En la semana que el Atlético de Madrid recibía en casa al Real Madrid se insistió hasta la saciedad en el debate sobre si el equipo de Simeone es intenso o violento. “No sabemos jugar de otra manera. Nuestra característica como equipo es eso, somos un equipo intenso. No lo vamos a cambiar de ninguna manera. Cada uno tiene su estilo de juego y puede gustar o no”, argumentaba el argentino sobre la idea de juego del Atlético de Madrid. “Jugamos así porque se adecua a los jugadores que tenemos y a la historia de este club, que es un equipo fuerte, contragolpeador, intenso…”, enumeraba ‘el Cholo’ sobre las virtudes de su equipo.

Cuesta creer que la fortaleza sobre la que el Atlético de Madrid se construyó el año pasado para ganar una liga histórica y alcanzar la final de la Champions League se haya convertido, este curso, en el talón de Aquiles del sistema táctico de Diego Pablo Simeone. Desde el arranque de la nueva temporada se especulaba sobre la adaptación de Antoine Griezmann y Mario Mandzukic al equipo, cambiando por completo la delantera por las características de los nuevos fichajes con respecto a los integrantes de la pasada. Pero las preocupaciones de Simeone giran en torno a una línea anterior: el centro del campo.

Contra Sevilla y Celta, el Atlético defendió mucho más atrás y recuperó mucho menos que en el 4-0 contra el Real Madrid. Como consecuencia, su rival jugó mejor y más cómodo

Tiene motivos Simeone para desvelarse en busca de cómo mejorar al Atlético de Madrid desde atrás. Gabi Fernández está lejos de su mejor versión, hasta el punto que esta temporada ya ha sido sustituido en ocho ocasiones durante la Liga por las cuatro veces que fue cambiado en el curso que se proclamaron campeones de Liga. Tiago, capital en el equilibrio y en la salida de balón, alterna pequeñas lesiones musculares fruto del cúmulo de encuentros disputados de forma seguida. Y para colmo, Simeone tiene que lidiar con la enfermería: Saúl Ñíguez, con un problema renal por un rodillazo, es el último hombre al que los servicios médicos han de tratar.

El mes de febrero ha dejado a un Atlético de Madrid herido por no corresponderse a la identidad intensa por la que tanto se le reconoce. Los encuentros disputados en Vigo, Leverkusen o Pizjuán evidenciaron a un equipo que ha cambiado el diesel por la gasolina. Desde la llegada de Simeone, el equipo pasa por problemas durante este mes debido a la planificación física del ‘Profe’ Ortega. Son los conocidos como picos de forma, en los que el Atlético se encuentra fuerte físicamente en el arranque de pretemporada y en el final de ésta misma, pasando un pequeño bache durante el mes de febrero e inicios de marzo.

Pero más allá de la planificación física en la que trabaja concienzudamente el cuerpo técnico, el Atlético tiene más problemas que ese. Desde la contundente victoria contra el Real Madrid, han enlazado dos derrotas, un empate y una única victoria. En los tres pinchazos sufridos ha habido un común denominador que explica el mal juego o la cesión de la iniciativa al contrario. Los colchoneros son uno de los seis equipos de la Liga que más balones recupera, promediando cerca de 70 recuperaciones por encuentro. Sin embargo, el número de robos en el mes de febrero ha descendido considerablemente: en Vigo recuperaron 59 balones, en Leverkusen 57 y en Sevilla no llegaron ni a 50 (46). Datos que contrastan con las 69 recuperaciones que hicieron contra el Real Madrid en el 4-0 disputado en el Vicente Calderón.

Koke al rescate

Esta pequeña travesía por el desierto del Atlético de Madrid coincide también con la ausencia de Koke Resurrección, un futbolista que cuenta con el aval de todo el vestuario. "Es un jugador que nos obliga a poner la pelota en el suelo. Combina, defiende y al mismo tiempo ataca”, aseguró el luso, en declaraciones recogidas por el 'Diario AS'. Más allá de la capacidad que tiene el vallecano para asistir a sus compañeros, también destaca por el trabajo defensivo que realiza. Muerde arriba, presiona rápido y mete la pierna para recuperar el balón cuanto antes y pillar en cueros al rival. 

Recuperado completamente de su lesión muscular sufrida contra el Real Madrid, Koke regresa al rescate de Simeone y del Atlético de Madrid contra el Valencia, un partido que medirá las aspiraciones colchoneras y la posibilidad de defender la tercera plaza que otorga acceso directo a la Champions League de la próxima edición. Con el vallecano en el once, 'el Cholo' dispone de un jugador que ponga el balón en el suelo y haga mover al equipo. Algo que contra el Sevilla (como demuestra el gráfico) no sucedió: el Atlético abusó del balón en largo y apenas generó juego por la medular.