Costó y se sufrió hasta límites impensables. El fútbol del Manzanares anoche parecía no querer terminar,  no cerrar sus octavos de final. No podía de ser de otra forma, recuerden que estamos hablando del Atlético de Madrid. Pero al fin, después de tres años de Cholismo, en el Vicente Calderón se vivió una remontada como solo una noche de Champions es capaz de ofrecer. 

Simeone no lo había conseguido antes. No había podido dar la vuelta a una eliminatoria ni en la Liga de Campeones, ni en Copa del Rey, ni en Supercopa alguna. En las eliminatorias a doble partido cuando salía cruz, la cara se desvanecía en cualquier atisbo de remontada y el Atlético del Cholo decía adiós a esa competición. 

Hasta ayer. Porque el 17 tenía que ser la cara, no había más opciones. El 1-0 en contra con el que el equipo español volvió a Madrid llamaba a la paciencia, mientras que Simeone apelaba al creer. Por eso ayer el Calderón no falló y esperó. Porque si no le había importado esperar tres años no le iba a importar esperar 90 minutos más.Ni dos horas. A la fortaleza colchonera estar 120 minutos sufriendo por un partido de fútbol, por un derroche infinito de intensidad, por sus ríos y ríos de creer no le iba a importar, no le iba a callar. Más aún en la tanda de penaltis, cuando Raúl García erró el suyo y parecía salir otra vez cruz. Oblak se vistió de Hércules y su heroicidad fue la cara. La fortuna de los penaltis fue la particular lotería rojiblanca del mes de marzo y el premio era unos cuartos de final de la máxima competición europea, éxito no al alcance de todos. Pero sí del Atlético de Simeone.

Porque el Cholo lo ha vuelto hacer. Porque ha conseguido dar la vuelta a una eliminatoria y en el mejor momento posible. Después de cuatro encuentros sin ganar, Simeone y los suyos ganaron. Ganaron tras los 90 minutos y tras los penaltis. Se ganaron la clasificación y la cara de la eliminatoria, esa que durante tres años se había escapado.