El Atlético de Madrid tardó veinticinco minutos en olvidar el fracaso copero. Fue el tiempo que transcurrió entre el pitido inicial y el segundo gol de Mario Mandzukic, tercero de los suyos, y que ponía la sentencia a un partido de resolución veloz entre las ganas de los visitantes y el desastre de la zaga local. A los tantos del croata se sumó el inicial de Griezmann, que sigue de dulce y abrió el marcador fiel a su cada vez más habitual cita con el gol.

El partido pintaba peligroso para los colchoneros, que con rotaciones y el poso del choque copero ante el FC Barcelona no las tenían todas consigo. No ayudaba tampoco el rival, un sorprendente Eibar que ya mostró sus credenciales en la primera vuelta en el Vicente Calderón, ni el césped, horroroso en general y por un flanco en especial. Pero el miedo se espantó enseguida: tras unos minutos de tanteo, el Atleti salió victorioso de la primera ocasión en que el balón se bajó al piso. Fue Raúl García, habitual jefe aéreo, quien lo hizo. El navarro en dos toques controló y distribuyó de zurda para Griezmann, que en el área hizo bueno el magnífico pase del hoy capitán.

Foto: Ángel Gutiérrez.

El gol fue una liguera tregua en un constante bombardeo aéreo. Como si no valiese tocarla con el pie, el tanto no alteró el desarrollo de un partido marcado por el estado del césped, y ambos equipos siguieron jugando sin complicarse lo más mínimo. Al menos los visitantes, pues el Eibar se empeñó en autolesionarse. "En ocasiones me lío solo", decía Luis Amaranto Perea. Hoy se le aplica a los vascos. En el 23 una 'cama' de un propio compañero eibarrés a Lillo habilitó a Griezmann, que la puso al corazón del área para que Mandzukic la empujara. Dos minutos después repetiría el croata, con una buena definición tras un despeje de Navas contra un compañero que le cayó en los pies al '9' rojiblanco, que no es de los que perdona.

Quedaban veinte minutos para el descanso tras el 0-3, y quince fueron de relleno. El Atleti presionaba y no dejaba salir a un Eibar muy torpe con el balón, que apenas tuvo una ocasión en la primera mitad. Fue de Piovaccari, que se encontró con un rechace en el área pero no pudo batir a Moyá. Respondió al minuto Saúl obligando a Irureta a un tremendo esfuerzo para conseguir que el palo les permitiese llegar al entretiempo con un mínimo resquicio a la esperanza.

Intento baldío de Garitano

Como la esperanza era eso, mínima, Garitano se jugó el todo por el todo. Triple cambio de una tacada entrando al verde cada vez más marrón Javi Lara, Capa y el casi inédito Lekic -dos minutos a sus espaldas en 2015- pero de poco sirvió. Sí que apretó y jugó más arriba el Eibar, pero siempre por la vía aérea, esa que tanto domina el Atleti. Destacó en los minutos de asedio un segurísimo Moyá, que se ha hecho a sus treinta años con una de las porterías más difíciles de Europa con una entereza absoluta.

La medular visitante, seria y dando buen trato al esférico, mantuvo siempre la calma

Apenas un cuarto de hora duraron los intentos eibarreses, que fueron perdiendo fuerza conforme el Atleti, además, empezaba a contragolpear. El árbitro e Irureta, con un gol bien anulado a Saúl y un paradón a Mandzukic, evitaron el cuarto, y el propio futbolista croata sería luego protagonista de una bronca de las suyas. Las tuvo, por hacer una rabona, con Lillo que no se tomó bien el gesto.

Simeone no quiso sustos en el tramo final y los cambios, encaminados todos a reforzar la medular y mantener la posesión, dieron su fruto hasta casi el tiempo de descuento. Quedaban dos minutos para comenzar el añadido cuando Piovaccari acortó distancias tras un gran centro de Saúl previo roto de cintura a Siqueira, incapaz de completar un partido aseado. No hubo pese al tanto tiempo para más porque el Atleti controló bien y no se dejó sorprender más de la cuenta. Exitosa vuelta al barro así de los rojiblancos, que se mantienen a cuatro del Real Madrid e igualan los 47 puntos del FC Barcelona, metiéndole presión de cara a la visita del 'submarino amarillo'.

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Sobre el autor
Manuel F. Cartón
Diplomado en Ciencias Empresariales sobre el papel, pero periodista de vocación. Soy redactor de tenis y de la sección de fútbol del Real Sporting de Gijón.