Mario Suárez no ha sido, precisamente, el jugador más aplaudido por la afición del Atlético de Madrid en los últimos tiempos. En un equipo al que poco se le ha podido reprochar desde hace prácticamente dos años, el centrocampista sí ha sido blanco de algunas críticas, muchas de ellas motivadas por un bajón evidente en su rendimiento y su juego irregular. Lejos parecía quedar aquel mediocentro sólido, fuerte e inagotable que llegó a vestir la camiseta de la selección española y que, sin embargo, ayer volvió a brillar en el Bernabéu.

Porque el canterano es así, y si hay algo que le gusta, son las grandes citas. También las que son dentro del campo, claro. En un mes convulso, en el que se le ha relacionado con diversos destinos alejados del Manzanares, el de Alcobendas ha sacado a relucir su mejor versión cuando el equipo más lo necesitaba, algo que aconteció también en fechas tan señaladas como la final de la Europa League en Bucarest o la Supercopa europea ante el Chelsea.

El partido de Mario en territorio enemigo fue para enmarcar. Cuando se crece, es un jugador inmenso, capaz de potenciar sus principales atributos y, sobre todo, convertir su principal defecto, que no es otro que la salida de balón, en una virtud. Suárez se mostró muy seguro con el esférico entre los pies; consiguió dar tres segundos más al equipo y hallar la elección correcta en el pase en los momentos de más presión madridista e incluso realizó alguna que otra conducción con éxito cuando la situación así lo requería.

Tiago y él maniataron el centro del campo creativo del Real Madrid, que solo llegó con peligro al área rojiblanca en la primera parte, y tirando más bien de centros laterales que de combinaciones por el interior.

La aportación de Mario fue, además, decisiva en dos momentos puntuales que sirvieron para decantar la eliminatoria del lado colchonero. El primero, en el primer tanto del partido. Tras un pase aparentemente inofensivo de Koke en campo propio, fue él quien habilitó a Griezzman, al primer toque, para que el galo terminara por convertirse se en el asistente de Fernando Torres. El segundo, salvando un gol de Cristiano Ronaldo tirándose al suelo que supondría el 2-1 para los blancos con todo un mundo por jugarse todavía.

Quién sabe si el partido de ayer disputado por el hasta el momento jugador del Atlético servirá para frenar su posible salida o acelerar el interés de los hipotéticos compradores. Lo que sí es seguro es que, a este nivel, el equipo que disfrute de sus servicios  tendrá un problema menos por el que preocuparse.