El Club Deportivo Lugo recibió al Real Betis en el Ángel Carro en una tarde de perros, protagonizada por la lluvia y las necesidades de ambos conjuntos. Los gallegos erraron en una oportunidad idílica para encontrar la ansiada tranquilidad en la tabla liguera. Los verdiblancos, salieron vencedores de un choque monopolizado de cabo a rabo por los pupilos de Quique Setién, que pusieron contra las cuerdas a un Betis muy inferior. La gran jugada personal de Molina y el tanto de Rubén Castro, dejan a Merino con pie y medio dentro del banquillo del Villamarín.

Monólogo gallego que pudo cambiar el transcurso del encuentro

La primera mitad se puede resumir completamente con el citado ladillo. Los de Quique Setién monopolizaron de principio a fin unos primeros cuarentaicinco minutos decantados para el lado local. Una vez más, la incomparecencia bética otorgó numerosas ocasiones a los gallegos, pero la pólvora estuvo mojada.

Los rojiblancos volcaron su juego por el lateral defendido por Varela, que se vio desbordado una y otra vez por los arreones locales, de la mano de Ferreiro y un inspiradísimo Jonathan Valle. Aún así fueron incapaces de anotar un gol a los hispalenses, demostrando porqué son uno de los conjuntos menos goleadores de la división de plata.

Parte de culpa de la superioridad gallega fue la incapacidad de los mediocentros hispalenses en achicar las internadas locales. La tripleta formada por N'Diaye, Xavi Torres y Dani Ceballos nada pudo hacer ante una medular local ínfimamente mejor.

El gol era inminente en el Ángel Carro pero entonces emergió una vez más, la figura de Adán. El madrileño salvó a los suyos en numerosas ocasiones evitando un resultado que podría haber sido desastroso y demostrando la valía de su fichaje. Dentro de su recital de estiradas, destacó una doble intervención desplazándose en apenas un segundo de palo a palo.

Por parte de los verdiblancos, la desaparecida figura de Rubén Castro dilapidó las opciones de un equipo muy inferior cuando el canario no aparece. El juego por las bandas estuvo completamente inerte y Renella no pudo captar un balón óptimo de cara a realizar una digna ocasión de gol.

Los de Merino esperaron con ansia el pitido final del colegiado vasco, para escuchar el discurso del entrenador y buscar nuevas estrategias para cambiar el transcurso del encuentro en la segunda mitad.

Similar tónica, distinto resultado

Merino se marchó al túnel de vestuarios con una simple misión: lavar el rostro de los suyos de cara a una mejora en la segunda mitad y vaya si lo hizo. El técnico gaditano trastocó el sistema volviendo al 4-2-3-1 que tantos éxitos le ha dado en el filial verdiblanco. El preparador interino dio a entrada a jugadores como Jorge Molina o Fabián para aportar un hálito de explosividad y dinamita arriba. Cabe destacar el debut del canterano palaciego, que hace tan solo tres meses jugaba en el División de Honor.

Molina necesitaba minutos para reivindicarse y lo hizo a la perfección. El alicantino convirtió su primera bola en oro. Recibió de Dani Ceballos un esférico en profundidad y tras marcharse del guardameta, habilitó con un pase de la muerte a Rubén Castro para que el canario rematara a placer y adelantara a los suyos.

A pesar del tanto visitante, el conjunto rojiblanco volvió a hacer suya una segunda mitad empañada por el gol encajado. Los gallegos, de la mano de Aganzo, Iriome y compañía volvieron a emplear un asedio constante a la meta defendida por Adán. Una vez más, el guardameta salvó a los suyos en un par de ocasiones que desataron la desesperación en el Ángel Carro.

La superioridad lucense no evitó alguna que otra ocasión verdiblanca. El propio Fabián estuvo a punto de sentenciar el encuentro, pero su dependencia a la pierna izquierda le condicionó. Un mal control con el exterior de la bota imposibilitó el segundo tanto verdiblanco que hubiera puesto tierra de por medio.

A partir de ahí, los luqueses, en un encuentro muy trabado con el transcurso del tiempo, lo intentaron con más corazón que cabeza y estuvieron a un palmo de rascar un punto. Finalmente el desgaste físico y el tesón con el que los béticos lucharon cada esférico, impidió el empate local.

Con esta victoria, Merino respalda con hechos su intención de entrenar al primer equipo y aleja las posibilidaes del retorno de Pepe Mel o Serra Ferrer. Los verdiblancos vuelven a Sevilla cuartos en la tabla clasificatoria con 30 puntos. Por el contrario, los lucenses se quedan en tierra de nadie, postulándose décimos con 22 puntos.