Era el primer partido sin Luis; o con él, pero allí arriba, mandando desde el cielo. Era el primer partido de una nueva época rojiblanca, el primer partido en el que el Atlético de Madrid jugaba con uno más. El partido en el que podía conseguirse el liderato en solitario, por primera vez desde el doblete del 96. Era el primer partido sin Luis, o con él. Más bien con él.

Luis Aragonés estuvo allí, jugó ese partido. Quizás no saliera por el túnel de vestuarios acompañado del himno del que fue el equipo más importante de su vida. Tal vez no se vistiera con esa camiseta que el club colocó en el vestuario junto a las del resto de la plantilla que después sería campeona. Pero allí estaba. Estaba con San Román y con Adelardo, sujetando también esa gigantesca camiseta con el número 8, su número. El 8 volvía a pisar el terreno de juego del Vicente Calderón.

La afición permaneció ocho minutos en silencio en homenaje a Luis Aragonés

El 8 era el número que marcaba el reloj cuando el estadio rompió el silencio por Luis, cuando su nombre retumbó en cada butaca del Calderón, tras ocho minutos de fútbol en silencio solo para Luis.

Ese partido lo jugó Luis, y lo ganó el Atlético. Era la mejor ocasión posible. Si ya antes había estado el equipo coqueteando con la primera posición de la tabla en Liga, el encuentro ante la Real Sociedad del 2 de febrero de 2014 fue el golpe final. Parecían que los jugadores hubieran estado esperando un momento así, emotivo y motivante, para poder dar la machada a Real Madrid y Barcelona y auparse a sus espaldas, pasarles por encima, y esperar a verles por el retrovisor.

Goleada y liderato

La Real Sociedad solo pudo participar del homenaje como invitado, pues la historia ya estaba escrita desde minutos antes de empezar el encuentro. La historia le debía al Atlético de Madrid una noche como la de aquel día, y sobre todo se la debía a Luis Aragonés. A ese "abuelo" que reprochaba a un cuarto árbitro que pisara el escudo del Atlético en el césped del Calderón, o a ese entrenador que con un beso en la frente del Niño Torres, sangre rojiblanca, predijo que marcaría el gol que haría campeona de Europa a la selección española.

Se lo debía. Y llegó un gol, de Luis; y luego un segundo, también de Luis; y un tercero, y un cuarto, quizás este último de falta, como aquella que hizo soñar con una Copa de Europa en rojiblanco. Casi. Cuatro goles a cero ganó el Atlético de Madrid, que esa noche durmió líder. Cuatro goles de Luis, que también jugó ese partido, que también hizo líder a un equipo que tres meses después haría historia. El 2 de febrero de 2014, Luis Aragonés volvió a jugar con el Atlético de Madrid. Y ya fue para siempre.