Simeone sale vencedor del duelo táctico ante su rival Guardiola. El Atleti sufre pero consigue pasar a la esperada final de Milán. Un gol de Griezmann y mil paradas de Oblak, una de ellas en un penalti, hacen mermar la espuma de un Bayern que metió dos y pudo meter más. El equipo bávaro fue un vendaval en la primera parte, fue castigado al salir de los vestuarios con el gol rojiblanco y acabó apedreando de nuevo la pared colchonera.

El Atleti no pudo imponer su juego inicial de presión y robo alto. El Bayern no dejó respiro ni en el juego ni en el robo. Alonso y Vidal se hicieron con el centro del campo, Lahm y Alaba supusieron que Douglas y Ribery estuvieran más liberados y Lewandosky y Muller hundieron la defensa hasta el área. Transiciones rápidas, de lado a lado, buscando el hueco, balones al área, disparos desde fuera. Acoso alemán, resistencia rojiblanca.

Zarpazo en la confianza bávara

No hubo compasión en lo que a intentos se refiere. El Bayern fue a por el Atleti y lo zarandeó.  Guardiola colocó dos centrales y a Xabi Alonso como receptor inicial. Vidal de todocampista,  Lahm y Alaba de carrileros y Douglas Costa y Ribery con libertad para abrirse o cerrarse. El Atleti no cambió nada, respecto a lo que se intuía. Augusto de ancla, su compañero en el pivote, Gabi, como lanzador de presión. Koke y Saúl interiores, arriba Griezmann y Torres.

Así aguantó el Atleti lo que pudo en la primera mitad. Muchas ayudas de interiores, mucha ayuda de Griezmann  y dominio del repliegue y la basculación. No quedaba otra. El Atleti se movía como una defensa para cinco de fútbol sala, el Bayern de lado a lado como en un ataque de balonmano. Oblak y que el Atleti sabe sufrir así desesperó los intentos alemanes que hasta desesperaban con tiros desde lejos. El gol llegó de balón parado tras un rechace y pudo llegar un segundo de un penalti que detuvo el héroe esloveno.

Tras el tiempo de asueto, Simeone hizo su trabajo. Volvió a dar un golpe ganador, clave. Inyectó ese espíritu de cambio, de invertir las cosas. Carrasco entró por Augusto. Más mordiente arriba, más velocidad para el ataque, más trabajo lateral para la defensa. El Atleti se sacudió la presión, igualó el encuentro en cuanto a poderes y lo igualó también en el marcador. El gol de Griezmann reflejó el cambio de actitud y dejó helado al equipo alemán durante varios minutos.  El Bayern se había estirado, confiado e instalado en el campo rival. El Atleti aprovechó esa confianza para dar su zarpazo. El Bayern había pecado y caído en la trampa de la confianza atrás. Después, para el último arreón alemán, la defensa y los jugadores rojiblancos ya estaban preparados y tan solo permitieron un gol más.

Madurado el plan

Ha sido la temporada más larga en cuanto a cocción de un plan. La temporada más tardía en encontrar  un método y un protocolo. El año que más transición de cambio se ha notado, el año que más se ha tenido que reconstruir.  La búsqueda de un recambio que hiciera de Tiago, la búsqueda de un esquema, la búsqueda de alternativas, la búsqueda del 9. Simeone tardó, pero más que nunca es fiel a un plan. Un plan que incluye un 4-4-2 para que Gabi pueda desatarse para presionar. Donde Koke y Saúl son esencias puras en los interiores: trabajo lateral, trabajo de pase interior, basculación, cobertura central y en ataque la fiabilidad de dos jugadores dotados técnicamente, con llegada y pase.

El vaivén de esquemas en búsqueda de la solidificación llegó a su fin. Simeone solo varía al 4-5-1 para defender mejor en casos extremos como los de anoche. Augusto es el recambio de Tiago, también queda claro. Fernando Torres es el 9, también queda claro. Carrasco, apartado por la lesión, ha perdido el puesto momentáneamente pero es el jugador 12, el jugador revolución. El belga es el que cambia los registros de ataque y de velocidad. Simeone ha vuelto a encontrar el camino, y no es momento de cambiarlo ya. El Atleti, pese a la avalancha alemana, está fino y engrasado.