El nombre de Luis Aragonés ha sido coreado durante muchos años en el Vicente Calderón. Él, un rojiblanco de toda la vida, un apasionado del fútbol y de su equipo, un luchador, un ganador y un ídolo de muchos, falleció hace exactamente un año, pero sigue vivo en su segunda casa. Nadie se ha olvidado de él y continúa siendo partícipe en cada partido. Es, sin duda, el símbolo que quedará para la historia.

El Sabio no falla a su cita en cada partido del Atlético de Madrid. No puede ir físicamente, pero siempre está. La grada que tanto había llorado con él por alegría también tuvo que derramar lágrimas por su muerte. Sin embargo, su recuerdo ha quedado como la figura de un referente en el campo y fuera. Tanto es así que Zapatones se ha convertido en el hombre al que mencionar cuando el equipo necesita fuerzas y también su nombre ha sido recordado a la hora de dedicar cada triunfo. Siempre sufridos, como a él le gustaba; como él enseñaba.

Zapatones golpeó el penalti de Stamford Bridge junto a Diego Costa

Don Luis puede estar orgulloso de su equipo, de sus jugadores y de su afición. Porque él ha visto desde arriba cómo ganaban a los mejores equipos de Europa, aunque finalmente no pudieran levantar el título. También les vio llevarse la Liga en el Camp Nou. Y no sólo les vio, sino que les guio. Ese cántico de Luis Aragonés es el que hace a los jugadores ser más fuertes cuando las cosas se complican.

Pasará a la historia un momento muy determinado que a cualquier colchonero pone el vello de punta. Hablamos del 30 de abril de 2014. El Atlético de Madrid volvía a unas semifinales de Champions League. Se jugaba todo en Stamford Bridge contra el Chelsea. En el minuto 60 se veía a lo lejos la prórroga. Sin embargo, Diego Costa cayó en el área. Penalti que el hispano-brasileño ejecutaría. No eran muchos, pero sí ruidosos. De un fondo del estadio surgió el canto: “Luis Aragonés, Luis Aragonés”. En uno de los momentos más importantes de la historia, Zapatones golpeó desde los once metros junto a Costa para mandar su club a la final de una Liga de Campeones. Él nunca se fue; suyo fue parte del éxito.

El grito de guerra del Vicente Calderón ha sido establecido. En cada momento de necesidad, Aragonés acude al rescate desde la boca de cada aficionado. A Luis no le gustaba lo fácil; prefería trabajar para triunfar, y eso sigue consiguiendo en los jugadores. Porque todos saben que él estará satisfecho por lo que esos guerreros hacen. Incluso en el partido contra el Barcelona, en el que los rojiblancos perdieron y fueron eliminados del trofeo del monarca, el Sabio fue recordado, pues seguro le gustó cómo lo dieron todo equipo y afición frente a la adversidad.

Este domingo se cumple un año del adiós físico de Luis Aragonés, pero él siempre estará en el Vicente Calderón y seguirá ganando cada título y siendo un poquito más feliz con su Atleti, al que seguro que verá con la bufanda puesta. En el césped se nota su impulso.