Molestar según la Real Academia de la Lengua:
1. Causar fastidio o malestar a alguien.
2. Impedir u obstaculizar algo.
3. Ofenderse, enfadarse ligeramente.
4. Dicho de una persona: Hacer algo que pueda suponerle esfuerzo, fastidio o malestar.

En la gran semana del incordio, en la semana en la que otro debutante en esto de molestar, el Leicester,  ha hecho los honores de zumbar en la oreja de aquellos que están obligados a la victoria – y por lo visto los encargados del “buen” y “gustoso” fútbol- el Atlético de Madrid, el revolucionario, consigue llegar a otra final de Champions League.

El hecho de colarse en la fiesta de los grandes, de los gigantes, de los poderosos, es gracioso en un principio. Es adorable, digno, reseñable. "Qué mérito los de Simeone". "Lo que está consiguiendo el Atleti es fabuloso". Pero lo bueno, parece, mejor breve. El Leicester deberá no estirar la broma, no vaya a ser que se quede en la chepa de los grandes de Inglaterra y también entre en el grupo de los molestos.

El Leicester ha sido admiración en España y medio mundo. Normal. Una hazaña tremenda la del equipo de Ranieri. Es sobre entendido que todo aquel que ha admirado o se ha sentido identificado o simplemente ha sentido orgullo por el milagro del equipo inglés, ha visto jugar al Leicester. Están claudicados a la crítica.

Expertos en no jugar a nada

En la misma semana de la Liga ganada por el equipo de Vardy y compañía, el Atlético sigue en su mundo de fantasía. Como una mosca cojonera, y ante todo pronóstico, consigue eliminar también al Bayern de Munich. Por supuesto, con juego feo. Sin posesión, dando balonazos, sacando todo lo más lejos posible, perdiendo tiempo – algo inaudito en el fútbol -, sin caños, sin sombreros, sin goles de falta, sin un himno de un tenor, sin nada de valor. Por supuesto, con entradas feas y violentas, impidiendo jugar como los cánones mandan. Al borde de la denuncia humana.

Por suerte, el Atleti, sin demandas judiciales en su contra por el tipo de juego, pasa a la final de Champions. Otra vez. Cabe recordar que el anterior equipo eliminado a manos del antiestético Atleti fue el Barcelona de Messi y compañía. Simeone y sus neandertales formas se han cargado a los dos equipos que mejor juegan a esto según las Altas Cortes  de este deporte. "El fútbol feo ha ganado al mejor", aseguró uno de ellos. Al chileno se le olvidó introducir en la oración una coma y un "otra vez".

Y debe ser eso, el "otra vez", lo que ya cansa. El Leicester gusta, pero que no insistan. Molestar a estas alturas significa ser criticado. Se acerca al menosprecio, a la búsqueda de tachones. Equipos como el Atleti se inventan, se crean una igualdad inimaginable ante los grandes. Son quien avivan el fútbol lejos de la monotonía y los que reactivan el hecho de competir. ¿Con otras armas? Por supuesto, con las mismas siempre ganaría MessiCristiano o el Bayern, seguramente.

Simeone ha inventado un equipo, de la nada, desde Albacete en Copa y la misma retahíla de siempre. De sobra es conocida. Cambió el rol de los derbis madrileños, con final incluida. Liga, final de Champions, Europa League, Supercopas. Pero, ¿a qué precio, Simeone? No el precio de la plantilla, que en ese campo sería el despelote ya – tanto al fichar como la revalorización- sino en modo de conseguir las cosas. Simeone y sus chicos deberían pedir perdón por su actitud.

Simeone, chicos. En la élite, molesta el mono de trabajo. En la élite de este deporte no se puede jugar así, por lo visto. El traje de los domingos no es el de currar, es el de chaqué y corbata. Ya no es gracioso. Que el Atleti siga ahí no gusta. Se le crttica, no se sabe cómo. Arrogancia o victimismo. Gran plantilla y victimismo, o barriobajero y violento. Agresivo y faltón o teatrero y cobarde. Vulnerable o ultradefensivo. Da igual, molestar da lugar a la incomodidad del rival, sea como sea. Por el bien del fútbol, más "molestos". El Atlético de Madrid alcanza su segunda final de Champions en tres años.