Día de despedidas en el Benito Villamarín, el cual afrontaba el último duelo en la cúspide antes de bajar a los infiernos de la Segunda división. Y eso empezó a notarse muy pronto en la calurosa tarde que Sevilla tenía reservada para ambos contendientes. Un desangelado coliseo verdiblanco recibió a los suyos entre pitos y silbidos. En el once bético, hombres señalados como Paulao, que volvía a ser de la partida tras su esperpéntica actuación en Vallecas, así como Rubén Castro y Chica, objetivos desfavorables para la afición igualmente.

Por parte pucelana, la imperiosa necesidad de permanecer una temporada más en la élite provocó que Juan Ignacio Martínez no experimentase en exceso con su once y figuras claves en la artillería vallisoletana como Javi Guerra , Berdych y Jeffren fueron de la partida inicial.

Comienzo eléctrico

Bajo el sol y el tumulto, el duelo no pudo empezar de una manera más vibrante. No se cumplía el primer minuto de juego cuando una internada del serbio Rukavina por el costado derecho ponía el primer tanto en el luminoso. El centro del jugador balcánico encontró dentro del área la testa del ariete blanquivioleta, Javi Guerra, que conectó un potente cabezazo haciendo inútil la estirada de Antonio Adán ante la pasividad defensiva de Damien Perquis.

Parecía que el Betis estaba destinado a sufrir hasta las últimas consecuencias, sin embargo, acto seguido iba a toparse con el empate. Un córner botado por Salva Sevilla desde la izquierda se envenenaba con un efecto mortífero y tras no poder atajar el cancerbero Jaime, el cuero llegó al segundo palo y allí como una torre Braian Rodríguez y Carlos Peña pugnaban por él. Finalmente el empuje del uruguayo se impuso y arrastró al defensor a meter el balón en su propia portería.

A raíz de los incipientes goles, el partido decreció en intensidad y ritmo. Sin tempo para olfatearse, el cuero merodeaba ambas áreas sin orden ni jerarquía. Al filo del cuarto de hora un zapatazo de Matilla desde la frontal obligó a Jaime a adornarse y mandar ese cuero a saque de esquina. Mientras el Valladolid aguardaba a la contra y la encontró por mediación de Jeffren que tuvo en sus botas la ocasión de poner por delante nuevamente a los pucelanos, pero su disparo, ya con Adán batido, fue interceptado en la línea de gol por el discutido Paulao.

A falta de diez para el descanso, Álvarez Izquierdo anuló un gol a Braian Rodríguez, que había arrancado en fuera de juego. Las ocasiones se iban sucediendo sin aparente tregua, sin embargo llegaríamos al descanso con las tablas en el marcador.

En el arranque del acto definitivo se produjo un inicio similar al del comienzo de partido. Muchos goles y la tensión propia del fin de Liga causaron una segunda mitad eléctrica. El ex lateral del Recreativo, Carlos Peña, se resarcía del tanto en propia que había anotado anteriormente y consumaba una brillante jugada de estrategia de los pucelanos. Córner botado por Jeffren que aterriza en la cabeza de Valiente que la prolonga de primera y halla al defensor vallisoletano completamente solo para cabecear hasta el fondo el 1-2.

Tres minutos le iba a durar la alegría a los de Juan Ignacio Martínez que veían como Jorge Molina cabeceaba con parsimonia un balón que había capturado en el interior del área que defiende Jaime.

Éxtasis final

El choque se iba calentando y avivando conforme avanzaban los minutos y a la hora de juego llegaría el lance polémico al envite. El sueco Larsson se colaba solo en área bética y Adán al suelo, lo derribó. Álvarez Izquierdo no lo dudó y señaló el punto fatídico tras amonestar al madrileño por protestar. El goleador Javi Guerra sería el encargado de poner una nueva puntilla para el Betis, que revés tras revés, se hundía en lo anímico.

Sin embargo, el último cuarto de hora de partido traería al conjunto de La Palmera el éxtasis. Con el marcador y su parroquia en contra, aunaron esfuerzos y renacieron como el ave fénix para darle una última alegría a su afición, muy necesitada de estímulos positivos.

Los cambios en ambas filas desembarcaban en el duelo y le otorgaron más chispa, hecho que se vio reflejado en el marcador final. El canario Rubén Castro iniciaría la remontada conectando una preciosa volea dentro del rectángulo vallisoletano a centro de Juanfran. Su inapelable golpeó pulverizó la meta del Real Valladolid.

Con el 3-3 en el tablero, la escasa afición congregada en la tarde de hoy en el Villamarín comenzó a despertar y avivar a los suyos. Los jugadores notaron su empuje con grados de cansancio a sus espaldas y no la defraudaron.

El Valladolid, en cambio, también tuvo sus opciones de venganza. El colombiano Osorio perdonó hasta en dos ocasiones ante Adán, que se erigió como un jugador respetado por la afición en base sus meritorias actuaciones. Rubén Castro la volvería a tener en las postrimerías pero se encontró con el travesaño.

Todo parecía indicar que el partido llegaba su fin cuando, ya en tiempo de prolongación, el madrileño Juanfran se sacaba de la chistera uno de los mejores goles de la temporada. Falta desde 40 metros aproximadamente y el exjugador del Castilla, sorprendiendo a propios y extraños, soltaría un obús imparable que se colaba por la escuadra. Nadie se esperaba esa reacción, ni siquiera Jaime, que pese a estar bien colocado, no pudo hacer nada por frenar ese contundente misil.

De este modo, se acababa el fútbol de Primera división en el Benito Villamarín, que se despide ante su público con una inservible derrota a la espera de regresar, lo más pronto posible, a la máxima categoría de nuestro balompié. Por su parte, los de Pucela deberán esperar a la última jornada del curso para conocer la categoría que frecuentarán la temporada que viene, ya que se encuentran a dos puntos de la salvación a expensas de un único duelo por disputarse la próxima semana en su feudo frente al Granada.

Los goles