Corría el minuto 90 y el cuarto árbitro levantaba el cartelón: cuatro minutos más de juego antes de finalizar un partido gris, impreciso y desacertado ante un Sporting bien trabajado y ordenado que había sido capaz de asustar en más de una ocasión a Oblak. Un partido gris que dejaba un panorama negro. Tampoco demasiado negro, el Atlético iba a seguir por delante de Valencia y Sevilla, además Celta y Villarreal habían perdido, pero sí bastante oscuro, al menos mucho más de lo que se esperaba y se imaginaba antes de empezar la jornada, ya que todos los resultados estaban subordinados a la victoria colchonera.

Un partido malo, sí, pero el Atlético, sobre todo en la segunda mitad, no dejó de intentarlo. ''El Atlético es trabajo, presión, contagio, competir, esfuerzo, contragolpe, fortaleza defensiva'', decía el Cholo a lo largo de la semana. Y se vio eso. El equipo sabía lo necesaria que era la victoria y trabajó, se esforzó y se contagió. En definitiva, creyó y lo intentó hasta el pitido final. Principalmente de la mano de Godín, que aunque no está pasando por su mejor momento futbolístico, su espíritu es invariable y en el minuto noventa decidió que su sitio era el área del Sporting porque había que cambiar el panorama. Entonces fue cuando Tiago la colgó desde el centro del campo con fe a pesar de que la defensa asturiana no había sufrido con los centros atléticos en todo el partido, y con esa fe que nacía en la bota del portugués saltaba Godín confiando en que alguien empujase aquel balón que él se había encargado de dejar por el área. Así fue, allí estaba Griezmann, un jugador al que si algo no le falta es gol, ausente durante gran parte del partido, el francés estuvo donde debía estar en el momento que tenía que estar.

Godín cabecea con los contrales del Sporting
Godín cabecea con los centrales del Sporting

Ahí acabó el partido y empezaron dos semanas de tranquilidad para el club rojiblanco. Al menos más tranquilidad de la que hubiera supuesto un empate frente al Sporting como local. El tercer puesto volvía a ser colchonero, atrás quedaban Celta y Villarreal que minutos antes estaban en paralelo. El aliento del Valencia ya no se sentía tan cerca. El FC Barcelona no se escapaba. Una posible victoria del Sevilla ya no se veía como la suma de un nuevo equipo para luchar por el tercer puesto, más bien se convertía en un favor. La victoria del Real Madrid tampoco significaba convertir la liga en liga de dos desde la jornada 11, la derrota dejaba a los vecinos a tiro y no se convertía en un lamento de oportunidad desperdiciada.

Un giro de 180 grados en la perspectiva atlética con un balón largo y dos cabezazos. Mal juego respecto a lo que puede ofrecer el equipo, sí, pero a cuatro puntos del liderato, a uno del Real Madrid y por encima de Celta, Villarreal, Valencia y Sevilla con dos, tres, cinco y ocho puntos de ventaja respectivamente. Y en el horizonte un duelo entre los dos primeros clasificados, que será fructífero para el Atlético pase lo que pase mientras los del Cholo hagan sus deberes en el Benito Villamarín. En definitiva, el famoso ''si se cree y se trabaja, se puede'' fue llevado al ''partido a partido'' y a pesar de no estar pasando por el mejor momento, los rojiblancos creyeron hasta el final, principalmente a través de la figura de Godín, con la recompensa de convertir una oportunidad perdida en una jornada perfecta y sobre todo, consiguieron catorce días de paz en este inciso de selecciones.