Dice el refranero popular que no se acuerda el cura de cuando fue sacristán. Pero lo fue. La memoria, ya lo saben, es muy selectiva. Los aficionados colchoneros no se acordarán dentro de unos años del descenso a Segunda, sólo de “Mono” Burgos saliendo de las alcantarillas; no se acordarán del gol de Sergio Ramos en Lisboa, sólo de la Liga ganada en el Camp Nou; y tampoco se acordarán de que Luis Aragonés, posiblemente la persona más influyente en la historia del Atlético de Madrid, fue jugador del eterno rival. Muchos estarán leyendo estas líneas pensando: “que no diga el Real Madrid, que no diga el Real Madrid”. Pero sí, amigos. El hombre que sacó al club de sus amores de los infiernos como entrenador y que ganó tres Ligas y dos Copas como jugador del Atlético de Madrid, firmó por el club blanco. Y es que la vida de Luis Aragonés como técnico es memorable pero, ¿Saben que el Sabio pasaba más tiempo celebrando títulos vistiendo la camiseta rojiblanca que dirigiendo al equipo desde el banquillo?

La vida de Luis como futbolista

Luis, como era conocido en su etapa como jugador, empezó a destacar en el Colegio de los Jesuitas de Chamartín. Su facilidad para el gol apenas le dejó tiempo de ser un adolescente: pronto firmó por el Getafe Deportivo, actual Getafe. Pero un tal Santiago Bernabéu se fijó en él. “Ese chavalín de las piernas delgadillas va a ser un buen jugador de fútbol”, dijo. De modo que Aragonés no dejó pasar la oportunidad y fichó por el Real Madrid. Aunque, eso sí, no encontrarán ninguna foto de “el Sabio de Hortaleza” con la elástica blanca. El motivo: no llegó a debutar; el club blanco decidió cederle al Recreativo de Huelva. Con sólo veinte años, el jugador, no lograba abrirse paso en el fútbol. Pasó también por Alicante. Tras fracasar en Huelva, el Hércules apostó por él; aunque seguía perteneciendo al Real Madrid. Pero la Comunidad Valenciana tampoco sería el escenario de su salto a la fama. El club blanco, pensando que a la tercera iría la vencida, decidió mandarlo a jugar al Úbeda, pero tampoco hubo suerte. Un poco a la desesperada, los dirigentes blancos le dieron la oportunidad en el segundo equipo, que por entonces se llamaba Plus Ultra. Y es que el señor Malbo, que dirigía las categorías inferiores del Real Madrid, entendió que Luis no estaba preparado para la Primera División. Para suerte de los aficionados atléticos, el Plus vestía camiseta azul, por lo que no se puede decir que vistió “de blanco”.

Luis Aragonés pasó por el Getafe, Recre, Hércules, Úbeda, Plus Ultra , Oviedo y Betis antes de asentarse en el Atleti 

Así las cosas, tras marcar un porrón de goles, se marcha cedido otra vez al Oviedo, equipo con el que, por fin, debuta en Primera. Era el 11 de diciembre de 1960 y los ovetenses viajaban a Mallorca. Luis, con veintidós años y tras recorrerse media España buscando su lugar en el fútbol, por fin alcanzaba su sueño. Sin embargo, no encontraría la estabilidad hasta desvincularse definitivamente del Real Madrid. El Betis, apostó fuerte por él y la siguiente campaña se marchó a Sevilla. En el club andaluz pasó tres magníficos años: disputó ochenta y dos encuentros marcando treinta y tres goles. Muchos, teniendo en cuenta que era extremo derecho.

Ya considerado una estrella, Vicente Calderón se fija en el goleador que recorría la banda verdiblanca. De este modo, con veintiséis años, firma por el equipo del que terminaría siendo, con permiso de Simeone, la persona más vitoreada a orillas del Manzanares. Luis, con una capacidad de estar un paso por delante de los demás y con una calidad desbordante, se convirtió en una auténtica estrella.

Una Copa para celebrar su llegada

En su primera campaña como rojiblanco, el Atlético de Madrid se erigió campeón de la Copa del Rey y quedó segundo en el campeonato liguero. Sería su primer título de muchos que conseguiría como jugador rojiblanco. En su segunda temporada como colchonero alzó su primera Liga. Además, tras diez años defendiendo la camiseta del Atleti, Luis Aragonés es el máximo goleador de la historia de la entidad. Por cierto, en la temporada 69/70 fue el Pichichi junto a Gárate y a Amancio Amaro: metieron dieciséis goles cada uno.

Jugaba en la banda, pero sigue siendo el máximo goleador del Atleti

Su momento más doloroso como jugador de fútbol fue en la final de la Copa de Europa que el Atleti jugó contra el Bayern de Múnich en el Estadio Heysel belga. Era el 15 de mayo de 1974. Luis Aragonés puso por delante a los suyos con un gol de falta. Sin embargo, a dos minutos para el final los alemanes marcaron el gol que empataba el encuentro. El campeón saldría del choque que les volvería a enfrentar para desempatar. El Bayern de Múnich se impuso por cuatro goles a cero. Luis tenía treinta y seis años, y fue el jarro de agua fría que le invitó a cambiar las cosas desde el banquillo. Fue su adiós, como jugador.

Luis pasó más tiempo celebrando títulos como jugador que como entrenador

Si Luis Aragonés fue un gran entrenador, aún fue mejor futbolista. Datos en mano. Ejerció de técnico durante treinta y cinco años: ganó una Liga (Atlético de Madrid, 1977), cuatro Copas (con el Atleti tres -1976, 1985 y 1992- y una con el Barcelona en 1988), una Supercopa de España en 1985 con el Atleti, una Intercontinental con los rojiblancos en 1974, una Copa Ibérica (Atlético de Madrid, 1991) y, su joya de la corona, la Eurocopa con La Roja en 2008. Es decir, ocho títulos en treinta y cinco años; una media de un título cada cuatro años y medio. Como jugador ganó tres Ligas (1966, 1970 y 1973) y dos Copas (1965 y 1972), todo como rojiblanco, en dieciocho temporadas. La media: un título cada tres años y medio.

Como jugador celebraba títulos cada tres años y medio, como técnico cada cuatro y medio.

El caso es que todos conocen al Luis Aragonés entrenador. Pero ese Luis se forjó antes sobre el césped. Para dar la famosa arenga a sus jugadores antes de la final de Copa contra el Real Madrid en el Santiago Bernabeu en 1992, hay que saber lo que ahí se cocía. "¿Lo han entendido? ¿Sí? Pues esto (la pizarra) no vale para nada. Lo que vale es que ustedes son mejores y que estoy hasta los huevos de perder con estos, en este campo. Son el Atlético de Madrid y hay 50.000 dentro que van a morir por ustedes. Por ellos, por la camiseta, por su orgullo, hay que salir y decir en el campo que sólo hay un campeón y va de rojo y blanco", dijo. Pero eso, sólo puede salir de un corazón que latió al ritmo del Atlético de Madrid. Un corazón que primero marcó los goles y luego los cocinó. Un corazón que ahora no vive en el cuerpo de “el Sabio”, sino en la grada. Un corazón, que sigue latiendo: “ganar, ganar, ganar y volver a ganar; y ganar y ganar…”.