Mario Mandzukic encajó con más entereza dos codazos - uno a la altura del rostro que le abrió una brecha que necesitó de tres intervenciones del doctor Villalón - de Ramos, un mordisco de Carvajal en el brazo y un puñetazo en la boca del pecho que la amarilla que Milorad Mazic le mostró por llevarse, sin saltar siquiera, un manotazo de Varane en un balón. “¿A qué encontronazo de Carvajal con Mandzukic te refieres? ¿Al de la primera parte o al de la segunda parte? No, no lo ví”, respondió, capote en mano y con cierta sorna, Simeone sobre el criterio arbitral del serbio con su delantero.

El ‘9’ regresaba al once inicial tras perderse dos partidos, Málaga y Córdoba, por una molesta lesión de tobillo que le impedía rendir al mejor nivel. Y. como demostrara con el tabique nasal fracturado, no falló en su compromiso con el equipo. Se partió, literalmente, la cara. O mejor dicho, se la partieron. En un salto, Ramos impactó con su codo en el rostro de Mandzukic, lo que le provocó una hemorragia a la altura de la ceja.

El internacional croata no parecía entender muy bien, a pesar de hablar el mismo idioma, el criterio que impuso el colegiado serbio. Ni él ni nadie de los allí presentes. En los primeros diez minutos de partido ya cometió tres faltas, dos de ellas a Sergio Ramos, por la misma razón por la que necesitó la intervención del cuerpo médico rojiblanco: saltar de manera poco ortodoxa, amenazando con el brazo por delante. Acabó el partido como el futbolista que más faltas realizó. Hasta en siete ocasiones se frustró con la decisión arbitral señalada.

No fue el partido más brillante de Mandzukic, pero sí uno de los más completos en tareas defensivas. Uno más de los tantos que ha cuajado desde que llegara a la Ribera del Manzanares. Al contrario que en los últimos derbis, Simeone, a sabiendas que restaban aún noventa minutos más, no ordenó ejercer una presión alta de manera continua con la que forzar el error de Sergio Ramos en la salida de balón. Por tanto, el Atlético de Madrid concedió demasiados metros a su rival y Mandzukic, a más de cincuenta metros de distancia con Casillas, quedaba muy lejos del radio de acción donde mejor se desenvuelve un matador de área. “Compitió muy bien contra Varane y Ramos”, analizó el técnico argentino sobre la actuación del ‘9’.

En una primera parte donde Jan Oblak fue el protagonista por sus manos salvadoras, Mario Mandzukic lo fue en el segundo periodo. El Atlético de Madrid se contagió de su inconformismo y de los arrebatos que nacieron como fruto de la impotencia del criterio arbitral tras el impacto de Sergio Ramos. Hasta cinco componentes del cuerpo técnico y médico tuvieron que frenar al croata para que no saltara al campo con la camiseta ensangrentada y con la ceja aún abierta. Su impulso lo adoptó un Atlético de Madrid, que ganó en voracidad y en ambición. Canalizó bien la rabia y el plan se potenció con la entrada en el campo de Raúl García. El Real Madrid acabó por esconder el rabo y los colchoneros se marchan con la idea de que un empate a uno en el Bernabéu les vale para seguir haciendo historia.