Hay equipos que son especiales. No es una ciencia exacta, ni tampoco hay unas características habituales para diagnosticarles, pero se sabe. Uno siente cuando una entidad tiene un aura diferente que envuelve a todo aquel que se acerca a su estadio. Es magia disfrutar de un partido en el mítico Anfield, es fútbol celebrar un gol en San Mames, es pasión ver a Maradona en la grada de La Bombonera, es increíble ver a miles de aficionados de pie animando al Borussia Dortmund y es Atlético, muy Atlético, llorar, tanto de alegría como de pena, en la Ribera del Manzanares.

El Atlético, quizá por tener más conocimiento de causa, tiene mayor peculiaridad que todos los ejemplos anteriormente citados. Los colchoneros siempre han sido aquellos que te lo daban todo o no te daban nada, no había termino medio. Clásico partidazo en el que el Vicente Calderón se desesperaba por un nuevo empate en el último minuto. Por no hablar de las continuas historias raras que llegan desde los despachos y la poca normalidad que había en los banquillos antes de la milagrosa llegada de Simeone. Con todo esto y más, el Atlético de Madrid marca a todo aquel que viste las rayas rojiblancas y que pisa el césped del Templo.

El Atlético se convierte en los padres de los jugadores. Esos mismos que se independizan en busca de sus sueños, pero que saben que cuando no les vaya bien, podrán volver a la que fue su casa. Los padres, pese a todo lo dicho o hecho, vuelven a hacerles hueco en su habitación -o vestuario- y les tratan como uno más, incluso de una forma especial. El fútbol, más que nunca, es como la vida misma. En la entidad rojiblanca se han vivido diferentes regresos de futbolistas importantes, algunos más simbólicos que deportivos, pero eso al aficionado no le importa. Prefieren a un ídolo en horas bajas en su casa para arroparle, que de Erasmus sufriendo.

El último que se fue de Erasmus para sufrir innecesariamente fue Filipe Luis. El lateral brasileño, uno de los mejores del mundo en su última temporada en el Atlético, viajó a Londres para luchar, inútilmente, por un puesto en el Chelsea de Mourinho. Su salida disgustó mucho a los aficionados, quizá porque parecía que había entendido lo que significa el Atlético y porque él mismo había dicho que Simeone le había cambiado la vida. Pero en esta casa no hay hueco para los rencores. Filipe regresa una temporada después para reforzar un equipo que ha pasado de ser una incógnita a ser una de las mejores plantillas de los últimos años. Filipe necesitaba al Atlético y el Atlético necesitaba a Filipe.

Hace ya bastantes años se vivió la simbólica fue la vuelta de Paulo Futre. El portugués ganó dos Copas del Rey en su primera etapa hasta que hizo las maletas destino Benfica. Desde su marcha, compitió en equipos como Olympique de Marsella, Reggiana, Milan y West Ham, hasta que cuatro años después y tras haber anunciado su retirada por una lesión en la rodilla, Paulo volvió. Debutó en una goleada al Valladolid, pero solo disputó unos minutos. Tras esa victoria, no jugaría más de diez partidos antes de marcharse a Japón a finalizar su carrera.

Si hay un futbolista que ha regresado en varias ocasiones al Manzanares ha sido Simeone. El actual entrenador del equipo, llegó para luchar por no descender y acabó consiguiendo un doblete histórico que le introdujo, sin dudar, en la historia del club. ‘Cholo’ se marchó a Italia donde jugó en el Inter de Milán y Lazio, ganando varios títulos. Seis años después, volvió cuando el Atlético vivía su segunda temporada tras el ascenso, donde coincidió con Fernando Torres. Un año después volvería a hacer las maletas para acabar su carrera en Racing de Avellanada. Años después regresaría con traje y zapatos y menos mal que lo hizo.

‘El Niño’ volvió con su familia

Más allá de casos históricos, en los últimos años también se ha vivido alguna que otra vuelta al Vicente Calderón. La más peculiar e, incluso digna de la parafernalia rara que rodea al club a veces, fue la de Tiago. El centrocampista portugués finalizó contrato el verano pasado y no se consumó su renovación. Su futuro parecía estar cerca del Chelsea de Mourinho, pero tres semanas después de haberse despedido, Tiago firmaba, de nuevo, por dos temporadas por el Atlético de Madrid y se convertía en unos de los principales pilares del vestuario.

Pero, sin lugar a dudas, el regreso más esperado por todos los aficionados rojiblancos fue el de Fernando Torres hace unos meses. Ídolo dentro y fuera del campo, Fernando hizo las maletas rumbo a Liverpool cuando el Atlético estaba cerca de tocar fondo. En Inglaterra y acompañado de Steven Gerrard dio sus mejores momentos de fútbol, tanto a su club como a la Selección Española. Pasó por el Chelsea, donde ganó una Champions League y acabaría, de rebote, en el Milán, donde no tuvo las oportunidades que le prometieron. Pero el hijo volvió a la casa de sus padres y sus goles al Real Madrid o Barcelona recordaron a los escépticos que, pase lo que pase, al Atlético siempre se puede volver.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Álex Marín
Director ejecutivo en Fleek Mag. Colaborador en VAVEL.