, el (entonces) Manchester de Ferguson se ha encontrado en idéntica tesitura en otras ocasiones: en 2008, 2009 y 2011. Solamente en la primera corrió la misma suerte que en el 99: no perdió ni un solo partido en toda la competición y, además, ganó la Champions empatando la final y logrando el título por penaltis al Chelsea. Por el camino apartó de su trayectoria a Barcelona (como el Atleti), Roma y Olympique Lyon, para acabar el torneo enfrentándose al millonario club de Abramovich. 

A partir de ese instante, el malfario se apoderó del United. En la edición del año sucesivo, la 2008-2009, los pupilos de Ferguson fueron a trompicones durante toda la competición. En la primera fase, la de grupos, quedó primero pero ganó solamente dos partidos, empatando los cuatro restantes ante Villarreal, Celtic y Aalborg. En octavos batió al Inter, en cuartos al Oporto y en semifinales al Arsenal, pero en ningún momento convenció, pese a no perder. En la final de Roma el Barça de Guardiola se impuso 2-0 al Manchester, impotente toda la noche. La primera, única y más dolorosa derrota. 

En 2006, Arsenal y Barcelona, invictos ambos, se dieron cita en París

Dos años después, la misma historia y el mismo rival: el Barcelona de Guardiola en la final de Wembley. Tampoco había perdido el Manchester United a lo largo del torneo, habiendo conseguido ganar los dos partidos al Chelsea en cuartos de final y los dos al Schalke en semifinales. Pero el equipo catalán se mostró claramente superior y propinó un 3-1 a la escuadra de Ferguson. De nuevo, la primera derrota llegó en el último encuentro. 

Particular fue el caso de 2006. Arsenal y Barcelona aterrizaron en París invictos tras disputar 12 partidos. El destino otorgó a los culés su segunda Champions gracias al tanto de Belletti bajo la lluvia parisina. 

Si el Atlético de Madrid perdiese la final por penaltis, sería el primer equipo de la historia en no levantar el trofeo después de no salir derrotado en ninguno de los 13 partidos, tal y como apuntaba ayer en su cuenta de Twitter Mister Chip. 

El hecho de no haber tropezado en ningún encuentro de la competición hace que se le atribuya al equipo de Simeone el papel de favorito, pese a que las casa de apuestas indiquen lo contrario; reciente campeón de Liga e invicto en Champions. El Cholo y sus pupilos son conscientes de ello. En el instante que el balón eche a rodar, las estadísticas, la historia y los acontecimientos pasados tendrán un valor mínimo. Solo importará el presente. Y el presente comienza a las 20:45 horas en Lisboa. 

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Sobre el autor
Pablo Miranda
Periodista con Master en Periodismo Deportivo. Trabajé en Radio Nacional. Me gusta el deporte en general, conocerlo, meterme en sus tripas para poder analizarlo de una forma más acertada. La objetividad, como la perfección, no existe, pero los periodistas debemos aproximarnos a ella, acariciarla. Sólo así nuestro trabajo tendrá sentido.