El Atlético de Madrid se topa con la primera trampa en la primera jornada. El Vicente Calderón fue testigo en el debut de esta temporada, última para el mítico estadio, del primer pinchazo inesperado y de nuevo, de manera trágica y dolorosa. El Alavés empató el partido en la última jugada en su primer lanzamiento (extraordinario, eso sí) y dejó helado y enmudecido a los rojiblancos. Un partido con veinte córners para los de Simeone, dos palos e infinidad de ocasiones pero que tan solo Gameiro, desde los once metros, pudo acertar.

A Simeone le pide más el cuerpo

El partido ante el Alavés, como también reconocería Simeone en rueda de prensa, fue una auténtica sorpresa.  El Alavés aguantó y se cerró los primeros minutos y el Atleti tuvo que irse estirando y estirando para buscar el gol que a pesar de las ocasiones, no llegaba. El equipo rojiblanco no pudo con un recién ascendido como era el Alavés en los noventa minutos. Sin embargo, no fue ese Atleti del pasado año rácano y sin más argumento ofensivo que el de  Griezmann.

Esta vez fue un querer y no poder, pero queriendo. El Atleti lo intentó lo intentó y lo intentó. Se vio un Simeone menos especulador, menos reservista y más valiente. Simeone tuvo hambre. Se pudo ver un Cholo distinto, agresivo, incisivo. Puede ser que al técnico argentino, una vez asentado al Atleti tras varios años entre los grandes, una vez asentadas los gigantescos cimientos, ahora le pida otra cosa el cuerpo.

Sea quizás porque era un recién ascendido, será por el resquemor de mayo, sea porque ya es la hora de dar el paso. Sea por lo que sea,  a Simeone le pide algo más el cuerpo. Antes de la hora había introducido dos delanteros por sus mediocentros, los centrales superaban el centro del campo y el ataque era total. Lo puso todo en el campo sin reservar nada ni dejar nada a la expectativa. La táctica “cholista” no se basó solo al no perder, ayer Simeone quiso ganar y es una gran noticia.

Carrasco por la banda, Torres vuelve a toser

El primer partido de Simeone, obviamente, también dejó el primer once. El técnico rojiblanco optó por Savic en la defensa y por los cuatro clásicos en el centro del campo. Tiago con Gabi, Saúl y Koke de interiores. Carrasco Gameiro hicieron de delanteros. El Atleti obtuvo lo que da ese 4-4-2. Una  gran colocación, juego plano, jerarquía central y velocidad en bandas y zona alta. El buen rendimiento del equipo de Pellegrino en lo táctico hizo que el Atleti se estrellara una y otra vez y Simeone tuviera que buscar cambios.

La primera variante fue la de cambiar al 4-5-1. Koke y Saúl ganaron metros y libertad, pero sobre todo se consiguió que Carrasco estuviera más cómodo. El belga, sin espacios, sufre por el centro y no pudo crear peligro hasta que no se colocó en su hábitat natural, la banda. El belga mejoró y el Alavés tuvo que multiplicarse. El Atleti comenzaba el asedio.

Cuando Yannick comenzó a bajar las prestaciones, comenzó el vaivén de cambios ofensivos y otro protagonista se erigió. Fernando Torres volvió a insinuar a Simeone y al Atleti que merece su oportunidad, una oportunidad que se ganó la pasada campaña y esta pretemporada. El Niño no se enfadó y lloró por quedarse en el banquillo, salió en el descanso y revolucionó el partido. Liberó a Gameiro, calló a bandas, puso picante en las contras, remató, dio al palo y asistió a Godín. De guinda, provocó el penalti. Torres no se queda callado. 

VAVEL Logo