Era una época muy distinta a la actual, la estabilidad en el club brillaba por su ausencia, conseguir el cuarto puesto un triunfo, la solided defensiva una quimera. Pero la fe del Calderón fue la misma que es hoy en día. La temporada llegaba a su fin, quedaban cuatro jornadas, y en la treinta y cinco visitaba el Manzanares un Espanyol coqueteando con el descenso. El Atlético se situaba quinto, a cuatro puntos de un Valencia que el día anterior había vencido con solvencia al Real Madrid. No ganar hubiera complicado mucho la presencia rojiblanca en la Champions League la siguiente temporada.

Un equipo irreconocible si lo comparamos con el de la actualidad, entrenaba Abel Resino, Leo Franco bajo palos, defensa de cuatro con Heitinga, Ujfalusi, Perea y Pernía, un doble pivote inimaginable en el Atlético de hoy con Assunçao y Raúl García, Maxi y Simao en las bandas y arriba Agüero y Forlán. Un equipo tan divertido de ver como peligroso para la salud. El famoso 4-2-4. Un ida y vuelta cada quince días en el Calderón. Así se había ganado al FC Barcelona y así se había perdido con Osasuna. Con esto, no es sorprendente que la temporada acabara con 80 goles a favor y 57 en contra (la suma de los goles encajados en Liga las dos últimas temporadas es 55).

Lo dicho, no había solidez defensiva, aunque con Agüero y Forlán tampoco era necesaria. Un ejemplo claro es lo que se vio en aquella noche del domingo 10 de mayo de 2009. Realmente el partido empezó en el minuto 34 cuando Mateu Lahoz expulsó a Perea por una entrada a Chica, el encuentro se ponía cuesta arriba pasado el ecuador del primer tiempo. La pendiente se pronunciaría cuando Pernía derribaba a Iván Alonso dentro del área, con el consecuente gol de Nené. Al Atlético no le valía esta inclinación, por lo que dos minutos después, la mujer barbuda permitía que Jarque rematara el saque de una falta en el área pequeña. Sin oposición.

Por aquella época esos errores no sorprendían al Calderón, no había problema, la afición era consciente de que aquello podía pasar cualquier domingo. Y no había problema por dos razones. La primera de ellas se llamaba Agüero, pero se pronunciaba 'Kun'. La segunda se apellidaba Forlán, pero se le decía gol. Al descanso el Vicente Calderón lo veía difícil. Eso sí, no dejaba de creer. Porque el Manzanares nunca deja de creer. Y si había algún incrédulo, el uruguayo antes de cumplirse el minuto 10 de la segunda parte, le había devuelto la fe. Corría el minuto 53 cuando el 'Kun' y Forlán se asociaron más cerca del centro del campo que de la portería de Kameni, entonces fue cuando el charrúa armó la pierna desde treinta metros y sorprendió al camerunés. Un zurdazo de aquellos que provocaban que la semana siguiente el tema de discusión fuese si Diego era diestro o zurdo. Daba igual, el balón casi siempre acababa dentro de la red.

En la grada la temperatura aumentó, el estadio ya no creía. El estadio estaba convencido de lo que iba a suceder. Pocos minutos después Pernía disparaba desde la izquierda, un disparo con poco sentido, sobre todo si el Agüero no está en tu equipo. Aún no se sabe si aquello era un tiro a puerta o era un centro, lo único que se sabe es que el 'Kun' apareció de la nada en el segundo palo e igualó el marcador. Quedaban 30 minutos para culminar la remontada, eso sí, con uno menos.

Hay que tener en cuenta que hablamos del Atleti. Sólo se había tardado quince minutos de la segunda mitad en igualar el partido, tocaba darle suspense al choque. Y no por dejar de intentarlo ya que los rojiblancos siguieron apretando y en apenas cinco minutos se concentraron tres ocasiones muy claras para ponerse por delante, simplemente porque es el Atleti. Así se llegó al minuto noventa, con igualdad en el electrónico y cinco más de descuento. Sobraron dos y medio. Simao condujo hacia dentro mientras Forlán tiraba una diagonal dentro del área. El portugués lo vio y el uruguayo, en la definición, si no era el mejor, era de los mejores. La fe se hizo gol y el Atlético se colocaba a un punto del Valencia antes de recibirlos la jornada siguiente. El conjunto colchonero ha cambiado mucho desde entonces pero este aspecto no ha sufrido variaciones tal y cómo se pudo ver en el partido frente al Sporting de hace dos jornadas, donde Griezmann logró el gol del triunfo en el minuto idéntico. Una seña de identidad rojiblanca.