“Un perdedor no es aquel que no ha conseguido algo por lo que luchaba; un perdedor es el que no lo intenta, el que no se atreve, el que se da por vencido y el que se retira. A veces la fortuna nos sonríe y David vence a Goliat. Pero en la mayoría de las ocasiones nos enfrentamos a batallas que sabemos perdidas de antemano. Y aún así, lo hacemos. Eso es, en definitiva, lo que señala a los verdaderos vencedores” – Rafael Hernampérez.

Existe la cruel afirmación que en el recuerdo solo queda la imagen y la fotografía del equipo campeón, del primero en una competición tanto individual como coral. Se trata de una máxima en el mundo del fútbol que era, en toda su esencia, inquebrantable en su fondo y en su forma. Hasta esta fatídica, melancólica y trágica noche. Nadie se acuerda del subcampeón, una teoría defendida por el legendario Luis Aragonés en la charla previa a unos jugadores que fueron campeones de Europa en el Práter de Viena. No hay mentira más universal que esa. ‘El Sabio de Hortaleza’, a mal que pese, supo mentir bien a sus muchachos para que ganaran a Alemania en la final de la Eurocopa de 2008.

Simeone buscó el punto más alto y ambicioso de sus sueños y lo ha mantenido en pie hasta el final. Ni el más optimista ni el más creyente de las rayas rojas y blancas soñó con tanta fuerza como sí lo hizo ‘el Cholo’ con sus jugadores. Por los tiempos que corren resulta complicado creer en los milagros, pero no queda duda que lo que sí se puede es creer en las personas que son capaces de obrarlos.

Aragonés afirmó en la Eurocopa de 2008 que del subcampeón no se acuerda nadie. Mintió. Este Atleti es y será inolvidable

A su Atlético de Madrid lo condenaron a la caída desde el mes de agosto. Mientras tanto, ganaba al Real Madrid en el Santiago Bernabéu, avanzaba rondas en Copa y Champions, mantenía el ritmo del Barça en la cabeza de la Liga y levantó su décimo título liguero 18 años después. El coreado “ya caerá” se quedaba sin argumentos. La etapa como jugador de Simeone en la ribera del Manzanares sirvió para que entendiera que un atlético jamás se rinde.

El desenlace en la Champions League a esta hemorragia de esfuerzo, trabajo, dedicación y compromiso demostrado por los jugadores del Atlético de Madrid durante más de nueve meses de competición es de lo más desalmado que podía sufrir un equipo que ha llegado a la final sin haber perdido un partido. Existirán audaces oportunistas que salgan a recordar la leyenda del ‘Pupas’ que se ganó el Atlético de Madrid; habrá gente que lo recordará como un perdedor y otros directamente que no los recordarán por ser los subcampeones, como aquellos héroes de 1974 que retaron cara a cara a media selección alemana. Pero la realidad, por suerte, queda muy lejos de estas desafortunadas afirmaciones.

Porque el alegato que defiende que del subcampeón nadie se acuerda jamás ha tenido sentido. Se lo puede corroborar al aficionado del Alavés que lloró con su equipo en una final de Copa de la UEFA perdida, gol en propia incluido, contra el Liverpool. Se lo puede ratificar el hincha obrero que acompañó al Rayo Vallecano, un equipo de barrio, por sus aventuras en Europa. Puestos a recordar hazañas pasadas desafortunadas se lo puede recordar también el aficionado del Real Madrid que vivió con orgullo la Quinta del Buitre, una de las generaciones más brillantes de la historia merengue, capaz de ganar cinco Ligas consecutivas y dos Copas de la UEFA e incapaz de poner el broche de oro con una Copa de Europa que intentaron ganar por activa y por pasiva.

El Atlético de Madrid, para desgracia de algunos, sí será recordado en la historia a pesar de acabar subcampeón en su segunda final de la Champions League. Y lo será no por la ternura que despierta su desgracia, sino por ser un equipo que combatió de tú a tú con los más grandes de Europa y por el enorme orgullo que siente cada uno de los aficionados del Atlético de Madrid por ser colchoneros desde nacimiento. Siempre se acordarán de ellos por lo que no consiguieron, pero se les recordará por las emociones que sí provocaron.