Con la baja de Koke por preocupación recibía el Atlético de Madrid al siempre peligroso Rayo Vallecano. Los de Paco Jémez han sacado 9 puntos de los últimos quince posibles a domicilio y el Atlético de Simeone solo ha dejado escapar tres de los últimos quince que se han jugado en el Manzanares, con la derrota ante el Villarreal. 

De buenas rachas iba la cosa, pero todo tiene su fin y este derbi madrileño entre dos de los entrenadores con más carácter y personalidad de la Liga  sería la causa de una de ellas. Apostó el entrenador argentino por un 4-3-3 con Gabi, Suárez y Tiago en el centro del campo. Torres esperaba paciente su turno desde el banquillo, al igual que Alberto Bueno en el banco visitante.

Griezmann es el gol

Salieron enchufados los pupilos de Simeone ante un valiente Rayo que no temían a nada y su formación con tres centrales, arriesgada, era prueba de ello. Estaba el partido en tierra de nadie cuando a los once minutos apareció el más listo de la clase, el más listo del Calderón. Antoine Griezmann, siempre mordiendo en la presión de la salida del balón contrario, siempre con esas ansias de superarse a sí mismo, corrió más que nadie para recoger un mal pase de Zé Castro, último defensa, y ponerse delante de Toño para definir con seguridad y poner el 1-0 en el luminoso.

No agacharon la cabeza los rayistas, pero cuando El Principito tiene su día no hay quien le pare. A los diez minutos de haber abierto el marcador, Antoine volvió a plantarse solo delante de Toño. Mandzukic peinó un balón largo para que el veloz galo le adelantase por la espalda y cerrase una contra perfecta del Atlético de Madrid, batiendo al guardameta franjirrojo con auténtica tranquilidad puntera como solo un Mosquetero podría hacerlo.

Corrían los minutos sin claro dominador. El Atlético esperaba y dejaba tocar el balón al Rayo, al que no le quemaba la pelota y se acercaba con peligro al área rival. Tanto fue así que cuando menos se esperaba apareció Katuka por la banda izquierda centrando para Trashorras. La zaga rojiblanca le concedió metros al capitán para que controlase y, con la zurda, chutase desde fuera del área con aplomo ajustando el balón al palo izquierdo, inalcanzable para Moyá, y acortar distancias.

Se había relajado el Atleti y lo pagó con el gol visitante. Los minutos finales de la primera mitad no consiguieron frenar el crecimiento del Rayo, que fue de menos a más durante estos primeros 45 minutos y terminó cerrando al Atlético en su área, con Kakuta y su banda izquierda como peligro principal rayista.

Fría segunda mitad

Seguía Griezmann siendo el más participativo, pidiendo el balón, ofreciéndose en cada jugada. Pretendía el Atlético el tercero con los dos delanteros acechando el marco rival. Siqueira, empeñado en deleitarse, trabajaba por su banda izquierda sin conseguirlo. En esas estábamos a la hora de juego, con un Atlético volcado en ataque y un Rayo saliendo como podía, cuando volvió a aparecer Griezmann, esta vez como asistente. Manucho, en propio puerta, remató el balón colgado del '7' rojiblanco al que nadie llegó dando el tercero al Atlético.

No le era bastante para el francés y persiguió en su particular lucha por el hat-trick. Un magnífico robo de Mario Suárez con su posterior más que excelente pase para dejar a Griezmann, una vez más, en el mano a mano con Toño. Pero en esta ocasión no supo defiinir el goleador y el balón se marchó por el palo derecho de los rayistas.

Y aún, con el 3-1 en el marcador, Simeone no lo veía claro, se desesperaba en la banda ante las pérdidas de balón de los suyos. Arda trataba de frotar su lámpara antes de dejar su hueco a Raúl García, pero parecía que hoy no era el día, con balones que se perdían y una defensa celeste -vestía así el Rayo- que se les echaba encima a cada paso.

Aprovechaba el Rayo sus ocasiones para salir a pisar campo rival, pero no para volver a acortar sustancias. Bueno, solo ante Moyá, perdonó el segundo de los de Vallecas tras un buen pase de Trashorras a la espalda de Miranda que disparó mordido el delantero sin peligro para el portero rojiblanco.

Y mientras Torres no llegaba a los balones de sus compañeros y no pudo anotar su gol en la ocasión más clara en el descuento del partido, Antoine volvió a fallar solo ante el portero. En una cabalgada de cuarenta y cinco metros a la contra chutó el francés al palo derecho de la portería de Toño, cuando el Calderón ya aguantaba la respiración para cantar el tercero del galo.

No pudo conseguir los tres tantos el francés, pero sí consiguió ser el jugador desequilibrante del partido. 3-1 y a pensar en la vuelta del miércoles ante el Barça.