El partido empezó como el equipo rojiblanco tiene acostumbrados a los suyos. Intensidad, garra y fuerza que se vieron recompensados con un gol a los nueve minutos de partido. Juanfran y Raúl García, conectaban; el navarro vio la carrera de Mandzukic y la puso en el segundo palo, donde el croata remató al fondo de las mallas. Nada pudo hacer Zubikarai mas que reprochar a los suyos la falta de atención en la carrera del nueve rojiblanco.  Un partido que empezaba trabado por las muchas faltas sucedidas en los primeros minutos ya se decantaba a un lado de la balanza. Pero la brusquedad no cesó y la Real, que ni mucho menos se achantó ante el gol rojiblanco, volvía a poner el marcador en tablas a los seis minutos del gol de Mandzukic. Vela, ni corto ni perezoso, viendo la dificultad que acarreaba entrar en área visitante, aproximándose a ella por la derecha, propinó un zurdazo al balón que cerca estuvo de topar con el poste. Ajustado y fuerte, entraba un disparo que Moyá apenas vio.

Quince minutos, dos goles. Se volvía a empezar y la historia seguía igual. Agresividad, que no violencia, ante una grada repleta que alentaba a los suyos a más no poder y que se levantó enfadada a los siete minutos de empatarse el partido. El motivo: una caída de Vela en área rojiblanca tras una zancadilla de Godín. Álvarez Izquierdo erró. Sacó amarilla al mexicano en detrimento del uruguayo, que era el que se lo merecía. Era penalti, pero no lo vio así el colegiado. Hecho que no hizo más que acrecentar la rabia local, que se abalanzaba con furia hacia la meta de Moyá.

Sólo algunas pinceladas de Arda y algunas internadas de Juanfran provocaban a la grada. Mandzukic lo intentaba sin éxito y Godín, en el minuto treinta y cinco, se tuvo que apañar como pudo para sacar un balón que iba, sin pensarlo, a agujerear el arco visitante. Pero apareció el central justo cuando Aguirretxe, que ya había sorteado a Moyá y disparado a puerta vacía, se preparaba para celebrar.

Salvó Godín, por cierto, no sólo a su equipo, sino también a su compañero de zaga; y es que Miranda había cedido atrás confundiendo al delantero de la Real con uno de los suyos y las consecuencias cerca estuvieron de ser catastróficas para los de Simeone. Un equipo, que manejó el encuentro en el último tramo de la primera mitad, aunque sin éxito. Eso sí, a falta de un juego ejemplar por parte de ninguno de los dos bandos, sí fue una primera parte divertida para el espectador.

La segunda mitad empezaba de forma completamente distinta a cómo fue la primera para los colchoneros. Siqueira se fue expulsado con dos tarjetas amarillas en apenas dos minutos. Dos entradas tontas castigaron al lateral, y a su equipo, que se vino abajo con diez. Intentaba el Cholo dar con la tecla dando entrada a Ansaldi por Mario Suárez, debido a la expulsión. Pero para nada. Cierto es que la Real tampoco creaba ocasiones y se limitaba a intentar manejar el encuentro, pero el Atlético de Madrid se topó con la intensidad a la que ellos tienen acostumbrados.  La última media hora no hacía presagiar un cambio en los rojiblancos.

Entraba Griezman entre pitos junto al Cebolla Rodríaguez. Era el último cartucho y la pólvora estaba mojada. Agonizaba un Atlético que ve escapar el liderato ante una Real que se encontraba a la deriva. Sin entrenador, sin suerte y arrastrando una mala racha, el equipo de San Sebastián se creció ante el campeón, que se vio reflejado en el campo y no supo remediarlo.