El Atlético de Madrid tropezó en el BayArena en el duelo de ida de octavos de final de la Champions League. Superado casi todo el encuentro por un excelso Bayer Leverkusen, fue prácticamente siempre a remolque en las sensaciones y, desde la hora de juego, en el marcador. Un gran gol de Çalhanoglu dio a los germanos una ventaja mínima pero vital de cara al partido de vuelta en el Vicente Calderón, donde podrán volver a demostrar el poder de su contragolpe.

El Leverkusen, irregular en la Bundesliga, mostró desde bien pronto su mejor cara en el escaparate de la Champions. Intenso hasta el extremo, le dio a probar al Atlético su propia medicina y no le sentó nada bien al cuadro visitante, que estuvo a verlas venir. No sufría en exceso pero, en un escenario muy similar al del encuentro ante el Celta de hace diez días, fue incapaz de hilvanar juego. Así, la salida se complicaba ante la torpeza propia y la fe y la presión ajenas, de las cuales resultaba un cóctel muy amargo.

Arda fue vigilado muy de cerca por los defensas del Bayer. (Foto: UEFA).

Viviendo siempre en campo propio, el conjunto rojiblanco desactivaba sus dos mejores armas: Griezmann y Mandzukic. La letal dupla atacante veía reducidas sus apariciones a desagradables e interminables carreras persiguiendo sombras en vanos intentos de cazar algún balón que llevarse a la boca. Parecía esa la única forma de fabricar algo en la fase ofensiva, con Arda intermitente y Saúl, Gabi y Tiago enfrascados en una extraña pelea por ver quién jugaba peor que terminaría ganando a los puntos el portugués.

El Leverkusen arrolló durante casi toda la primera parte con una presión alta y una intensidad sobresaliante

La mejor noticia para los indios en los compases iniciales fue que el dominio de la escuadra de la aspirina no se traducía en ocasiones. Así, poco a poco y ante un rival que parecía romo arriba, el Atleti fue confiándose y dejando de vigilar su espalda: error. A la contra, el Bayer Leverkusen se empezó a convertir en un martillo pilón. Spahic avisó con un zapatazo brutal al larguero, que no evitó el gol sino que Moyá hiciese la parada de su vida, y sus compañeros siguieron su ejemplo. Castro fue el que más y mejor lo hizo, con llegadas constantes por la derecha aprovechando la enésima actuación ultragore de Siqueira, sustituido antes del descanso por Gámez para frenar la hemorragia. Salió cojeando para disimular en la que fue su mejor acción del partido.

El cambio dio aire a los rojiblancos, incapaces de sacudirse el dominio. Cada intento de dar dos pases o ganar metros era castigado por cualquiera del Leverkusen que pasase cerca con rapidez y dureza. Prohibido dejar un solo metro a un forastero, premisa innegociables para este encuentro de Roger Schmidt y que le salió a la perfección: ni una contra sufrirían sus pupilos en los 90 minutos. Pese a ello encontró alguna vía de escape el Atleti en segundas jugadas y a balón parado. Así llegaron sus dos únicas ocasiones antes del descanso, respondidas con brillantez por Leno. El meta germano le quitó primero un balón de la cabeza a Griezmann a un metro de su guarida y, acto seguido, sacó a contrapie y entre un mar de piernas una mano salvadora a un remate de Tiago con todo. Entre medias tuvo que saltar al verde Raúl García por un Saúl lesionado y desacertado.

Descanso poco oportuno

El entretiempo, otras ocasiones necesario para un equipo de derroche como el Atlético, no le sentó nada bien esta vez. Parecía encarar mejor el encuentro en los últimos minutos de la primera mitad conforme el Leverkusen veía bajar su energía, pero el paso por vestuarios lo devolvió todo al estado inicial. Magnificado incluso, pues apenas ofreció como respuesta al dominio ajeno un zapatazo de 50 metros ligeramente desviado de Raúl García con la mala. Y como el Leverkusen seguía mandando, como dice aquel rompió el cántaro. Bellarabi, que se cansó de desperdiciar contras como hacía Homer Simpson con los muelles en el retrete, volvió a amagar con tirar otra, previa rotura de cadera a Godín, lo cual debería ser merecedor de algún premio por la poca frecuencia con que ocurre. Había parado todo en el área en posición poco ventajosa, pero de repente se inventó un taconazo de lujo para la llegada por la espalda de Çalhanoglu, que la quemó ante un Moyá que las para de todos los colores pero no hace milagros.

Instante en el que Çalhanoglu hace el gol. (Foto: RTRPIX).
Instante en el que Çalhanoglu hace el gol. (Foto: RTRPIX).

Las caras de los jugadores rojiblancos eran un poema. Superados, se veían ahora con una desventaja que llevaba a la disyuntiva. Peleados entre irse a por el siempre preciado gol a domicilio o firmar el menor de los escarnios con el 1-0, los de Simeone pasaron minutos de empanada total en los que solo las malas decisiones de los alemanes en los metros finales impidieron que la distancia creciese en número. El propio míster rompió la baraja metiendo a Fernando Torres por el renqueante Arda Turan sabedor de la importancia de borrar el cero del luminoso, pero no encontró la manera. Su salida se producía apenas un par de minutos después de una de las peores noticias de la noche para la vuelta: Godín se la perderá tras ver justamente la amarilla por una entrada a destiempo en un balón complicado.

La salida del 'Niño' dio un poco de respiro porque el Bayer, ante el tridente atacante, se replegó. Así, más resguardado, dejó unos minutos llevar la iniciativa al Atleti, y el propio Torres terminaría por aprovechar el ligero dominio para hacer el empate a la salida de un córner empujando la bola en el segundo palo. De nada valió, pues el árbitro a instancias de su linier interpretó que el saque de esquina, ejecutado por Griezmann desde la izquierda, cogió tanta comba que salió antes de entrar. Parece que no acertó el checo, pero la pelota fue justita. Sí acertó al minuto expulsando a Tiago por ver su segunda amarilla tras una falta tan torpe como falta.

Un gol mal anulado a Torres pudo haber cambiado el sino del encuentro

El escenario era más que negro entonces para un Atleti muerto, sin cambios, con diez y con cuatro futbolistas de clara visión ofensiva. Libró: el Bayer tuvo piedad en el cuarto de hora restante y prefirió cerrar su portería que perforar nuevamente la ajena. Se dedicó así a engordar su estadística de posesión de balón dejando pasar el tiempo entre brusquedades, conatos de pelea y poco fútbol hasta que Kravolec pitó el final. 1-0 y clara ventaja germana para la vuelta, no solo por el marcador que le permitirá volver a explotar su velocidad, sino por la sensación de superioridad.

Por su parte, al Atleti solo le queda encomendarse a esa baza que tan pocas veces le ha fallado: el Calderón. Allí tratará de fraguar una nueva remontada, una de las pocas tareas en las que hasta la fecha no ha logrado Simeone. Y serán baja segura por sanción Godín y Tiago, a la espera de la evolución de las lesiones de Siqueira y Saúl, además del ya ausente Koke. Dudas, sí, pero mucho crédito, también.