Los canteranos siempre reciben un cariño especial por parte de los aficionados, pero también una presión añadida para que su rendimiento siempre sea el más alto y poder presumir de ello. Un jugador que se ha criado en las categorías inferiores tiene el riesgo de vivir esas relaciones que tanto divagan entre el amor y el odio, sin termino medio. Mario Suárez, que se ha marchado del club que le vio crecer, es un buen ejemplo de canterano que no ha terminado de explotar, donde el amor por parte de su afición disminuía en cada pérdida o pase errado hasta obligar a cortar de raíz. 

Valladolid, Vigo o Mallorca también moldearon a Mario como futbolista hasta que hace cinco temporadas la entidad rojiblanca decidió darle una oportunidad en el primer equipo. Casi doscientos partidos después, el centrocampista madrileño tiene un palmarés bastante completo con el Atlético de Madrid, donde destaca el campeonato liguero logrado la temporada pasada. Pero no ha sido suficiente para ganarse la confianza de la afición y tampoco la de su entrenador. 

Mario Suárez siempre ha dejado sensaciones radicalmente opuestas. Cuando tenía minutos y estaba en forma, se convertía en un centrocampista luchador, con criterio en el pase y con capacidad para recuperar balones. Estas cualidades, tan buenas como intermitentes, le hicieron debutar con España y disputar hasta tres encuentros. El principal problema es que en la carrera de Mario en el Atlético de Madrid han predominado sus malos momentos, cuando los errores, las pérdidas y la falta de concentración eran habituales. El canterano, poco a poco, fue perdiendo el cariño de su afición hasta convertirse en uno de los pocos señalados que ha habido durante el mandato de Simeone.

Esta intermitencia no justifica, ni mucho menos, el trato recibido por parte de su afición en varias fases de las últimas temporadas. Mario ha recibido pitos en su propio estadio, una situación que le hacía un flaco favor al jugador y al equipo tan querido por aquellos mismos que le abucheaban. El fútbol es un estado de ánimo y el rendimiento de un futbolista depende, fundamentalmente, del grado de felicidad y de la confianza. Todo sea que en su nuevo destino, Suárez encuentre lo que deseaba haber hallado en Madrid y su rendimiento no se disfrute en pequeñas dosis. Puede que por entonces, ya sea demasiado tarde para volver a reunir al Atlético con el nuevo centrocampista de la Fiorentina. 

La gran cuestión se basa en lo que ha tardado en romperse la relación de Mario Suárez con el Atlético de Madrid, un vínculo que lleva desgastado ya varias temporadas, pero que nunca se terminó de abordar con claridad. Quizás porque Simeone le seguía dando minutos, no demasiados, pero los tenía. Es posible que el detonante de su confirmada marcha sea la nueva posición de Koke, que, finalmente, parece que formará parte del doble pivote y, por si fuera poco, la llegada de otro posible recambio más deja sin oportunidades a Suárez.

“Lamentablemente no estoy jugando y el míster confía más en otros compañeros”, así de claro hablaba el de Alcobendas hace no muchos meses. Finalmente, el canterano ha tenido que hacer las maletas. No siempre uno es profeta en su tierra y parece que él tendrá que probar suerte en otro país con el objetivo de recuperar el buen nivel que demostró, a cuenta gotas, en su etapa en el Atlético de Madrid. La única duda que falta por resolver es el papel de Simeone en la trayectoria de Mario porque, a pesar de todo, demostró tener capacidad para ser un futbolista útil, pero puede que ni jugador ni entrenador aceptaran su rol real.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Álex Marín
Director ejecutivo en Fleek Mag. Colaborador en VAVEL.