A tres minutos de saborear una gloria que es esquiva para el Atlético de Madrid. Faltó poco, muy poco, para que los hombres de Simeone aguantaran el alud madridista sobre la portería de Thibaut Courtois y convirtieran lo que hoy es "La Décima" en "La Primera". Llegar hasta ahí, para un equipo construido sobre el esfuerzo, el trabajo, el sacrificio y la humildad, era un premio mayor que a punto estuvieron de lograr.

No se ha oído ningún reproche ni ningún lamento en exceso tras lo ocurrido en la capital portuguesa, donde el fantasma de Scharwzenbeck se encarnó en la adónica figura de Sergio Ramos para maldición rojiblanca. No queda sino un poso de satisfacción por el trabajo bien hecho durante toda la competición, en la que el Atlético de Madrid ha sido uno de los grandes animadores del torneo por su trayectoria, por su imagen y por sus conquistas.

Hacían casi cuatro años del último partido rojiblanco en la máxima competición continental y la gente del Calderón tenía muchas ganas de volver a escuchar los acordes del himno más famoso y conocido en el fútbol europeo. La magia de la Champions regresaba un 17 de septiembre de 2013 al Vicente Calderón, cuando el Zenit de San Petersburgo, el primero de los rivales de un grupo en el que también figuraban FC Porto y Austria de Viena; visitaba el Manzanares para inaugurar la temporada europea.

Las dudas que se tornaron en certezas

Había dudas en muchos sectores por ver cómo afectaría al Atlético de Madrid tener que disputar tres competiciones, y las tres a muerte. El rumor era generalizado. "La plantilla es corta, es una utopía pelear por ambas cosas, la Champions les pasará factura"… un excesivo ruido que no alteraron los planes de Simeone y los suyos. "Partido a partido", pensaron, y de esta manera afrontaron el estreno europeo en casa.

Diego Costa estuvo ausente los dos primeros partidos

Y qué mejor manera de debutar esta temporada en Europa que logrando un triunfo en casa para empezar. A pesar de que fue sufrido y costó, el Atlético de Madrid logró sus tres primeros puntos del grupo venciendo al equipo de Spalletti por 3-1. Miranda abrió el marcador antes del descanso, lo empató Hulk con un zapatazo portentoso ante el que no pudo hacer nada Courtois, y lo ganaron Arda con un tanto de fe tras muchos rebotes, y Leo Baptistao al contragolpe.

La siguiente parada del viaje llevaba al país que albergaría la final, pero no a Lisboa, sede de la misma. Oporto, el Duero y Do Dragao esperaban a un Atlético de Madrid que tenía que volver a figurar sin Diego Costa en la alineación por sanción, pero con toneladas de fe y de saber hacer las cosas bien. Do Dragao nunca ha sido un escenario fácil para ningún equipo, y eso quedó patente con el devenir de los minutos, en el que en el primer periodo el equipo de Paulo Fonseca fue mejor y se adelantó en el marcador.

Jackson Martínez mandaba al fondo de las mallas con la testa un buen saque de falta y ponía en ventaja a los locales, en un primer tiempo donde el Atlético no encontró la manera de encontrarle las debilidades al Oporto. Sí lo hizo en el segundo tiempo, donde el guion del partido viró radicalmente. Con fe, con solidez y con la estrategia como principal arma, Godín empataba el partido. A falta de menos de diez minutos para el final una jugada de laboratorio de los de Simeone valía para que Arda Turan marcara el segundo gol y le diera el triunfo al Atlético de Madrid. Sin Diego Costa y con mucha confianza, el Atlético sumaba seis puntos de seis antes de afrontar a la cenicienta del grupo, el Austria de Viena.

La afición del Atlético desplazada a Oporto vitorea a
sus jugadores.
(Foto: Apo Caballero)

Diego Costa potencia al grupo

Los enfrentamientos ante el Austria de Viena supusieron el debut de Diego Costa en la máxima competición continental. Tras dos partidos sin poder jugar a causa de su expulsión la temporada pasada en la fase de grupos de la Europa League, por la que le cayeron cuatro partidos, el delantero de Lagarto apuntaba a seria duda en el encuentro de la tercera jornada, que se disputaba en el Prater vienés.

Simeone jugó al despiste con su hombre más en forma, y hasta última hora no se supo que el hispano-brasileño tendría hueco en el once inicial. Fue una noticia muy positiva, porque el Atlético de Madrid se paseó ante el Austria de Viena en el doble duelo ante los austriacos de las siguientes jornadas. Un 0-3 en la capital del Danubio, en el que Raúl García adelantó a los rojiblancos en uno de los recintos fetiches del fútbol español, mostró la primera exhibición de Diego Costa con la rojiblanca en la Champions. Un doblete del internacional español, con un gran primer gol en jugada individual, ponía al Atlético con un pie en octavos.

En Madrid, se repitió la misma historia. Un conjunto local muy fuerte y convencido de que la victoria no se podía escapar goleó al Austria de Viena. Miranda, Raúl García y Filipe Luis abrieron el camino a la goleada en el primer periodo. Diego Costa la cerró en el minuto 82, en un partido en el que se mostró excesivamente ansioso de cara a gol, con un penalti fallado y varias ocasiones de gol desperdiciadas.

Invictos... hasta la final

El camino en Europa continuaba, y con 12 puntos de 12 posibles, los rojiblancos eran de los primeros en alcanzar la certificación de su billete para octavos de final. Un empate ante el Zenit en Rusia, con gol de Adrián y fallo de Courtois cerca del final, y la victoria final en la visita del conjunto portugués al Vicente Calderón ponían al Atlético en la siguiente ronda con 16 puntos como primero de grupo y cabeza de serie en octavos de final.

Con 15 goles en 6 partidos y tan sólo 3 goles en contra, los rojiblancos llegaban a la siguiente fase de esta Liga de Campeones como uno de los equipos a tener en cuenta en los cruces. Un sorteo en el que el Atlético no salió mal parado y tuvo que afrontar al AC Milan como siguiente escollo en su camino hacia Lisboa. Para los rossoneri, "el Atlético no era lo peor que nos podía tocar", afirmó en su momento Sulley Muntari. El mediocampista ghanés desconocía el potencial de este grupo.

Los rojiblancos llegarían invictos hasta la final. El Real Madrid ha sido el único rival capaz de hacer que los del Paseo de los Melancólicos pusieran la rodilla en tierra en competición europea. 13 partidos, 9 victorias, 3 empates y la derrota final. La campaña europea del Atlético de Madrid ha sido para enmarcar, a pesar de no haberle puesto la guinda del título. Si se mantiene el bloque un año más, el Calderón puede soñar con superar esta hazaña moderna.

La mística de San Siro

La Champions League se transforma cuando llegan los cruces finales. Eliminatorias de 180 minutos donde todo puede pasar y un paso en falso puede ser mortal para las aspiraciones de cada equipo. Y para un equipo sin mucha experiencia en estas lides, jugar ante la mística de San Siro, contra una entidad que suma siete "orejonas" y que guarda tras de sí una historia de éxitos y triunfos mayúsculos, era todo un "Máster en competir en Champions League".

Porque el Milan, a pesar de no pasar su mejor momento, daba respeto. Kaká, Balotelli, Robinho, Montolivo, Taarabt, Pazzini… no son nombres que haya que pasar muy por alto en el concierto europeo. Los rojiblancos pecaron de inexperiencia en los primeros cuarenta y cinco minutos en territorio lombardo, donde los de Seedorf fueron mejores. Una gran parada de Courtois a cabezazo de Andrea Poli y las incursiones peligrosas del ex madridista Kaká complicaron la vida a un Atlético que volvió a ser otro tras el descanso.

Diego Costa ha sido el máximo goleador de los rojiblancos, con 8 goles en Champions. Le siguen Arda Turan y Raúl García, con 4 cada uno

Los rojiblancos, con mucho más aplomo y consciencia de la competición que disputaban, manejaron mucho mejor la marejada que desataba el conjunto italiano cuando trataba de atacar por oleadas. Cerca del final del partido, Diego Costa cabeceó al fondo de las mallas un gol que daba mucha tranquilidad al Atlético de Madrid para la vuelta. Un segundo partido del cruce en la que un auténtico ambiente de Champions llevó a los jugadores colchoneros a la siguiente ronda.

El internacional español, al minuto 3, abría la goleada. El ex del Madrid, empeñado en que el Milan mantuviera su estatus entre la más alta nobleza del fútbol europeo, empataba el partido de cabeza, pero pudo cambiarlo si acierta a marcar una nueva oportunidad que tuvo tras el empate. El que no falló en este caso fue Arda Turan. Un remate del turco que desvió la defensa rossonera evitó que Abbiati pudiera hacer nada por evitar el 2-1 para los locales.

Diego Costa hace su segundo gol de la noche ante el Milan.
(Foto: Jaime del Campo).

El segundo periodo tuvo claro color rojiblanco. Raúl García, entonado toda la temporada, hizo el tercer tanto de cabeza, y Diego Costa, el hombre de la eliminatoria, redondeó el resultado de una noche perfecta para el Atlético de Madrid. Llegaban los cuartos de final, el mínimo exigible para los de Simeone. Todo lo que viniera tras ello, sería un premio al trabajo bien hecho.

El primer favorito a la calle

El sorteo de cuartos de final fue caprichoso. En un bombo con tres equipos españoles, el Bayern Münich, el PSG, el Chelsea, el Manchester United y el Borussia Dortmund, el primer cruce que apareció en la sede de la UEFA de Nyon fue el FC Barcelona - Atlético de Madrid. Un duelo repetido hasta la saciedad esta temporada, que tenía su versión europea también. Una buena noticia, haber evitado al Bayern y al Real Madrid. Una mala noticia, sería un duelo por todo lo alto entre dos equipos que se conocían a la perfección.

Tata Martino y Diego Simeone se profesaban un respeto mutuo sincero. Tras tres duelos en Supercopa y liga, los dos sabían que en apenas una semana, la que transcurría del encuentro del Camp Nou al del Calderón podía cambiar mucho la temporada de unos y otros. La cita en la Ciudad Condal fue especialmente dura en el aspecto físico. Diego Costa y Gerard Piqué fueron sustituidos antes de la primera media hora de juego por sendas lesiones, lo que marcaría el devenir de la eliminatoria. Diego Ribas y Marc Bartra comparecieron en el partido, y la incidencia de uno y otro fue significativa.

Diego Costa no pudo jugar ningún partido completo contra el Barcelona por una lesión muscular

El brasileño, con un gol de antología, dibujó un perfecto misil que se coló por la escuadra de la meta catalana defendida por Pinto, que actuaba en lugar del lesionado en la rodilla Víctor Valdés. En el minuto 71, Neymar Jr. empataba el partido y el Atlético aguantaba un auténtico chaparrón de ocasiones azulgranas, lideradas por un Andrés Iniesta superlativo en la noche de Barcelona. A pesar de todo, Courtois y los suyos echaron el candado a la meta rojiblanca. El empate a uno era un valioso botín que el Atlético cuidó como oro en paño.

Tanto lo cuidó que en veinte minutos trepidantes al comienzo del segundo partido en el Manzanares los rojiblancos ganaban con gol de Koke y habían disfrutado de dos remates al poste de David Villa y otro de Adrián López, que jugaba en el puesto de Diego Costa. La dupla asturiana causó graves problemas a Bartra y Mascherano, centrales culés en el Calderón.

Una imagen clara de lo que ha sido el Atlético todo el año
a la hora de defender. (Foto: Apo Caballero).

El FC Barcelona, muy apático, no aumentó el ritmo del partido según avanzaban los minutos y fue un juguete en manos de un equipo rojiblanco que pudo haber hecho una herida mayor en el conjunto azulgrana. Aún así, el conjunto catalán siempre estuvo a un gol de empatar la eliminatoria. Un cabezazo de Messi fuera, un remate pifiado de Xavi o las llegadas de Neymar ponían la tónica de peligro de un equipo desdibujado y sorprendido por el cambio de Iniesta.

Los rojiblancos, al contragolpe, pudieron sentenciar. Gabi, desfondado, y Cebolla Rodríguez empotraron sus intentos en el cuerpo del guardameta gaditano del Barcelona y le ponían una emoción desbordada al tramo final del partido. Por suerte, cuarenta años después, el Calderón podría vivir una semifinal de la Copa de Europa. El Atlético de Madrid había eliminado a uno de los grandes favoritos a conquistar la Champions, el FC Barcelona.

Mourinho y Stamford Bridge, la coronación

El siguiente obstáculo era un viejo conocido. José Mourinho, entrenador del Real Madrid los últimos tres años, viajaba a Londres para volver a entrenar al Chelsea inglés. En él, el futbolista profesional más identificado con el sentimiento atlético, Fernando Torres, que por primera vez podía pisar la hierba del Calderón desde que abandonara el club en el verano de 2007. La eliminatoria presentaba un alto grado de emotividad para la afición que Simeone y los suyos debían controlar. El rival era conocido, ya se le había ganado en la Supercopa de Europa de 2012, y ahora tocaba jugar en un terreno desconocido. Además, los rojiblancos ya habían dejado en la cuneta a tres campeones de Europa como eran el Oporto, Milan y el Barcelona y buscaban al cuarto.

Las semifinales contra el Chelsea tuvieron una carga emocional muy alta. Hacía 40 años que no jugaban a esas alturas de la Copa de Europa, volvía Fernando Torres, el rival era muy conocido, la final sería contra el Real Madrid...

El primer partido en el Vicente Calderón fue un culto a la competitividad en 180 minutos. El Chelsea renunció a lanzar muchas ofensivas sin Hazard, su principal arma de ataque, y sin Matic, el hombre que les ha dado equilibrio en Inglaterra a partir de su llegada en enero; y lo fió todo a defender con orden cada ofensiva rojiblanca. La lesión de Cech le ofreció al de Setubal una coartada más, si necesitaba alguna, para defender el resultado y tratar de llegar a su campo con todo por decidir. El equipo blue minimizó daños obligando a que los locales atacaran con centros laterales desde lejos y logró su objetivo.

El Atlético no pudo superar el muro defensivo formado por los blues y acabó cediendo un empate a cero que parecía un mal resultado para la vuelta, mucho peor de lo que realmente fue. Si marcaban en el Bridge, a los rojiblancos les bastaba con el empate para clasificarse para la final, pero la historia iba a jugar una de sus típicas malas pasadas a los rojiblancos cuando Fernando Torres disparaba pasada la media hora de juego dentro del área, y su remate tocaba en Mario Suárez para desviarlo al fondo de las mallas.

El símbolo rojiblanco marcaba a su ex equipo y le ponía muy cuesta arriba remontar la eliminatoria. Pero este equipo ya sabía que si quería pasar necesitaba un gol, por lo que el tanto recibido no varió los planes. A base de fe, de coger el balón y de tener personalidad, Tiago buscó la espalda de Hazard y Cole, Juanfran ganó la línea de fondo para centrar al primer toque y un balón que se paseó por el área pequeña lo remató Adrián libre de marca, en una cadena de fallos defensivos del Chelsea que el Atlético provocó muy bien.

Los futbolistas de Atleti y Chelsea se saludan instantes antes del inicio del partido. (Foto: Jaime del Campo).

El asturiano empataba al borde del descanso y obligaba al Chelsea a ir a por un nuevo gol. Tuvo oportunidades el equipo británico, pero no contaban con que nada más arrancar el segundo tiempo, Costa transformaba un penalti que Samuel Eto'o había cometido sobre él. Era el 1-2 y un poso de tranquildad invadió al conjunto madrileño, que dominó una de las guaridas más duras y difíciles de conquistar de Europa. A base de tener la pelota, de la posesión y de juntar el talento de Koke, Arda, Tiago y Mario para la creación, los rojiblancos tomaron Londres. Arda certificó con el 1-3 un partido para la historia. Lisboa ya no era un sueño, era una realidad.

Un final cruel

El final de esta historia es de sobra conocido por todos. El Atlético de Madrid llegó como campeón de liga a la capital portuguesa y con la ilusión desbordada porque estaba ante uno de los momentos más determinantes de toda su historia. El rival, el escenario, la mística, el momento de la plantilla… todo hacía presagiar que esta era una grandísima oportunidad para alzarse con el primer título de campeón de Europa de la historia.

Los rojiblancos no perdieron ningún partido hasta la final. La suya ha sido una Champions casi perfecta

El gol de Godín hizo material la creencia del aficionado rojiblanco. El uruguayo aprovechó con la cabeza una mala salida de Casillas para superarle y marcar un gol que estuvo a tres minutos de culminar con un desenlace muy distinto. El Atlético aguantó hasta donde las fuerzas respondieron, mantuvo el 0-1 hasta el descuento, pero allí apareció Sergio Ramos para desmontar el sueño rojiblanco. La prórroga sólo fue un último acto cruel en el que el Madrid se ensañó en los últimos diez minutos para conseguir "La Décima".

Honor a este Atlético de Madrid, que ha demostrado que el trabajo, el tesón y la fe también sirven ayudan a lograr grandes cosas a los que tienen talento, pero no les acompañan los hados en los momentos determinantes. Los rojiblancos han dado un paso de gigante para acercarse a los más poderosos de Europa en la actualidad, pero ahora deberá hacer los deberes y tratar de asegurar la continuidad del bloque si quiere seguir siendo tan competitivo como esta temporada.

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Sobre el autor
Alberto Sánchez
25 años.Toda una vida dedicada al fútbol.6 años jugando en la Cantera del Atlético de Madrid. Actualmente soy un intento de entrenador de fútbol, jugador de barrio, y camino de periodista. Autor del blog http://iltrequartista10.blogspot.com. Hablando de todo un poco. Atlético de Madrid, fútbol sala, Eredivisie, CD Guadalajara... Todo lo que sea redondo y se juegue en un rectángulo sirve para hablar de ello.