Visitaba el Atlético de Madrid uno de los campos en los que más problemas e incomodidades tiene para lograr los puntos. Lo hacía tras superar una semana en casa donde Málaga, Olympiacos y Deportivo de La Coruña ponían a prueba la solidez rojiblanca como local. También en una semana movida por los problemas extradeportivos con los seguidores más radicales del conjunto colchonero tras la pelea en el Madrid Río y donde lo deportivo ha quedado escondido en un segundo plano.

Esperaba L'Hospitalet, en el que las rotaciones coperas surtieron efecto y encarrilaron el pase a octavos de final. Y tras el duelo liguero, llega el dulce de la Champions League, con un duelo por el primer puesto del grupo contra la Juventus de Turín en casa del campeón italiano. Pero en casa del campeón de liga la fórmula es harto conocida. Partido a partido.

Y otra vez, con el mismo mantra, con un estilo diferente pero la misma voluntad, el Atlético de Madrid sigue de cerca a Real Madrid y Barcelona en esta pelea de gigantes que el año pasado cayó de canto. Es decir, del lado rojiblanco. La dificultad, sin el factor sorpresa y con los blaugranas renovados en su cara, y un equipo blanco llamado a hacer leyenda, es mayor. Pero el Atlético lució en Elche el traje de gala, el de campeón de liga.

La estrategia, la aliada

Si algo tiene este equipo de Diego Pablo Simeone es que sabe cuáles son sus armas a esgrimir en cada encuentro. Y si hay una que siempre está del lado rojiblanco es la estrategia. Habían transcurrido dieciséis minutos en el Martínez Valero. Es decir, nada. En ese instante, un córner derivó el rumbo del encuentro hacia el lado visitante. Un saque de esquina corto, una sucesión de pases para atraer al rival, un aclarado en el área de manual para que Arda apareciera sin marca. El turco controló mal, pero pudo revolverse y ceder a Giménez, que fusiló al polaco Tyton con la derecha.

El Atlético gana con una exhibición de eficacia y orden"¡Bendita estrategia!", pensarán los seguidores del Atlético de Madrid. El partido estaba donde a los rojiblancos les interesaba, y no sucedía nada que no le interesase a ellos. No hizo falta una exhibición futbolística, sólo de inteligencia, que es la mayor virtud que puede mostrar un equipo para controlar los partidos.

La mayor parte del primer periodo transcurrió en terreno ilicitano, hasta que los franjiverdes descubrieron las carencias de este Atlético, que también las tiene, faltaría más. Siqueira, desconectado, parecía la vía de escape ideal para los de Fran Escribá de poder engancharse al duelo.

Sin embargo, no aprovecharon tal concesión. Apenas tímidas llegadas y lanzamientos lejanos que derivababan en nada, salvo un centro muy cerrado de Damián Suárez que Moyà despejó a córner con muchos problemas. Un lanzamiento fuera al filo del descanso era el epitafio de un primer tiempo donde los colchoneros, sin disparar más que el rival, controlaron el terreno donde se movían mejor que los franjiverdes.

Mandzukic certifica un nuevo triunfo más

Tan sólo necesitó siete minutos el Atlético de Madrid para terminar de dar sentido a la obra que estaba culminando. Carente de espectacularidad, llena de esfuerzo, orden y eficacia. Un balón que roba Gabi en la medular para asistir a Mario Mandzukic, que en una de sus arrancadas contra dos rivales se hace con la pelota y consigue adentrarse en el área. Su disparo, abajo, fuerte, al primer palo, fue imposible para un Tyton sorprendido por el lanzamiento del balcánico. Tercer remate atlético. Dos goles a favor.

El Elche apenas puso en aprietos a los rojiblancosSexto gol del delantero croata en liga, que poco a poco, con más nueces que ruido, hace de su trabajo en la sombra puntos para un equipo que sólo sabe conjugar el verbo ganar en la era Simeone. El Elche, con más vergüenza torera que ganas de hacer daño, tuvo que coger la batuta del partido. Escribá varió al equipo con la entrada de Cristian Herrera y del joven del filial Fragapane; y consiguió agitar las ofensivas de los suyos, que pusieron a prueba a un Moyà atento y seguro.

Un par de remates abajo complicados y un balón que tuvo que despejar Raúl García cerca de la línea de gol casi empañan la oda a la eficacia de este Atlético de Madrid. Ni un gramo de esfuerzo innecesario, ni un error no forzado que les pusiera en aprietos. Y si había errores, todos sabían en qué dirección había que remar.

Simeone lo tenía todo bajo control. Tiago, Gabi y Koke secuestraron el balón los últimos quince minutos, compinchados con un Juanfran de dulce y un Griezmann enchufado. Los tres puntos eran rojiblancos y nadie lo discutió en Elche. El campeón ya luce su traje de gala mediado el campeonato y promete dar pelea por arriba. Hay liga. No apuesten por lo contrario.