No hace mucho, en un tiempo que la gran mayoría recordamos, el Atlético era uno más, un cualquiera de las competiciones nacionales y un don nadie fuera de las fronteras españolas. Y eso era grave, porque el Atlético años atrás siempre estaba en el pelotón de candidatos para ganar títulos. Títulos que no se conquistaban cada año, pero sí a menudo. Siempre había que tenerlo en cuenta para todo.

El descenso, la inestabilidad y la mediocridad de años posteriores

Pero llegó el año 2000 y con él un descenso provocado por una gran crisis institucional, además, al contrario que Betis y Sevilla, los rojiblancos se llevaron un año más de lo previsto en el pozo. Se volvió a primera, sí, pero en condiciones distantes a las que exigía una entidad histórica como el Atlético de Madrid. El doblete de años antes sólo quedaba en los libros de historia mientras que la opción de lograr algo parecido en años próximo se guardaban para los libros de ficción. Los colchonero volvieron a la máxima categoría y lo hicieron con regularidad, un año duodécimos, otro séptimo, siempre manteniendo regularidad, mediocre, pero regularidad.

Dos cuartos puestos y dos semifinales de Copa fueron lo mejor entre el 2000 y el 2009En esa época nació la figura de un joven canterano, que ante la falta de títulos materiales, despertó la ilusión en una afición huérfana de alegrías. Torres fue la única esperanza en una era condenada al fracaso año tras año. Su venta supuso la composición de una plantilla con más nivel de la mano de Forlán y Simao y la irrupción del Kun Agüero, que aunque ya estaba, no se hizo el estandarte del equipo hasta la marcha de El Niño. Con ellos seguía la inestabilidad, pero al menos se empezaba a ser asiduo en Europa. Y en una de esas participaciones, tras pasar con más pena que gloria por la Champions, se llegó a la Europa League, donde entre genialidades del Kun y de Forlán se acabó en Neptuno 14 años después y por partida doble tras ganar también la Supercopa. Dos títulos con Quique Sánchez Flores fueron el oasis en el desierto de una época repleta de sequíaAdemás se acompañó de una final de Copa, eso sí, en Liga no se pasó del noveno puesto. El Atleti volvía pero a medias. De nuevo se acabó con la venta del buque insignia. Y de nuevo cambio en el banquillo, el décimo en diez temporadas desde el regreso a Primera división.

El décimo no duró demasiado, en cuatro meses, una plantilla hecha para entrar en Champions estaba más cerca de segunda que de la máxima competición continental y eliminado de la Copa del Rey por el Albacete, que en aquel entonces estaba en Segunda B. Entonces llegó él, Diego Pablo Simeone, símbolo del Atleti y partícipe en el doblete. Sin grandes experiencias en los banquillos, mucho menos en los europeos, pero sabiendo qué es el Atlético de Madrid y todo lo que representa.

La era Simeone

Reparar todo lo sucedido hasta diciembre no era tarea fácil sin embargo el Cholo lo consiguió. No llegó a meter al equipo en Champions por dos puntos, pero logró acabar la temporada con una alegría para la afición colchonera. Por segunda vez en tres temporadas se volvía a ganar la Europa League y por segunda vez en tres temporadas también se ganaría la Supercopa de Europa, esta vez con una auténtica exhibición frente al Chelsea. Y todo ello desde algo inimaginable años atrás, desde la solidez defensiva, en un equipo que lo poco que había conseguido en los años anteriores había sido por la tremenda calidad de sus atacantes. Simeone implantó algo que los aficionados más jóvenes ni sabían lo que era, implantó una idea. El Cholo tenía un plan.

No tardó en plasmarlo desde que tuvo una temporada completa para ello. Con la salida de Diego optó por darle galones a Koke, que por entonces no superaba la veintena. El resto lo mantuvo y el equipo volvió a codearse con los más fuertes de la Liga durante muchas jornadas y finalmente se consiguió el billete directo para la Champions League siendo el equipo menos goleado. Se sacrificó la Europa League pero se acabó levantando de nuevo una Copa del Rey poniendo fin a la mayor sequía del club en esta competición desde su creación. Y ni el escenario y el rival eran un cualquiera, 14 años después un derbi caía de parte de los rojiblancos. En año y medio, el técnico argentino había dado un giro de 180º al rumbo del club.

Eso no evitó que durante ese verano saliera el mejor jugador del equipo, aunque por suerte, el mejor del equipo se mantuvo en el banquillo. Supo gestionar y supo repartir jerarquías. Nació el partido a partido sin importar la competición y esperando la caída, el Atlético no cayó. Jornada tras jornada los rojiblancos conseguían sacar los partidos adelante, en algunas ocasiones con más brillo que en otras, pero siempre con el trabajo y la solidaridad que inculcaba el Cholo desde su aterrizaje. 18 años después la Liga volvía a las vitrinas del Manzanares y dos minutos evitaron que en esas vitrinas hubiera una nueva estrella. El Atleti volvía a lo grande al mapa europeo.

Cinco títulos y una final de Champions en cuatro años con Simeone en el banquilloAún así las salidas del equipo se volvían a suceder y ni con ello, equipos distintos a Real Madrid o FC Barcelona fueron capaces de superar a los de Simeone que cayeron en Copa ante los ganadores del triplete y en Champions hubo que esperar hasta el minuto 178 de una eliminatoria para que la balanza se decantara en contra de los rojiblancos. Con todo ello, hubo señales de que el Cholo había cambiado la historia reciente del Atlético, de ocho derbis en una temporada, sólo en uno se conoció la derrota.

El Atlético es segundo en Liga y está en octavos de Champions League y Copa del ReyDe nuevo hubo reestructuración en la plantilla, pero ahora Simeone y su equipo peinaban el mercado con un plan, con una idea de lo que querían y con jugadores esperando la llamada del Atlético porque según el propio técnico argentino, ''no hay más de cinco clubes mejores que el Atlético de Madrid deportivamente''. Y con el plan ha logrado que por primera vez en la historia los rojiblancos disputen los octavos de final de la Champions League por tercer año consecutivo. Todo ello viendo habitualmente cuatro o cinco canteranos en las alineaciones. Y todo ello apenas cuatro años después de caer ante un equipo de Segunda B. Porque con Simeone en el banquillo puede haber cambios en el equipo pero el equipo siempre será competitivo y siempre se hará un hueco en las quinielas para luchar por todo.