El FC Barcelona dio un paso de gigante hacia las semifinales de la Copa del Rey por el lado aparentemente más duro de la competición tras imponerse al Atlético de Madrid por 1-0 en el envite de ida.

En un partido bronco, y en el que los culés no dominaron en demasía, Juanfran desequilibró la balanza con un penalti tan inoportuno como innecesario que permitió a Messi hacer el único tanto del partido al rechace de su lanzamiento desde los once metros, despejado con infortunio por Oblak.

El Atleti, con un Cholo al mando que siempre aprende de sus errores, siguió un guion que en nada se asemejó al de la Liga BBVA. Con la chulería de un ligón de discoteca un sábado noche, se plantó valiente y vivió los primeros minutos en campo rival. Pese a ello no amilanó al Barça, que respondió de inmediato, pero el planteamiento al menos permitió respirar al aficionado colchonero. Mejor defender lejos del área: buen síntoma.

Tras unos minutos de intentonas de Messi, el Atleti fue cogiendo poso y marcó el ritmo

Un petardazo de Neymar a los cinco minutos sonó a rebato y comienzo de la tormenta, pero se quedó en agua de borrajas. Su disparo al palo largo tras caracolear en la frontal, y que se encontró una gran respuesta de Oblak, sería a la única acción de mérito del brasileño en el primer acto, perdido todo el rato en piscinazos y protestas que ensombrecen al gran futbolista que es. Y como él, el resto. Amenazó también Messi pero el argentino, efervescente, vivió demasiado pegado a la cal y el Atleti defendió las bandas a las mil maravillas.

Pasado el cuarto de hora el Barça demostró que no era el de hace diez días. Con una circulación lenta, sin ideas e incapaz casi siempre de ganar en los duelos individuales por las enormes ayudas en defensa del Atleti, Iniesta era el único capaz de generar peligro, pero no encontró con quién combinar. Y en estas los colchoneros iban encontrando salidas. Fernando Torres, demasiado solo arriba, intentaba sacar petróleo de los contados balones que le caían, pero se sentía como el de las prospecciones en Canarias: casi sin ayudas y con 62.000 personas en contra. Aún así, puso calma y al final en el segundo tiempo incluso se le echó de menos.

Griezmann, muy activo, fue de los que más intentó llegar arriba. Apoyado por un Arda Turan mágico, que en cualquier zona del campo se sale con la suya, se quedó a centímetros de recibir un pase del 'Niño' para una contra letal poco después de cabecear alto un balón dorado que llegaba mejor para Gabi, pero no le vio. Entre medias, Suárez se disfrazó de Abreu para fallar un gol cantado en un despiste defensivo rojiblanco. Si la falla Torres, mañana abre periódicos, y a la hoguera hubiera ido su antecesor Alexis. El uruguayo aún tiene bula, pero cada vez menos. Poco más pasó hasta el descanso, con el Atlético de Madrid hábil para dormir el partido pero falto de veneno para asustar.

De Torres a menos

En la reanudación, primer cambio en las filas visitantes que parecía previsto, salvo hecatombre en el marcador, desde antes de empezar el encuentro: Torres dejaba el sitio a Mandzukic. El ataque cambiaba así de terrestre a aéreo, pero el croata no iba a tener el día y pronto se notó. No se vio una actuación estelar del 'niño', pero cuando no estuvo se vio todo lo que aportó en la primera mitad. En su lugar, el ex del Bayern no dio una a derechas y en unos pocos minutos se mostró negado en la especialidad de la casa: aguantarla y combinar.

Sin Torres ni Griezmann, Arda se quedó solo en su intento por poner balón a la propuesta india

Pasaron más de quince y más de veinte minutos sin una acción reseñable que llevarse a la boca. El Atleti volcaba sus pocas intentonas por el lado izquierdo con Siqueira, pero el brasileño ni se entendió solo, bailando como Rukelie Trollman, ni con ninguno de sus compañeros. Llegó a desesperar al mismo Arda, incapaz de combinar con él. Pese a lo cada vez más desacertado del juego con balón rojiblanco, Simeone no varió lo previsto para la segunda mitad: reforzar la vía aérea. Salió Raúl García por Griezmann con casi media hora por delante y ello cercenó cualquier opción de atacar con calma.

Este cambio, además, terminó por retrasar definivitamente las líneas visitantes. Raúl y Mandzukic juntos, tan similares, no conseguían ejecutar la transición defensa-ataque con velocidad, obviando el error de Simeone al quedarse sin bazas de velocidad en el banquillo. Así, el Barça monopolizaba la posesión sin problemas, aunque sin encontrar manera de resquebrajar la defensa visitante. Solo había dos vías para ello, y las dos terminarían por aparecer. Una de ellas fue Xavi Hernández. El de Terrasa saltó al verde por Rakitic para intentar resquebrajar la muralla con uno de esos pases imposible de defender por lo inesperado de los mismos.

La otra forma, y la que a la postre fue la que dio la victoria al Barcelona, fue la ajena: esperar un error. Con el balón siempre merodeando el área atlética crecían las posibilidades, y terminó por llegar el fallo. En cadena, porque los del Cholo parecían Concha Velasco en los últimos minutos: pérdidas constantes pese a lo interiorizado que tienen la trascendencia de no arriesgar. Y en la jugada decisiva Siqueira, empeñado en que le quiten del once, fue el que perdió la pelota en plena salida. Tras ello falta, balón parado colgado al área y melé. En la montonera de piernas, la de Juanfran impactó claramente en la de Busquets y a este, de espaldas, se le abrió el cielo. Al suelo y a los once metros. Desde allí Messi, humano en esta suerte, falló pero embocó el rechace para desesparación de un Oblak que quería ser héroe. La pena máxima, por cierto, la decretó el linier, peor posicionado y más lejos que González González, que en la segunda parte se dedicó a desquiciar al personal llevase la camiseta que llevase. 

De ahí al final, azote culé. Lucho guardó la ropa -Bartra por Iniesta- pero el tridente quería más. Y si no es por Miranda lo hubiese encontrado, pero el brasileño tocó lo justo un envío de Messi a Neymar que olía a sentencia. Poco más ya y final del encuentro con sensaciones encontradas. El Barcelona, con poquito, se llevó un premio importantísimo. Un tanto en el Calderón huele a semifinal. Los rojiblancos, que dieron un salto cualitativo con respecto al partido de hace semana y media, se llevaron por su parte un castigo algo injusto, si bien su segunda parte no estuvo a la altura. Ahora el Calderón decidirá, pero los culés juegan con ventaja.