Sevilla, 8 de diciembre de 2014. Alrededor de las 18:00 horas, un hombre cuyo nombre será recordado por el beticismo saltaba al terreno de juego con semblante de orgullo a recibir el caluroso homenaje que la parroquia verdiblanca le tenía reservada. Rubén Castro será el nombre que habite en la mente de todo aficionado al Real Betis. Sus 95 goles le sitúan en el Olimpo de Heliópolis por y para siempre.

Tras la pobre imagen ofrecida en Copa el pasado viernes, Juan Merino apostó de inicio por un 4-4-2 con alas y doble pivote de contención compuesto por Xavi Torres y N'Diaye. Fruto del esquema derivó la alternancia de ritmo durante el primer acto, donde su homólogo en el banquillo bermellón, Valeri Karpin, optó por los canteranos Kasim y Abdon, sobrino del mítico Toni Prats. Arriba, la velocidad de hombres como Arana y Pereira unida a la determinación de Marco Asensio, propició el incipiente dominio balear.

En una tarde fría, la primera gran oportunidad la tuvo el Mallorca después de una pérdida comprometida de Kadir, que acabó con un disparo de Asencio en córner. El primer aviso rompía el gélido pero a la par caldeado ambiente del Villamarín.

Las idas y venidas se sucedían sin orden ni jerarquía. Los de Karpin, con líneas muy estiradas comenzó a poner en aprietos a la dubitativa zaga heliopolitana. Una internada de Arana fue interceptada providencialmente por Jordi Figueras. Pereira, con la caña preparada, aguardaba en el segundo palo para remachar lo que hubiese sido el primer tanto.

A base de balonazos largos, el Real Betis iba sacudiéndose la presión, pero ni Rubén ni Rennella terminaron de entrar en juego en la primera mitad. Los chuts desde la lejanía no pillaron por sorpresa a ninguno de los dos guardametas y la intensidad vibrante del comienzo se diluía.

Los primeros 45 minutos finalizaron de más a menos pero con la irrupción de hombres como el excanterano bético Arana y los recalcitrantes balbuceos de futbolistas curtidos en mil batallas como Figueras y Molinero.

Rennella se 'come' el guiso de Castro

La reanudación trajo consigo el tempranero cambio de Dani Ceballos por Cejudo, totalmente desapercibido durante su estancia en el verde.

El internacional sub-19 lavó la cara al equipo con su desparpajo y valentía. A los cinco minutos del acto final Rennella haría el preludio de lo que estaba por llegar. Una jugada a la media vuelta, zafándose de un defensor rojo, culmina con un disparo que se marchó a escasos minutos del palo que defendía el exrecreativista Cabrero.

Camino a la hora de partido, la magia del matador y leyenda de la Isleta tenía lugar una brillante jugada personal que el meta oscense repelió en un alarde de reflejos. Sin embargo su socio francoitaliano, muy atento, no desaprovechó el rechazo y mandó el cuero al fondo de las mallas para delirio de la grada de La Palmera.

El gol dejó de piedra a Karpin que rápidamente dio entrada a hombres de ataque. El Betis, por su parte, se echó a atrás a defender la renta. Los últimos minutos murieron en zona bética y tanto los centrales como un sensacional Antonio Adán abortaron las numerosas intentonas mallorquinas. En las postrimerías, N'Diaye pudo abrir brecha en el luminoso pero se tomó de frente con un Cabrero que no quería despedirse del Villamarín sin dejar su sello.

Al término del partido el Betis, el Betis suma su segunda victoria consecutiva en Liga y se coloca a cinco puntos del ascenso directo, objetivo primordial y casi obligatorio del curso.

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