Los sueños, en ocasiones, se truncan en pesadillas. Desafortunados acontecimientos que sacuden y marcan un año futbolístico para olvidar. Esa es la realidad moral que le ha tocado vivir a la entidad heliopolitana este 2014, donde el caprichoso destino reservaría un desenlace catastrófico a una institución condenada a peregrinar por los senderos de la Segunda división durante el curso 14/15. El Real Betis Balompié retrocede anímicamente tras experimentar la hiel del caos en el que vive sumido.

La ilusión desbordaba los rincones de Heliópolis, la cual se preparaba para recibir en su feudo los más dulces sonidos procedentes del Viejo continente, y es que el conjunto verdiblanco había asegurado su participación en Europa siete años después. Atrás en el tiempo resuenan las fugaces imágenes de Serra Ferrer frente a José Mourinho en aquel alocado triunfo con gol del trianero Dani en la lejana noche del 1 de noviembre de 2005.

La Europa League aguardaba, Pepe Mel era colocado en los altares sagrados de la ya centenaria entidad y la afición se sumergía en los recuerdos gloriosos del ayer. Sin embargo, el inexorable paso de los partidos iba a enterrar ese paradisiaco y onírico mundo que el Betis había construido a base de goles.

En el fondo de la tabla con tan solo 25 puntos en 38 partidos, la agonía contagiaba y revertía un campeonato que asestó mil y un revés a la delicada salud de la escuadra andaluza hasta hacerlo caer a la lona del balompié. La segunda mitad del año deparó una nueva caída y vuelta a los inicios: la recontratación del técnico madrileño.

La planificación se revisó en enero

Entre el calor propio del verano hispalense, las oficinas del Benito Villamarín trabajaron a destajo para confeccionar una plantilla acorde a los retos que estaban por venir, sin embargo, los refuerzos que aterrizaron en La Palmera nunca llegaron a demostrar la valía que atesoraban sus antecedentes.

Tras la fantástica temporada de hombres como Beñat, Cañas, Pabón, Campbell y Adrián, entre otros, tocaba reestructurar una plantilla que se expondría a la exigencia natural de la competición en año de Mundial.

Hombres como los citados anteriormente hacían las maletas para seguir escalando hacia el cénit de sus carreras, mientras el Betis y en concreto, su secretario técnico, comenzaban el carrusel de presentaciones. Desde la Segunda división desembarcaron Chuli (Recreativo), Juanfran (RM Castilla) y Cedrick (Numancia), que fue noticia por su curioso precio de traspaso. El Betis depositó en la Liga su cláusula de rescisión, cifrada en 1,20€. Más tarde se conoció que el Betis abonó al cuadro soriano 25.000€ por su pase.

Braian Rodríguez y Lolo Reyes llegaron de la mano procedentes del Huachipato chileno, mientras que Markus Steinhöfer entregaba su carta de presentación firmada desde Basilea, donde había sido semifinalista de Europa League.

La debilitada portería, que había quedado huérfana tras la marcha de Adrián, Casto y Fabricio, fue reconstruida con las figuras de Guillermo Sara (At. Rafaela) y Stephan Andersen (Evian).

Futbolistas nacionales y con proyección inyectó el Real Betis con los nombres de Dídac Vilà (AC Milan), Xavi Torres (Levante), Jordi Figueras (Brujas) pero sobre todo, Joan Verdú, que abandonaba el Espanyol y se incorporaba al Betis en busca de guiar el proyecto europeo tras la marcha de Beñat. A la puerta del catalán llamaron equipos como el Sevilla o el Olympiacos griego pero el esfuerzo económico que hizo la entidad presidida por Miguel Guillén terminaron por convencer al jugador catalán.

Con este panorama de caras nuevas más la continuidad de estandartes en el club como Rubén Castro, Jorge Molina o Antonio Amaya echaba a rodar la pretemporada bética. En ella, el ariete canario cayó lesionado y el Betis echó en falta su faceta goleadora hasta final de noviembre, cuando la trayectoria ya tomaba dirección descendente.

Estancados en Liga, refugiados en Europa

Bajo la batuta de Pepe Mel, la plantilla comenzaría a perfilar el triste camino que acabaría dibujando la diosa Fortuna. El debut en competición liguera se produciría el 18 de agosto en un escenario de excepción, el Santiago Bernabéu. Jorge Molina adelantó a los béticos pero los de Carlo Ancelotti acabarían dándole la vuelta al envite con los goles de Benzema e Isco, este último a escasos minutos del final. A pesar de la derrota en la capital de España, las sensaciones mostradas sobre el verde fueron positivas y el equipo salió fortalecido.

Habría que esperar hasta la jornada cuarta para escarbar la primera victoria en Liga. Un Betis catapultado por Salva Sevilla se deshizo del Valencia de Djukic por aquel entonces. En cambio, por otro lado, empezarían a surgir tropiezos que mermaban el ímpetu del colectivo verdiblanco. La derrota en el debut liguero en casa frente al Celta de Vigo o el empate a nada ante el Espanyol hacía presagiar los primeros síntomas de debilidad.

Los intermitentes resultados se sucedían hasta final de septiembre. El Betis ganaba al Villarreal en casa por la mínima con gol de Nosa tras haber caído esa misma semana en el remodelado San Mamés por dos a uno.

A partir de octubre, la dinámica del equipo de desplomó y los puestos bajos de la tabla atraían a las trece barras del escudo como un imán. De los cuatro partidos disputados en ese mes, tan solo sumó un punto contra el Levante. Antes había caído de manera consecutiva con rivales como Getafe, el recién ascendido Elche y el Atlético de Madrid, que le sacudió con dureza venciendo por cinco goles a cero.

Un mes más tarde, noviembre, el hombre que tanto remó por el Betis y que lo había conducido de Segunda división a Europa afrontaba sus últimos partidos al frente del equipo que lo vio crecer como jugador. Los malos resultados se acumulaban uno tras otros. En Liga recibía tres serios correctivos ante Málaga, donde Perquis dio el susto y se fracturó la mandíbula, Barcelona y sobre ante el eterno rival, el Sevilla FC. El primero de los derbis de esta temporada dejó al Betis muy tocado después de caer con estrépito por cuatro goles a cero. De nuevo, tropezaba en los errores del pasado: goles tempraneros, escasa intensidad y exceso de nerviosismo eran los factores que condenaban al Betis a la desolación de su hinchada.

La nota positiva hasta la fecha la ponía Europa. El Betis se había clasificado para la fase de grupos después de superar al Jablonec en la ronda previa. Encuadrado en el grupo I, el conjunto bético se mediría a Olympique de Lyon, Vitória Guimarães y HNK Rijeka.

El debut en competición continental llegó el 19 de septiembre ante el rival más poderoso del grupo, el Olympique de Rémi Garde. Hubo fútbol pero faltaron los goles a la cita. En la segunda jornada europea, el Betis ponía rumbo a la región de los Balcanes para medirse al Rijeka croata. Otro empate, esta vez a uno, ponía al plantel bético con dos puntos.

La dos primeras victorias de la fase de grupos la dibujaría a costa del Vitória Guimarães con gol de Álvaro Vadillo en el Benito Villamarín y del onubense Chuli, en tiempo de prolongación, en suelo luso.

El último partido de Mel en el espacio europeo antes de su cese se disputó en Gerland, donde el equipo caería por la mínima en las postrimerías del duelo. Tres días más tarde, el Betis empataría a dos frente al Rayo en un partido que se iba a convertir en la despedida de José Mel Pérez.

Su balance al frente del club deja los siguientes números: 156 partidos oficiales, 67 victorias, 33 empates y 56 derrotas.

El caos se expande

Las directrices que estaba tomando el transatlántico verdiblanco provocaban el desánimo de su parroquia que reclamaba explicaciones por semejante trayecto. La nefasta planificación deportiva apuntaba a Stosic pero la pieza más frágil de un equipo es el entrenador y Pepe Mel dejó de ser entrenador del Real Betis la noche del 2 de diciembre.

Las muestras de apoyo hacia el técnico madrileño se sucedían hasta tal punto de alabar su figura una vez conocida su definitiva marcha. Aparecieron pintadas respaldando su labor, criticando la dirección del club, pidiendo la dimisión del secretario técnico…

El clima en Heliópolis comenzaba a enrarecerse y el nuevo inquilino del banquillo tenía nombre y apellidos: Juan Carlos Garrido.

El preparador valenciano volvía a la liga española tras su inmersión en el fútbol belga y con el objetivo de enderezar el rumbo del Betis.

Con una plantilla muy señalada por la afición, el debut del segundo entrenador del curso se produciría en Copa del Rey frente al Lleida. El Betis derrotó con apuros a un equipo de Segunda B en la ida (1-2). En Europa, el cuadro hispalense cerraba el pase a dieciseisavos en un mal partido ante el rival más asequible del grupo, el Rijeka (0-0). La imagen no terminaba de mejorar, y, desde la grada, se pedía reacción.

Garrido se convertiría en el primer entrenador de la historia que debutaba con un equipo en tres competiciones diferentes. El de liga, terminó por ponerle contra las cuerdas. Dura pérdida en San Sebastián ante la Real (5-1), en un partido donde el Betis no apareció. Mientras tanto, el debate en la portería continuaba suscitando dudas. Ni Sara ni Andersen convencían y el marco verdiblanco recibía la visita del balón con excesiva frecuencia.

Otro momento culmen de la temporada se desencadenaría a finales de año. El Betis pasaba en Copa eliminando al Lleida pero en Liga las circunstancias permanecían sin cambio. El último duelo del año 2013 ante el Almería se antojaba clave para mantener opciones. De nuevo, el Betis fallaba y dejaba escapar los tres puntos. El tempranero gol de Ramón Azeez bastó para que los almerienses se llevaran el triunfo.

El año acaba con otra modificación en la parcela deportiva. La cuestionada figura de Vlada Stosic abandonaba la entidad entre jadeos expectantes de la afición. Entre lágrimas, el serbio se despedía de la secretaría técnica. El club había entrado en pánico y los infortunios sacudían el día a día en La Palmera.

Con Garrido, las derrotas continuaban encadenándose en Liga una tras otra. En Copa, caería apeado por el Athletic de Bilbao pese haber ganado la ida. El ‘farolillo rojo’ de la Liga cogía forma y el Betis se contagió de desidia y apatía a la hora de tomar decisiones previamente consensuada.

El testimonial paso de Juan Carlos Garrido iba a concluir en manos del Real Madrid. El comienzo de la segunda vuelta no modificó absolutamente nada para el Betis, abonado fielmente a las derrotas. El apabullante triunfo de los blancos en el Villamarín por 0-5 acabó con la delicada figura del levantino.

Calderón y los fichajes, mínima repercusión

El mercado invernal aterrizaba como agua de mayo y el Betis esperaba parchear la carente planificación de comienzos de temporada, sin embargo, los fichajes llegaron a escasos días del cierre de mercado y únicamente fueron tres las incorporaciones: Antonio Adán, Leo Baptistao y Alfred N’Diaye.

En el banquillo, el Betis apuraba y quemaba cartuchos con la contratación de Gabriel Humberto Calderón, que dejó todo para apuntarse por la causa. Ese “familiar enfermo”, como así definió la situación del club a su llegada le necesitaba, y él no dudó en acudir a un rescate que finalmente nunca llegaría. Con su llegada y la de los fichajes el Betis mejoró en algunas facetas pero la diferencia con el resto de equipo en lo moral era abismal y el Betis fue preso de su tristeza. Mientras, el plano institucional se cobraba una nueva víctima: José Antonio Bosch. El consejero fue relegado de sus funciones después de detectarse presuntas irregularidades en temas de contratación de proveedores para el club.

El míster argentino, por su parte, debutó en 2014 con derrota en Balaídos a finales de enero. La plantilla no reaccionaba. El aletargo había infectado los recónditos rincones del vestuario verdiblanco.

Los brotes verdes aparecieron con el triunfo frente al Espanyol pero una semana más tarde, una incontestable derrota en Mestalla (5-0) reabrió la herida.

Alejado de toda la vorágine negativa de la Liga, el Real Betis había sido emparejado en dieciseisavos de final de Europa contra el Rubin Kazán. Tras el empate a uno de la ida los pupilos de Calderón viajaron a la fría Rusia para sacar billete rumbo a Octavos, donde esperaría el Sevilla. El Betis venció 0-2 con protagonismo de Nono y Rubén Castro, que volvía a reencontrarse con el gol.

El eterno rival pone la puntilla

La ciudad de Sevilla se engalanaba para recibir al primer derbi europeo de la historia en una temporada antagónica para ambos equipos. El Betis veía en la Europa League el último resquicio para salvar el aciago campeonato liguero. El Sevilla de Unai Emery escalaba puestos en la tabla y buscaba su tercera corona en Europa que finalmente llegaría en Turín.

La ida deparó un marcador insospechado para cualquier conocedor de fútbol. El Betis derrotó a los de Nervión por 0-2 con goles de Leo Baptistao y Salva Sevilla. Calderón confeccionó un estilo de juego a la contra que dio sus frutos. El conjunto verdiblanco había golpeado primero pero no el último.

Con la eliminatoria en contra, el Sevilla aparcaba su bus frente al Benito Villamarín para apuntillar la vida de su más íntimo rival. El Betis se encerró atrás conocedor de que el tiempo jugaría a su favor. Reyes a los 20 minutos y Bacca, a falta de un cuarto de hora para la conclusión igualaron la eliminatoria.

La prorroga no dilucidó nada a consecuencia del cansancio de los jugadores y los penaltis fueron los encargados de desempatar una eliminatoria para la historia.

La suerte siempre esquivó al cuadro heliopolitano durante todo el año y en esta ocasión volvería a alejarse. El Real Betis caía en la tanda de penaltis y la decepción y crueldad de la eliminación se apoderó de una plantilla que se miraba con ojos anodinos que buscaban refugio en las fijas tiras verdes del césped.

Descenso consumado, nuevos cambios

El mes de marzo traería consigo la marcha de otro integrante del área institucional del club. El hasta la fecha presidente, Miguel Guillén ponía punto final a su trayectoria a frente del club. La escisión y ausencia de orden en las entrañas del Betis terminó por destruirlo. El Consejo de Administración nombró como sucesor a Manuel Domínguez Platas, cuya llegada al sillón de la presidencia sigue siendo discutida.

Mientras, en lo deportivo, las derrotas no se alejaban de la entidad. Atlético de Madrid, Málaga y de nuevo Sevilla en vísperas de Semana Santa, ahondaban en la herida del maltrecho corazón bético.

Finalmente, el descenso se confirmó matemáticamente a falta de tres jornadas para la conclusión. Antes de saltar a jugar su partido ante la Real Sociedad, el Betis ya conocía que era equipo de Segunda división. Un desangelado coliseo verdiblanco contemplaba una nueva pérdida de categoría de los suyos.

Ya descendido, Calderón echó mano de la cantera con la intención de probar nuevos talentos. Se produjeron los estrenos en Primera de jóvenes promesas como Ceballos, Juanma, Pedro o Pibe, que pusieron la única pincelada destacable al final de campeonato.

El Betis cerró una temporada para el olvido con solo 25 puntos en 38 jornadas, pulverizó significativos registros negativos y se alzó como el segundo peor colista en lo que va de siglo. Solo el Sporting, que terminó la temporada 1997-98 con 13 puntos, y el Málaga, que totalizó 24 en la 2005-06, han empeorado los números de un Betis que ha cosechado veinticinco derrotas por simplemente seis victorias y siete empates.

Velázquez se estrella, Merino es el puente y Mel regresa

Con el equipo en el pozo de la Segunda división, el equipo heliopolitano confirmaba la contratación del pucelano Julio Velázquez para el banquillo. El joven preparador castellano aterrizaba en Sevilla después de pelear con el Real Murcia el ascenso a Primera división.

La remodelación en el plantel no se hizo esperar y bajo la batuta de Alexis Trujillo llegaron hombres como Molinero (Real Murcia), Bruno (Tenerife), Dani Pacheco (Alcorcón), Jorge Casado (RM Castilla) Dani Giménez (Alcorcón), además de asegurarse la continuidad de Alfred N’Diaye, por el que el Betis hipotecó su planificación veraniega. Jugadores que volvían al Villamarín tras cesión, como Álex Martínez y Rennella destacaron a finales de año. La mala fortuna quiso que el lateral verdiblanco se perdiera el resto de la temporada en una acción que su rodilla no soportó en el duelo ante el Barcelona B.

Julio Velázquez nunca contó con el beneplácito del beticismo, ni siquiera con el de la prensa sevillana, que removía su figura hasta achacarle decisiones tan primarias y personales como el vocabulario o la vestimenta utilizada.

El Real Betis echaba a rodar en Segunda en Sabadell. Cataluña siempre fue motivo de apoyo para los de La Palmera, que observaba como miles de seguidores se agolpaban en la Nova Creu Alta para acompañar al equipo en tan larga travesía. 2-3 vencía la escuadra hispalense con goles de Cejudo, Matilla y Rubén Castro, que gol a gol se aproximaba al récord de máximo goleador de la historia, gesta que conseguiría en la ida copera ante el Almería.

Las semanas iban pasando y las sensaciones negativas en torno al juego del equipo, unida a malos resultados, hacían tambalear la figura del exentrenador del Villarreal. Partidos presumiblemente asequibles en casa frente al Albacete, se tornaron en derrota, amén de algunas salidas nefastas como la de Ponferrada (4-1), Leganés (1-0) o Pamplona (3-2).

Además, las estadísticas no arrojaban luz. Cuatro partidos consecutivos sin ver puerta dejaban pendiendo de un hilo a Velázquez. Su último partido al frente del Real Betis, ante el Alavés en el Villamarín, finalizó con 1-2 para los vascos. Comenzaba el frenético fin de año para la entidad.

El balance del técnico de San Nicolás aporta 14 jornadas y dos rondas de Copa, las cual saldó positivamente entre apuros. En Liga Adelante, se marchó con el equipo en sexta plaza firmando seis victorias, tres empates y cinco derrotas.

El Consejo verdiblanco, que también viviría sus últimos coletazos se reunía en innumerables ocasiones para no tomar ninguna decisión con respecto al entrenador. Domínguez Platas dejaba la presidencia, y varios consejeros abandonaron el barco antes de la Junta General de diciembre.

Con el equipo a la deriva en los deportivo e institucional, el relevo en el banquillo lo tomó Juan Merino. El de la Línea, hasta la fecha entrenador del filial, ocuparía el puesto bajo el título de interino. Con él, el conjunto de las trece barras ganó en intensidad y mordiente. Aquellos atributos de los que hacía gala en sala de prensa se traducían en el terreno de juego.

El entrenador gaditano dirigió al equipo un total de seis veces (cuatro de Liga y la eliminatoria copera contra el Almería). Bajo un clima intempestivo, se deshizo del Llagostera en Palamós, firmando la primera las cuatro victorias consecutivas en el campeonato liguero.

Con la Copa en un segundo plano, la plantilla verdiblanca cayó en el torneo del KO perdiendo ambos enfrentamientos ante el conjunto blanquirrojo. Sin embargo, en Liga Merino seguía cosechando triunfos. Mallorca, Lugo y Racing se sumaron a su anaquel de victimas.

Pese a permanecer invicto, Merino volvía al filial con los deberes hechos y la satisfacción de haber ayudado a su equipo.

Los nuevos cambios en el Consejo reportaron la llegada de Juan Carlos Ollero, hombre de gestión deportiva de la capital como suma experiencia en el deporte. Años atrás ocuparía la presidencia del equipo de baloncesto de la ciudad hispalense.

Para finalizar el año, se cerró el círculo. El día de la lotería, 22 de diciembre, se presentaba a Pepe Mel como nuevo entrenador. El madrileño volverá a ponerse el mono de trabajo para liderar la nave bética este próximo año 2015.