Dejando atrás la etiqueta del `pupas` que muchos han querido poner al Atlético durante las últimas dos décadas y enfrentándose a los mejores equipos de Europa hasta llegar a Milán, el conjunto liderado por Diego Pablo Simeone logró silenciar anoche a 70.000 alemanes en el Allianz Arena.

Dos estilos de juego diferentes, dos entrenadores con filosofías opuestas y dos plantillas con características muy distintas se enfrentaban, más de cuatro décadas después, de nuevo en competición europea y con la palabra `venganza` marcada en cada mente rojiblanca.

El espíritu de jugadores que, en vida, no han logrado alcanzar el sueño de ver a su Atleti levantar la orejona sobrevolaba Munich. Daba igual que el Bayern fuera un rodillo durante todo el partido, daba igual que, individualmente, tengan una de las mejores plantillas del planeta que, anoche, todos y cada uno de los jugadores de la plantilla rojiblanca estaban dispuestos a morir por el escudo que llevaban bordados en el pecho y por aquel plantel de 1974 que se quedó a las puertas de hacer historia ante el gigante alemán.

Un fallo de Miguel Reina a tiro Georg Schwarzenbeck empató un partido en el que el Atleti ganaba por la mínima gracias a un golazo Luis Aragonés, lo que obligó a ambos conjuntos a medirse en un partido de desempate en el que se decidiría el campeón. En él, la superioridad alemana sí que quedó patente con un doloroso 4-0 en el marcador que truncó todos los sueños rojiblancos.

El Atlético de Madrid celebrando el pase a la final | Foto: Getty Images

42 años más tarde, muchos no han podido ver cómo el equipo de su vida lograba, de nuevo, colarse en una final europea, ni cómo se atrevía el Atleti, el `pupas`, a plantar cara a superpotencias como Barça o Real Madrid en Liga, ni mucho menos a todo un Bayern de Munich liderado por uno de los mejores de técnicos de Europa, al que, esta vez, sí ganaron.

Por todos aquellos amigos, abuelos, tíos y padres que, desde el cielo, cantaban eso de "la Liga de Campeones es mi obsesión...", por todos ellos, cada jugador del Atlético de Madrid sufrió y resistió cómo solo el Atlético parece estar destinado a hacer, saliendo al césped decididos a cambiar la historia. Por fin, auténticas leyendas del club que tuvieron que sufrir en primera persona la decepción de esa final contra el Bayern como Adelardo, Reina, Ufarte, Gárate y, por supuesto, Zapatones pudieron, desde donde quiera que estén, quitarse esa espina tan dolorosa y ver al Bayern derrotado.

Ya lo decía el Sabio de Hortaleza, solo vale ganar, ganar y ganar, y eso es lo que el Cholo ha otorgado al Atlético de Madrid, sin importar ni las maneras ni las críticas y sin intentar agradar a nadie con su fútbol. Simeone ha recogido el testigo que un día soltó Luis Aragonés y ha llevado al club rojiblanco al lugar de la historia de dónde nunca debió de irse. Este legado es el que amigos, nietos, sobrinos e hijos están contemplando en la Era Simeone, siempre con aquellos maestros que, algún bendito día, les hizo hacerse del Atleti grabados a fuego en la memoria.

La venganza rojiblanca se sirvió en plato frío y el himno del Atleti suena más que nunca, desde las puertas del cielo hasta Milán, pasando por Munich.

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