En los últimos años hay en el fútbol una norma no escrita que dice que todo aquel aficionado que no sea de Barcelona, Real Madrid, PSG, Chelsea, Manchester City o Bayern de Munich, no debe coger nunca demasiado cariño por ninguno de sus jugadores. El dinero lo mueve todo en el fútbol y es muy difícil que un jugador estrella escoja el amor a unos colores antes que llenarse bien los bolsillos.

Arda Turan era uno de los pocos jugadores que quedan en el panorama futbolístico que parecía hacerlo todo con el corazón. Disfrutaba y hacía disfrutar a los suyos cada vez que saltaba al césped del Vicente Calderón en lo que era una maravillosa relación de amor entre jugador y afición. El turco es una estrella pero pese a ello siempre ha estado lejos de los focos mediáticos gracias a su sencillez y humildad.

El "cholismo" es la religión del Manzanares pero el "ardaturanismo" también era una de las señas de identidad del conjunto rojiblanco hasta que hace unas semanas todo dio un vuelco. Nadie en el seno rojiblanco esperaba la marcha de uno de sus jugadores franquicia y la bomba estalló cuando su representante,  Ahmet Bulut, afirmó que Arda quería marcharse del Atlético de Madrid y estaba estudiando ofertas de otros clubes.

Tanto afición como club se mostraron sorprendidos pero daban por hecho que se trataría de una bomba de humo, y es que Bulut ya dijo algo parecido hace un par de años y todo quedó en unas simples declaraciones desafortunadas. Sin embargo, dirigentes del Atlético de Madrid se pusieron en contacto con el jugador turco y se encontraron con la sorpresa de que esta vez sí era cierto que el crack deseaba marcharse del club para iniciar una nueva aventura.

El propio Arda anunció en su cuenta personal de Twitter que estaba estudiando ofertas de tres o cuatro clubes y que cuando llegara a un acuerdo con alguno lo anunciaría. Esta frialdad es la que ha hecho que muchos de sus seguidores se enfaden bruscamente con él, y es que un jugador tan querido por su afición y que supuestamente se sentía tan identificado con el club va a salir por la puerta de atrás después de cuatro temporadas maravillosas repletas de éxitos.

En la tarde del lunes la junta gestora del Barcelona ha anunciado el fichaje del turco por un importe de 34 millones de euros más siete en variables, una suma total que sería prácticamente la de su cláusula de rescisión. El recuerdo futbolístico que deja el otomano entre la hinchada colchonera es muy bueno pero su fría salida del club hará que se le recuerde como un gran jugador y no como el ídolo en el que se había convertido durante su periplo. Una lástima.