"Godín, vas a quedar en la historia del Atlético de Madrid", celebraba Simeone cuando alcanzó a su guerrero camino del autobús una vez conquistada la décima Liga en el Camp Nou. Porque el cabezazo de Diego Godín no fue un cabezazo cualquiera, sino el cabezazo perfecto, cortado por el mismo patrón que aquel de Miranda en la final de Copa, aquel cabezazo que vale títulos y que te eriza la piel, te deja sin voz y te llena de orgullo.

La predilección de Simeone

La sinceridad con la que el Cholo habla de sus jugadores es digna de admiración, algo que estos agradecen. Palabras de elogio fueron las que ofreció el argentino a Godín, atándole a ese nuevo Atleti que debía construir tras el adiós de algunos de sus más importantes hombres así como la llegada de nuevos futbolistas a la entidad madrileña. "Godín es uno de los jugadores más importantes del club. Nunca le dejaría marchar. Ha mejorado muchísimo en todos los aspectos posibles; futbolísticamente, como líder y como persona. Le deseo lo mejor. Le aprecio mucho y espero que juegue con nosotros en el futuro", aseguraba Simeone tras la magnífica actuación que firmó el defensa con la selección uruguaya para certificar el pase a octavos de final del Mundial de Brasil, eliminando a la siempre dura Italia.

Más de 4.500 minutos acumuló Godín la pasada temporada, tras los 51 encuentros que disputó, todos ellos como titular y todos ellos completos

Godín se ha convertido en uno de los alumnos aventajados de Simeone. El '2' rojiblanco ya formaba parte de la línea de cuatro defensiva allá por diciembre de 2011, cuando el Atlético de Madrid entrenado por Gregorio Manzano quedó apeado de la Copa del Rey por el Albacete, un Segunda B. Pero Simeone era consciente del potencial que se guardaba en esos cuatro hombres que formaban la defensa rojiblanca y, entre ellos, las aptitudes que el uruguayo encerraba en su juego. Así fue potenciando a uno de los mejores jugadores en su posición, a uno de sus mejores guerreros.

51 encuentros disputó la temporada pasada, todos ellos de titular y todos ellos completos, lo que se traduce en más de 4.500 minutos cargados en las piernas del central colchonero. Diez son los goles que firmó Godín durante la última campaña, dos de ellos en Champions League ante Oporto y ante el Real Madrid en la final. Pilar imprescindible en el centro de la zaga, la organización, seriedad y serenidad con la que se trabaja hizo del Atlético de Madrid uno de los equipos menos goleados de todo el Viejo Continente, semifinalista de la Copa del Rey, finalista de la Liga de Campeones y campeón de Liga.

Un total de 172 serán los encuentros que sumará al enfrentarse al Almería el próximo miércoles, cifra a la que llegó Simeone con la elástica rojiblanca. Y si Diego Simeone se convirtió en todo un ídolo de la parroquia rojiblanca, Diego Godín no iba a ser menos. 172 partidos de garra y coraje, esfuerzo y entrega, sacrifico y compromiso. 172 partidos defendiendo los colores rojiblanco, derrochando coraje y corazón. Hablen de Diego Simeone, hablen de Diego Godín. El pupilo sigue los pasos del maestro.

Cabeza de oro

Su coronación llegó el pasado 17 de mayo. El uruguayo voló por el cielo del Camp Nou para alcanzar un balón asistido por Koke desde el córner derecho y empatar un partido en el que la mala suerte se había teñido de rojiblanco y parecía no tener remedio. Entraba en la historia del Atlético de Madrid, como le alentaba Simeone. Se había convertido en el héroe de una noche inimaginable, una noche que parecía no llegar nunca, un título tan ansiado como trabajado. "Ahora entiendo a Ghiggia cuando silenció Maracaná", revelaba casi sin voz y muy emocionado el internacional uruguayo tras el pitido final.

172 partidos defendiendo los colores rojiblanco, derrochando coraje y corazón. Hablen de Diego Simeone, hablen de Diego Godín

Pero aún quedaba más. El 24 de mayo, Godín volvía a vestirse de superhéroe. Igual que surcó el cielo de Barcelona, Diego voló una vez más, esa vez en Lisboa. Convertido en el hombre de moda, en uno de los más aclamados tras su tanto en la última jornada de Liga que valió el título, un testarazo suyo sirvió para abrir el marcador de toda una final de Champions. Superó en el salto a Khedira y batió con el cabezazo a un Casillas irreconocible. La historia se repetía, el Atleti volvía a vivir algo mágico, Godín volvía a vivir algo increíble. El minuto 92:48 de aquella final ya es otra historia...

Con Uruguay, también tuvo la oportunidad de volar y no la desperdició. Natal se vistió de Camp Nou y un nuevo remate del central a la salida de un córner sirvió para llevar a su país a la más inmensa locura y clasificarse para octavos de final. Capitán que siempre cumple, Diego derrotó a toda una campeona del mundo, a la Italia de Pirlo, a una selección histórica. El impecable defensa se llevó la garra rojiblanca al Mundial y Uruguay pudo ver la mejor versión de ese rojiblanco que nunca falla, que siempre está, que nunca se rinde, que siempre aparece.