Pocas cosas se valoran tanto en la vida y se encuentran tan escasamente como la honradez. Un síntoma de aquellas personas con mirada limpia y brillante, sin nada que esconder y con la única garantía de que su esfuerzo y sudor tendrá su futura recompensa. Y es esta virtud la que se halaga profusamente en muchas personas excepcionales, más allá de sus logros profesionales.

Raúl García Escudero, navarro de 29 años, lo que implica ser noble y honrado de corazón, encarna esas dos virtudes. Mira hacia atrás y sabe que ha disfrutado de cotas inimaginables para muchos. Debutó en el club de su vida, Osasuna, con apenas 18 años, y no en un escenario cualquiera. Muy pocos se estrenan en Primera División en el Camp Nou, bien lo saben Fernando Torres o Víctor Valdés.

Conquistó el sueño de llevar a su club de paseo por Europa, primero en una previa de Champions League de infausto recuerdo por la eliminación contra el Hamburgo. Luego, porque el Sevilla de Juande Ramos se cruzó en su camino en semifinales de aquella Copa de la UEFA 2007.

Raúl García celebra su último gol con la camiseta del Atlético de Madrid ante el Elche. (Foto: Jaime del Campo).

Raúl García llegó al Atlético de Madrid en 2007 por 12 millones de euros

Hizo las maletas con Athletic de Bilbao y Valencia probando la miel pero quedándose con ella en los labios. Era el Atlético de Madrid quién se llevaba 'el navarro al agua' (del Manzanares, claro). Era su padrino Javier Aguirre, el hombre que confió en él para debutar en Primera y liderar tan joven a Osasuna en su mejor temporada en su historia, el que decidía que Raúl García Escudero, futbolista imberbe aún, debía mostrar sus cualidades en un grande de Europa venido a menos. Aquel año acabó con Raúl García de más a menos, pero protagonista en un equipo que logró regresar a la Liga de Campeones doce años después.

Primeros pitos, primeros títulos

Dicen que la afición es soberana. Razón no les falta. Raúl García sufrió en carnes la crueldad de una afición, la del Atlético de Madrid, que lo perdona todo, menos la falta de entrega. Y precisamente, si algo tenía el muchacho de Zizur Mayor, capitán de la selección sub-21 por entonces, era esfuerzo y entrega. No bastó con la que ponía el navarro. La impaciencia y el poco gusto por el estilo de Aguirre también se cobró su parte con el centrocampista. Los pitos le llegaban a uno que nunca se arrugó.

Su primera etapa se saldó con dos títulos y un sector mayoritario de la afición pitándole cada partido

Y en esa tesitura, con la afición mirando con lupa a Raúl García, llegó la competición que le mostró en primer plano en Europa. La Europa League de Hamburgo, con Quique Sánchez Flores al mando, fue el primer punto de inflexión de los tres grandes hitos que han cambiado la cara y la vida del ex de Osasuna. Con Raúl García dando pasos al frente en un equipo de vocación contragolpeadora, el Atlético conquistó plazas fuertes como el Ali Sami Yen del Galatasaray, el José Alvalade XXI del Sporting de Portugal, Mestalla, o Anfield. Fueron "sus nueve partidos".

A un nivel excepcional, el 'Rulo', como le conocen cariñosamente en el vestuario rojiblanco, fue pieza clave en una Europa League donde los focos fueron para otros. Volvió a ser protagonista contra el Inter en Mónaco tres meses después, siendo uno de los más destacados en la victoria por 2-0 ante el campeón de Europa italiano. Otra gran actuación del navarro, otra gran victoria del Atlético de Madrid en Europa. Su nivel rayó alto en la primera mitad de la temporada, pero los problemas internos del grupo y algunos malos resultados le volvieron a situar en el ojo del huracán, y esta vez parecía que no habría salvación.

Un año de reconversión en Osasuna

Airado y triste, un guerrero como el navarro no aceptó la derrota en la batalla con la grada del Calderón. Raúl García quiso darle la vuelta a la situación, y para ello dio un paso atrás antes de dar diez adelante. Osasuna volvía a aparecer en su camino, su segundo punto de inflexión profesional. Esta vez era una redención y una reinvención que descubrieron el nivel real de un futbolista no muy habilidoso en el regate, pero con capacidad para jugar con las dos piernas y alma de killer.

Raúl García se marcha del Calderón con siete títulos, 329 partidos y 45 goles en su haber

Dejó de jugar de mediocentro y volvió a jugar de mediapunta. Cerca del área. Con libertad, llegando al remate y bregando por aclarar la jugada directa con su poderío aéreo. Fue intimidatorio y digno de mención. Raúl García acabó la liga con once tantos, su mejor registro en liga, y siete asistencias. Hizo lo que mejor sabe. Jugar al fútbol con honradez. Con sus armas y su fortaleza mental, y liberado de toda presión y ambiente hostil.

Cuando regresó a Madrid encontraría al hombre que definitivamente ha apostado por él y le ha terminado de moldear en el futbolista que es hoy en día. El hito que más le ha marcado como futbolista y como persona. Tres años han bastado para que la relación Simeone - Raúl García sea la de un entrenador que encontró en el navarro a su extensión perfecta en cuerpo, mente y alma.

De esta guisa completó Raúl García el partido contra el Bayer Leverkusen en Liga de Campeones. (Foto: Jaime del Campo).

La dedicatoria que hizo el argentino al navarro tras el gol de Gabi en el Sánchez Pizjuán el pasado domingo dan muestras de una relación excelente, de un maestro que encontró las virtudes de un alumno que le recordaba a él jugando y de un futbolista que hizo del mensaje de su entrenador un mantra al que abrazar cada entrenamiento y cada partido.

Un secundario de lujo

Llegó al Atlético de Madrid con el reto de ser importante. A fe que lo ha logrado. Simeone le puso 'déberes' nada más aterrizar en la campaña 2012/2013, y tras cuatro jornadas con apenas siete minutos disputados, el navarro perforó las metas rivales de Espanyol y Betis para decirle a su entrenador que el "soldado García" estaba presto para dar batalla. Fue pieza importante en el equipo que ganó la Copa del Rey en el Bernabéu, en un año con 46 encuentros y 9 goles en total; pero lo mejor estaba por llegar.

Su entendimiento con Simeone fue máximo. (Foto: Luis Tejo).

Al navarro se le vio en todo su esplendor la siguiente temporada. La salida de Falcao, la llegada de David Villa, el crecimiento de Diego Costa y la confianza depositada en él hicieron que el cóctel estuviera listo para ser servido. Raúl García había llegado para ser una pieza clave en uno de los mejores años de la historia del Atlético de Madrid, al que apenas le sobraron tres minutos para pasar a ser el mejor.

La cesión a Osasuna en la temporada 2011/2012 redescubrió el perfil goleador de Raúl García

Con 9 goles en liga, 4 en Copa del Rey y 4 en Liga de Campeones, el navarro era parte significativa del alma que 'El Cholismo' había construido para un Atlético campeón. Conectado con la grada y autor de tantos importantes, su crecimiento fue exponencial hasta llegar a ser convocado por Vicente del Bosque con la selección española. Un premio culmen al esfuerzo de un tipo honrado.

Tan honrado que fue capaz de jugar la vuelta de octavos de final de Liga de Campeones contra el Bayer Leverkusen con una fractura en el cúbito de su brazo izquierdo sin mostrar dolor durante el encuentro. Tan guerrero que apenas diez minutos suyos sobre el césped bastaron para que un Real Madrid que había sido superior temiera el bombardeo aéreo que una y otra vez ganaba el navarro para los rojiblancos en la ida de los cuartos de final de la Champions League de la pasada temporada. Dos muestras claras del carácter y la forma de jugar del pamplonica.

Hómbre récord

Raúl García puede mirar para atrás y ver que en estas siete temporadas en el Atlético de Madrid, con la cesión a Osasuna entre medias, ha dejado una huella imborrable que va más allá del campo de fútbol. Gestos como el que tuvo con su amigo Sergio Asenjo al celebrar la Europa League de Hamburgo con una camiseta del guardameta palentino, que acababa de sufrir una grave lesión de rodilla, le ennoblecen y le hacen tan querido en el vestuario del 'Atleti'.

El navarro celebra un gol en Mestalla. Su ardor guerrero se veía en cada gesto de rabia cada vez que marcaba. (Foto: Carla Cortés).

El navarro ha hecho más que amigos, y como ha reconocido en su despedida, ha cumplido su objetivo, "que me conozcan tal como soy", ha dicho. Sin saberlo nadie, ni él ni sus compañeros ni la afición del Atlético de Madrid, contra Las Palmas jugaba sus últimos minutos como colchonero. El último 'con vida' de los titulares en Hamburgo.

Chico sencillo y familiar, Raúl García ha madurado su carrera en Madrid, donde deja siete títulos atrás (Una liga, una Copa del Rey, una Supercopa de España, dos Supercopas de Europa y dos Europa League), 329 partidos oficiales con la camiseta del Atlético de Madrid, y el récord de partidos continentales con los rojiblancos, con los que ha alcanzado los 71 partidos como rojiblanco, además de 45 tantos. Muy pocos pueden presumir de tal trayectoria personal con la entidad del Manzanares.

Su pérdida de protagonismo ha empujado a Raúl García a tomar la decisión de salir del Atlético de Madrid

El 'Chico para todo' de Simeone fue ese complemento tan necesario en cada plantilla campeona. Un jugador número 12 competitivo, peleón y capaz de aportar al equipo en varias posiciones gracias a su trabajo y polivalencia. Sin destacar en nada en particular, Raúl García creció en todo en general. Y su juego aéreo atemorizó a Europa cada vez que veían el escudo del 'Oso y el Madroño' con el 8 a la espalda. Balón aéreo, disputa fuerte, fortaleza, nobleza, dominio de la segunda jugada, llegada al gol, remate con ambas piernas y sacrificio defensivo definen a la perfección las virtudes de un jugador atípico.

Sin embargo, la falta de minutos y la llegada de Jackson Martínez, Fernando Torres, Luciano Vietto o Yannick Ferreira-Carrasco desde enero han hecho que el tercer capitán rojiblanco abandone su 'zona de comodidad' y vaya en busca de un nuevo reto a petición personal. Se marcha honrado, sabedor de que está para jugar más que minutos accesorios o ser un recambio de lujo. Raúl García quiere ser protagonista en el Athletic. Tanto como lo ha sido en su paso por el Calderón. Los títulos lo atestiguan, pero lo que quedará siempre será el eterno reconocimiento y agradecimiento de una grada que con el tiempo lo ha identificado como a uno más de los suyos, y que sabe que con él vuela un trozo de su alma.