Menos de una hora después de protagonizar un desenlace de infarto, Simeone era preguntado por la justicia poética que había en que Fernando Torres, cuestionado y vilipendiado en sus últimos años por sus cifras goleadoras en el extranjero, marcara el último gol que daba el pase al Atlético de Madrid a los cuartos de final de la Champions. “Sí”, contestó, parco en palabras, el argentino. Rápidamente, adaptó su respuesta al discurso que quiere propagar en público. “Me alegró por Jan Oblak. El fútbol paga”, desvío durante la entrevista en ‘Teledeporte’. “Es maravilloso porque tiene situaciones cambiantes. Fue muy criticado en Grecia y ahora tuvo un partido muy duro”, añadió posteriormente en la rueda de prensa.

Oblak, que carga a sus 22 años con la losa de los 16 millones que ha costado, se tornó en protagonista en el partido más importante de la temporada 

El fútbol pocas veces paga con la moneda que se debe. Su destino es siempre caprichoso y pocas veces tiene guardada una revancha personal para el perjudicado. Oblak, que carga a sus 22 años con la losa de los 16 millones que ha costado, se tornó en protagonista en el partido más importante de la temporada para el Atlético de Madrid. A los 20 minutos de partido, Moyá sufría una lesión muscular y obligaba al esloveno, sin calentar y tardando cinco minutos en calzarse los borceguíes y los guantes, a afrontar el vital partido tras dos meses en blanco.

Sus ocho meses de competición oficial en el Atlético de Madrid se distribuye en seis partidos correspondientes a la Copa del Rey y, hasta hoy, en uno de Champions League. Los tres goles en los tres primeros disparos realizados por el Olympiacos fue su espada de Damocles. Simeone cambió de decisión y volvió a dar los guantes a Moyá para la Champions. La última actuación del esloveno fue en enero contra el Barcelona en la Copa del Rey, donde borró de un plumazo las esperanzas de remontada al no blocar un disparo raso de Neymar. Dos meses después, Oblak demostró su valía.

Su intervención en el partido, más allá de los cien minutos que estuvo defendiendo la portería, se redujo a la tanda de penaltis. El esloveno únicamente paró una pena máxima, la de Calhanoglu, pero intimidó al resto de sus rivales. Toprak y Kiessling, encargado de lanzar el penalti decisivo, erraron su lanzamiento ante un Oblak que se hizo gigante bajo palos gracias a los consejos de Pablo Vercellone (entrenador de porteros). “Le dijo que estaban cansados los rivales y que aguantara en los lanzamientos. El primero fue determinante en la serie”, señaló el argentino.