Era el cruce de lujo del grupo. Al Atlético de Madrid le valía con perder por la mínima pero los de la ribera del Manzanares no se caracterizan por ser un equipo conformista. Ya saben; ganar, ganar, ganar... Y volver a ganar. Aunque, al final del partido, las palabras de Luis Aragonés se diluyeron entre la muchedumbre italiana, que no dejó de gritar ni un sólo minuto. Ni cuando, a falta de quince minutos para el final, Juve y Atleti ya habían firmado las tablas. 

Primera parte de lujo

Tras una primera ofensiva colchonera, los primeros minutos de partido fueron locales. Varias internadas y una falta al borde del área que Pirlo estrelló en la barrera hicieron que los de Simeone tuvieran que retrasar la zaga unos metros y jugar al balonazo. Pero en una de esas, un balón de rechace llegó a los pies de Koke que pronto estuvo de hacer el primero. Pero ahí estaba Buffon. Vaya mano.

Los primeros minutos fueron locales

Sólo un minuto más tarde, Pogba colgaba un balón que, tras no ser alcanzado por Giménez, hizo a Moyá tener que responder al paradón del portero local hacía sólo unos segundos. Eran minutos de infarto y todavía no se habían alcanzado los primeros diez minutos. Un partido de tenis que los italianos iban controlando poco a poco. La estrategia era clara: Pirlo y Pogba, jugadores por los que, sin excepción, pasaban todos los balones, colgaban la pelota desde fuera del área, y Llorente trataba de sacar la caña. Pero la zaga colchonera es mucha zaga. Por parte de los de Simeone, Arda era el pulmón atlético e igual aparecía pegado a Moyá que por la banda que defendía Lichtsteiner, para el que fue de las pocas molestias de la noche. 

La intensidad de la afición iba acorde a la del partido. La grada no dejaba de animar a un equipo que no paraba de intentarlo. Pero se quedaba en intentos. Cerca de la mitad de la primera parte, Giménez cazaba un rechace de cabeza que hizo a Buffón tener que replegarse y estirarse todo lo que pudo para sacar el balón a córner, y a partir de ahí la contienda bajó el ritmo. Un remate de Llorente que causó pocos problemas a Moyá y poco más. De la mano de la Juve, la afición se calmaba. Tanto que en ocasiones se podía escuchar a los trescientos aficionados que viajaron a Turín para apoyar al Atlético de Madrid.

El partido fue de mas a menos

Mario Suárez y Siqueira recibían una tarjeta amarilla, no así Godín o Gabi, en cuyo caso no podrían jugar el partido de ida de octavos de final. Y es que la presión de los colchoneros comenzaba a surtir efecto, pese a las amonestaciones. El Atlético de Madrid, como en Rugby, iba avanzando metros a costa de leves faltas o despejes de la Juve. Los rojiblancos tocaban y respiraban, el arranque de los bianconeros había causado mella en los subcampeones de Europa, que mostraban signos de cansancio. Pero así, tocando, llegaron los colchoneros en un par de ocasiones a tirar a portería. Y se llegaba a la primera mitad de partido. Los de Turín lo dieron todo en la primera mitad sin premio, y eso podría notarse en la segunda. Pero los rojiblancos no se dedicaron exclusivamente a defender. La presión, que en los minutos finales llegó a ser en zona de ataque, también había sido un gran esfuerzo para los de Simeone. Primera mitad de lujo en el Juventus Stadium, la Juve se estrelló contra un muro rojiblanco, pero la calidad de los que estaban sobre el césped se hacía notar.

Empate antes del final

La segunda parte comenzó como acabó la primera. Más pausado el partido que en el tramo anterior, pero la Juve se volvía a hacer con el balón. Más de lo mismo, dominio local, balones para Pogba y Pirlo, y sálvese quién pueda. Y el Atleti podía. La intensidad llegó a provocar alguna ocasión colchonera pese a que la posesión era bianconera. Pero físicamente el Atlético de Madrid mandaba, y la Juve no se encontraba mientras que las tablas, que dejarían las cosas como estaban en el grupo, permanecían en el luminoso. 

Todos los balones de la Juve pasaban por Pogba o Pirlo

A falta de media hora para el final, los colchoneros, sin necesidad de atacar, esperaban la ofensiva local muy bien plantados atrás. Era un muro infranceable y los pocos huecos que encontraban los de Allegri, Moyá se encargaba de taparlos. Además, a varios kilómetros de distancia, en Atenas, el Olympiacos empataba a uno para tranquilidad de la Juventus, que con ese resultado se aseguraba estar en octavos. Sólo un potente disparo repelido por Moyá y una internada de Arda por la banda alteraban la calma. Y los de Turín se quedaban sin ideas, y sin fuerzas. Pero el Atleti tampoco les apretaba e incluso parecía que le otorgargaban la posesión a los italianos.

La inmortal técnica de Pirlo y la potencia de Pogba eran las únicas armas de una Juve que se desesperaba ante la zaga colchonera y sólo lo intentaban desde fuera del área. Y es que Giménez suple, o en todo caso mejora, a la perfección la ausencia de Miranda. Eso sí, Raúl García y Mandzukic poco pudieron hacer más que aplaudir a los defensas con los que comparten camiseta. Contento con el panorama, Simeone mantenía a los mismos once que al inicio y, conforme con lo que se veía, Allegri tampoco movía ficha. Y sólo quedaban diez minutos. Sorprende, por lo menos, que con todo el esfuerzo derrochado por ambos equipos ningún técnico quisiera mover sus banquillos.

Los italianos se quedaron sin ideas, pero el Atleti no se quiso aprovechar

Sendos conjuntos, para decepción de los aficionados, parecían estar firmando un pacto a medida que se aceraba el final, y eso que el Olympiacos iba por delante en el marcador y un gol del Atleti echaba a la Juve de la Champions. Pero el Atleti fue bueno con la Juve y no quiso atacar, aunque quizá se habrían merecido un susto. El árbitro no quiso alargarlo más y sólo descontó un minuto ya que no hubo cambios por parte de ningún equipo. La anécdota del encuentro.

Así las cosas, todo se quedaba como al principio: sin cambios. Tras una primera mitad para la memoria de los aficionados, la segunda aburrió a la grada y terminó con un claro pacto de no agresión. Eso sí, el Atléti, quizá, podría haber pegado un puñetazo en la mesa y pasar a octavos por la puerta grande. Pero pasan primeros.